Por: Equipo Colarebo Colombia

El colonialismo ha dejado una deuda histórica en los países que fueron invadidos bajo este modelo e incorporados como periferia al sistema capitalista. Es, además, la forma que tomó la modernidad en ellos, con todas sus implicaciones. De ahí que es importante considerar en estos, cómo surgieron los conceptos de ciudadano, democracia y nación, que son aspectos alrededor de los cuales giran los pactos sociales, condensados en las Constituciones republicanas, como Carta Magna.

Estos tres conceptos básicos, tomaron diferentes contenidos en las metrópolis y las colonias, así ambas poblaciones estén sometidas y oprimidas bajo el mismo modelo capitalista. Pero la vida de un “nativo”, vale mucho menos que la de un ciudadano del país invasor; la democracia, es apenas un discurso electoral, puesto que las grandes decisiones, se toman en el exterior; las naciones colonizadas, son pisoteadas y pierden tal carácter, ausentes de soberanía.

De estas particularidades limitantes es que debe dotarse la estrategia revolucionaria, además de los intereses clasistas. Luego sigue el despliegue en tácticas, metas objetivos, políticas, consignas, acuerdos, los cuales deben estar untados de realidad.

Bajo el pretexto de la radicalidad y la pureza revolucionaria, muchos han reducido su marxismo a una receta dogmática, dejando corta la producción teórica, abandonando escenarios y dejando el campo social libre para que sea ocupado por el reformismo. El efecto macabro de la represión también ha sido devastador, por el terrorismo de estado que ha acabado con la vida de valiosos luchadores, logrando el objetivo de distanciarlos de los sectores populares.

Pero es necesario definir qué deben hacer los revolucionarios hoy, entendiendo que más que una condición a la que se llega, la revolución es un camino. Se debe ampliar la visión para entender que el objetivo del momento, en Colombia, es arrebatarle el país político a las mafias del narcotráfico, que han hundido en la criminalidad a todas las instituciones; rescatarlo, para que la población pueda expresarse libre y democráticamente, sin ser perseguido, maltratado, asesinado, descuartizado, desaparecido. No se puede permitir que la narcoderecha, en alianza con la oligarquía y el imperialismo, use, con entera amplitud, toda la maquinaria estatal en contra del pueblo colombiano.

Otro concepto que hay que mantener presente es el del poder de la negatividad dialéctica, que el marxismo asume como la revolución permanente. Si hoy se establece un objetivo, mañana hay que seguir transformando. La revolución no tiene un punto de llegada en el cual todo finaliza; los que creen lo contrario, son superados a diario por la cruda realidad. No puede continuar la ceguera conceptual.

Hoy, el Pacto Histórico recoge muchas de las reivindicaciones por las que el pueblo ha luchado y por las que numerosos luchadores han entregado su existencia y su vida. Estas se expresan en sus cinco aspectos básicos: productividad, contenido social, ambiente, paz y reconocimiento. Es necesario lograr una amplia difusión y explicación a la sociedad colombiana.

Los enemigos de la paz, los corruptos y recalcitrantes se van a oponer rabiosamente a cualquier cambio que quiera cerrarle las puertas a la criminalidad. Se vienen tiempos difíciles por la capacidad que tiene para provocar daños.

Pero también en la elecciones del 2022 en Colombia, se abren las opciones para trabajar por una sociedad más justa y humana.

Enero 16 de 2022