ESNALDO VILLALOBOS RAMÍREZ

“LA MUERTE NO LLEGA CON LA VEJEZ SINO CON EL OLVIDO”

Por Eliecer Ortega

La dama de la guadaña ha estirado su esquelética mano para llevarse a nuestro entrañable amigo, ESNALDO VILLALOBOS RAMÍREZ. El pertenece a la categoría de hombres que mueren por la vida, por lo tanto, no pueden llamarse muertos.

Nuestra amistad hunde sus raíces en los claustros del viejo colegio Loperena en la segunda parte de la década de los sesenta. Y desde entonces, ha permanecido indisolublemente unida soportando los embates del tiempo, gracias a la lealdad, la sinceridad y la camaradería. En el bachillerato libramos con él verdaderas batallas quijotescas por las mismas reivindicaciones programáticas por las que aún sigue luchando el movimiento estudiantil de hoy. Al volver de la Universidad nos volvimos a encontrar con Villalobos y conformamos el frente de cultura popular al lado de Consuelo Araujo Noguera, el Pianista Edgardo Quijano, Rafael Maestre, el Sociólogo Pablo Baquero, entre otros.

Hay que resaltar en este perfil póstumo que Esnaldo Villalobos se adelantó a su tiempo, era el embrión del hombre nuevo. Cuando en ese Valledupar, típico y colonial solo se escuchaba ese instrumento que en sus notas melodiosas nos arruga el corazón ya él estaba casado con la canción Latinoamericana. Nos obligó a escuchar a su compadre Alí Primera, Mercedes Sosa, Nacha Guevara y por supuesto, a la nueva trova cubana.

En su relación con el poder siempre estuvo del lado de las causas populares y la lucha por el socialismo, era un verdadero animal político (Zoon Politikon). Desde su lejana adolescencia abrazó la militancia Revolucionaria. En tal sentido, lo vimos trabajar en la incipiente UNIÓN NACIONAL DE OPOSICIÓN (UNO), el FRENTE DEMOCRÁTICO, LA ALIANZA NACIONAL POPULAR (ANAPO), la extinta UNIÓN PATRIÓTICA (UP), el POLO DEMOCRÁTICO (PD), y, finalmente en el PACTO HISTÓRICO (PH).

El periplo político descrito aquí lo hizo en un término de más de cinco décadas y es de admirar que en tal lapso no se le quebró la vara, permaneciendo firme a sus convicciones hasta el final de sus días. Jamás ocupó un cargo burocrático en la administración pública y se llevó a la tumba la certeza que el subdesarrollo de Latinoamérica se curaba con un modelo socialista de producción.

Es una verdad de Perogrullo que la vida tiene fecha de vencimiento, pero vivirla como él la vivió nos hace pensar que los hombres que “viven” no mueren nunca, se duermen de a ratos, de a ratos pequeños y el sueño infinito es tan solo una excusa.

Tener que dar el POSTRER ADIOS a un amigo querido es algo para lo cual nadie está preparado. Es como perder la mitad de uno mismo y quedar huérfano momento en el que caminamos a tientas en la oscuridad del camino, sabiendo que no va haber más llamadas, más libros, más películas, más canciones que compartir, más películas que comentar y problemas para resolver.

Despedimos al viejo camarada sin lágrimas en los ojos, pero con un profundo dolor en el corazón y trayendo a la memoria estos versos que él me enseñara: “A los héroes se les recuerda sin llanto, se les recuerda en los brazos, se les recuerda en la Tierra y eso nos hace pensar que no han muerto al final y que viven allí donde hay un hombre presto a luchar, a continuar”.

Se fue nuestro amigo de siempre, como bien lo dijo el poeta: “como a escondidas/ sin despedirse y sin ruidos/ con la timidez de verse descubierto/ deja un vacío tan lleno con todo lo que se lleva/ que un rincón de nosotros se niega a cerrar la puerta/ hasta donde quiera que vayamos a vernos/ buen viaje amigo del alma/ un pedazo de mi corazón se fue contigo”.

¡PAZ EN SU TUMBA!