POR: AUGUSTO ZAMORA R. (Ex profesor de Derecho internacional público y Relaciones internacionales en la Universidad Autónoma de Madrid)

Una suerte que no haya premio Nobel para la estupidez humana porque resultaría imposible adjudicar de tan abundantes candidatos que habría, empezando por los gobernantes europeos. La cuestión de Ucrania (rehusamos llamarla invasión o guerra, aunque técnicamente pueda ser ambas) no es nada de lo que dicen, hasta el espasmo, los medios de comunicación occidentales –más correcto sería calificarlo de accidental. Rusia no pretende anexionarse Ucrania; tampoco ha lanzado una guerra de conquista, ni, menos, es resultado de un delirio imperial por la grandeza perdida.

Es un conflicto geopolítico en el más puro sentido del término. Geopolítico en términos decimonónicos, de lucha de poder y de intereses, pues no hay conflicto de ideologías, ni lucha entre sistemas, aunque los mercenarios y los bobos de siempre –que, tristemente, no son especie en peligro de extinción-, se desgañitan presentándose de todos los olores con rebufo a retrete. No, no es nada de eso. Es la vieja lucha entre el mundo que quiere nacer y el mundo que se niega a morir (que dicen dijo el comunista Antonio Gramsci), provocada por la negativa de la OTAN a no continuar expandiéndose hacia Rusia. Porque esa, y no otra, es la causa de la acción militar. Ganar seguridad para Rusia, lo que la UE/OTAN negó, lo que indicaba que persistía en su política expansionista.

Se afirma, repite y machaca que, cuando hay conflictos de esta magnitud, lo primero que muere es la verdad. Nosotros discrepamos. Creemos que lo primero que muere es la inteligencia, pues hay que ser ignorante, memo, lelo y demás perlas para creerse que Rusia se lanzó sobre Ucrania por banalidades como delirios de grandeza o despechos de amores imperiales, tipo nova de Corín Tellado (para quienes no la conozcan, la mayor autora de folletines de amor, a tres por semana, que sus mamás o abuelas recordarán con, esa sí, nostalgia de juventud). Nada de eso. Las guerras son caras, muy caras, y su suerte depende, como recoge Tucídides, del dinero de que se disponga. No es Vladimir Putin ningún descerebrado, como patéticamente quieren presentarlo. Menos aún un aventurero tipo Craso, el multimillonario romano que, queriendo emular a César y Pompeyo, se financió una guerra contra los partos y los partos lo partieron por la mitad, junto a sus casi 30.000 soldados (de ahí viene la expresión craso error).

Lo referimos en el último artículo. Ucrania es una ficha, pero, sobre todo, Ucrania es una pieza en el tablero mundial (tomamos la expresión de Zbigniew Brzezinski), en el que se está jugando el reparto de poder para las próximas décadas, si acaso llegamos a ellas. Nos explicamos. Hay, en el presente, tres grandes jugadores –Rusia, EEUU y China- divididos en dos bandos. En una esquina, como en un cuadrilátero de boxeo, la alianza entre China y Rusia, y, en la otra, EEUU. Esto no es invento nuestro. Quien lo dice y repite hasta la saturación es EEUU y su gallinero. Como en temas geoestratégicos sólo los zaparrastrosos se inventan conflictos, citaremos documentos oficiales de EEUU, de los que, además, daremos el link, para quien quiera saciar su curiosidad. De antemano informamos que, en EEUU, gobierno y Congreso tienen la amabilidad, previa censura, de hacerlos públicos, de forma que no se entera quien no quiere, porque están ahí (en inglés, obviamente), a disposición del público, que suele ser escandalosamente escaso. Estos documentos permiten hoy, poner una gota de verdad en la orgía de manipulación y desinformación que se está viviendo en este ignaro gallinero europeo.

Empecemos con el documento más importante, titulado National Defense Strategy (https://dod.defense.gov/Portals/1/Documents/pubs/2018-National-Defense-Strategy-Summary.pdf), de 2018, que es el que ha marcado la pauta hasta el presente. Según ese documento, «La competencia estratégica interestatal, y no el terrorismo, es ahora la principal preocupación de la seguridad nacional de Estados Unidos». «La competencia estratégica a largo plazo con China y Rusia son las principales prioridades del Departamento [de Defensa], y requieren una inversión mayor y sostenida, debido a la magnitud de las amenazas que suponen para la seguridad y la prosperidad de Estados Unidos en el presente, y a la posibilidad de que esas amenazas aumenten en el futuro».

Para enfrentar esa «competencia estratégica a largo plazo», entre una lista generosa de medidas y acciones, el Departamento de Defensa establece como objetivos lo siguiente. En relación a China: «Reforzaremos nuestras alianzas y asociaciones en el Indo-Pacífico para lograr una arquitectura de seguridad en red capaz de disuadir la agresión, mantener la estabilidad y garantizar el libre acceso a los dominios comunes». Con respecto a Rusia: «Fortalecer la Alianza Transatlántica de la OTAN. Una Europa fuerte y libre, unida por los principios compartidos de la democracia, la soberanía nacional y el compromiso con el artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte es vital para nuestra seguridad». En suma, EEUU, desde 2018, se encuentra afanado en crear una pinza en torno a Rusia y China cuyo pilar esencial son sus alianzas militares y políticas. De esa guisa, a la OTAN le corresponde ser el Frente Atlántico del Ejército de EEUU, en tanto EEUU se ocuparía, con sus aliados -Japón el primero- del Frente Pacífico. Toda la estrategia de EEUU, toda, descansa en la concepción de dos frentes de guerra, siguiendo la política aplicada durante la II Guerra Mundial, durante la cual EEUU rehusó abrir un frente en el occidente de Europa porque quería dedicar toda su potencia contra Japón (por esa razón el desembarco de Normandía tuvo que esperar a junio de 1944).

Esta concepción es resultado de un hecho admitido en los documentos oficiales de EEUU. Como se puede leer en el documento Providing for the Common Defense (https://www.usip.org/sites/default/files/2018-11/providing-for-the-common-defense.pdf), también de 2018, «La superioridad militar de Estados Unidos -la columna vertebral de su influencia global y seguridad nacional- se ha erosionado hasta grado peligroso… La capacidad de Estados Unidos para defender a sus aliados, sus socios y sus propios intereses vitales está cada vez más en entredicho. Si la nación no actúa con prontitud para remediar estas circunstancias, las consecuencias serán graves y duraderas». Es decir, EEUU sabe que no tiene capacidad militar suficiente para hacer frente a la alianza entre Rusia y China. Por tal motivo, Washington tiene como columna vertebral de su estrategia reunir el máximo número de alianzas y aliados. La National Defense Strategy lo expresa así: «Las alianzas y asociaciones mutuamente beneficiosas son cruciales para nuestra estrategia, ya que proporcionan una ventaja estratégica duradera y asimétrica que ningún competidor o rival puede igualar». «Más allá de nuestras principales alianzas, también duplicaremos la construcción de asociaciones en todo en todo el mundo, porque nuestra fuerza se multiplica cuando combinamos esfuerzos comunes para compartir costes y ampliar el círculo de cooperación. Al hacerlo, reconocemos que nuestros intereses nacionales vitales obligan a una conexión más profunda con el Indo-Pacífico, Europa y el hemisferio occidental».

En resumen, como en EEUU saben que solos no pueden, están afanosamente reclutando a países que quieran dedicar parte relevante de sus presupuestos para suplir la inferioridad de EEUU y, llegada la hora, servir de carne de cañón en la guerra por venir contra Rusia y China. Eso explicaría la negativa a negociar con Rusia los temas de seguridad, pues de lo que se trataba no era de la independencia y soberanía de Ucrania, sino de usar a Ucrania como trampa para que el gallinero europeo asumiera, a ciegas y en masa, su papel de Flanco Atlántico de EEUU. El objetivo, lo admitimos, ha sido conseguido, y ahora el gallinero europeo hará lo que quiere EEUU: rearmarse contra Rusia y prepararse para la guerra venidera. Sólo que era guerra no será convencional.

Será nuclear. Quien crea otra cosa no está entendiendo nada de los intereses en juego.

II

Es dentro de ese marco que deben buscarse las claves de los movimientos políticos y geopolíticos en el mundo actual. Quien no vislumbre o desconozca este marco sólo puede elucubrar una sarta de disparates cultivados en ignorancia, fanatismo y bilis, mucha bilis. El marco indicado explica, por ejemplo, que EEUU haya dejado toda la carga –política, militar y económica- de la crisis ucraniana al Frente Atlántico, por la simple razón de que EEUU no quiere restar recursos a su Frente Pacífico, el más duro, difícil y costoso. La UE/OTAN deberá, por tanto, embarcarse en una carrera armamentista contra Rusia, que es lo que exigía Donald Trump cuando presidía EEUU.

La Europa atlantista ha aceptado sin rechistar ese papel, sin medir costos, informar a sus ciudadanos ni hacer cálculos del precio que pagará en su papel de gallinero subalterno. En este punto es preciso desmontar el mito de una OTAN «en muerte cerebral». Nunca, en ningún momento, ningún gobierno europeo ha considerado esa posibilidad. Tanto así que la OTAN ha seguido ampliándose. En 2009 ingresaron Albania y Croacia y, en 2017, Montenegro. Únicamente el mercenario y el vocerío han podido sostener tal ficción. Justamente, el conflicto en Ucrania ha terminado de reventar por la negativa de la OTAN a aceptar una Ucrania neutral. La querían en la OTAN y en esa obsesión se quedaron plantados. Por demás, el dominio de EEUU quedó demostrado, años atrás, cuando el gallinero aceptó, obedientemente, sepultar los proyectos de Euroejército y de crear una política exterior y de seguridad común, independiente de EEUU.

El otro mito del gallinero es la supuesta soledad de Rusia. Hay que ser ciego, lelo o venal para sostener tal falacia. De entrada, Rusia tiene el apoyo de China y de India, que son palabras, no mayores, sino lo siguiente, pues esos dos países pesan más que todo el gallinero junto. Fuera de la burbuja gallinera, el mundo está más informado de lo que las gallinas pretenden, y sus senderos de relaciones son de tal complejidad y finura que resultan indigestos a las oxidadas neuronas atlantistas. China necesita de Rusia por múltiples razones, desde las estratégicas vitales a las energéticas, pasando por la Nueva Ruta de la Seda. India requiere de Rusia en sus litigios y celos con China, además de que el 75% de sus armas son de procedencia rusa. Podría alargarse la lista, pero no es menester. Quien se tome la molestia de pasar revista de las posiciones de los gobiernos del mundo se dará cuenta de que casi ninguno quiere mojarse. Saben lo que es EEUU y saben lo que es la OTAN. Saben quiénes son los causantes de la crisis en Ucrania.