Por: Juan Hernández Machado / miembro de la Unión de Historiadores de Cuba.

El gran volumen informativo derivado de la operación militar especial rusa en Ucrania no ha podido impedir que se conozcan las últimas atrocidades cometidas por el régimen sionista de Israel contra el pueblo palestino.

Viviendas destruidas por la maquinaria israelí, usurpación de  territorio por nuevos colonos, asesinato de sus mejores hijos la irrupción en varias ocasiones en la mezquita Al-Aqsa  en Al-Quds (Jerusalén) durante el sagrado mes del Ramadán (noveno mes del calendario islámico caracterizado por el ayuno y el recogimiento y la oración), nuevos asesinatos de jóvenes palestinos  y muchas más, al regresar Netanyahu a las esferas de poder en el Estado sionista.  

Claro, buena parte de esa cobertura proviene de los medios principales en los países de mayor desarrollo, con Estados Unidos de América a la cabeza, por lo que la información, en ocasiones, hay que leerla entre líneas para determinar lo que realmente está sucediendo, porque para ellos siempre el culpable es la víctima y no el victimario.

Pero, ¿fue noticia el asalto a la mezquita el año pasado? Indudablemente sí debido a su nueva modalidad, el irrespeto a un lugar sagrado del pueblo palestino y la agresividad empleada contra los feligreses. Esto motivó la denuncia de muchos países y organizaciones progresistas, así como el inicio de la consideración del problema por parte de los miembros del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU), pero, al final, la historia fue bien conocida.

Sucede que es una situación que se viene produciendo prácticamente desde el mismo inicio de dicha organización internacional y que ha motivado muchas discusiones, que se celebren centenares de reuniones y que se escriban decenas de miles de documentos diversos… pero el pueblo palestino todavía sigue esperando su hora.

Los británicos, que tuvieron una presencia concreta en ese territorio, hicieron la Declaración de Balfour en 1917, en la cual se declaraba el apoyo a establecer en Palestina un hogar nacional para el pueblo judío, lo que creó condiciones para la migración judía a ese territorio desde diferentes lugares del mundo y el inicio de las contradicciones con el pueblo árabe  palestino  residente en el lugar.

La Sociedad de Naciones, precursora de la ONU,  puso a Palestina, que era uno de los antiguos territorios otomanos, bajo la administración británica en 1922.

Los árabes reivindicaron su independencia y los judíos, ya asentados y apoyados por el poder colonial, también lo hicieron. Esto provocó enfrentamientos entre ambos a partir de 1937, los cuales se acrecentaron seriamente después del fin de la II Guerra Mundial, cuando la causa judía ganó relevancia y simpatía debido a las atrocidades cometidas por el régimen nazi alemán y sus aliados contra ellos, así como por el incremento de la inmigración judía a ese territorio.

El Reino Unido acudió a las Naciones Unidas- creadas oficialmente el 24 de octubre de 1945- para que resolviera el problema de Palestina.

Después de estudiar diferentes opciones, la ONU decidió poner fin al Mandato británico y dividir Palestina en dos Estados independientes: uno judío y el otro árabe-palestino, quedando Jerusalén bajo un régimen internacional /Resolución 181  (II)  de 1947).

Los judíos proclamaron su independencia en 1948 y nombraron a su Estado  Israel. Pocos meses después, en guerra con Estados árabes vecinos, ocuparon el 77% del territorio de la antigua Palestina bajo mandato británico, incluida una buena parte de la ciudad de Jerusalén.

Más de la mitad de la población árabe palestina fue expulsada y huyó del territorio del nuevo Estado. El tema pasó a la atención del Consejo de Seguridad de la ONU.

Este adoptó la Resolución 242 donde formularon los principios de una paz justa y duradera que incluía la retirada de Israel de los territorios ocupados durante el conflicto,  una justa solución al problema de los refugiados y el fin de todas las situaciones de beligerancia.

No obstante, ni esa Resolución se cumplió, ni el problema se resolvió y los sufrimientos del pueblo palestino se han extendido durante estos 74 años. Por eso anteriormente nos preguntábamos si lo sucedido ahora era noticia, porque es lo que hemos venido viendo en estas siete décadas.

Este Consejo es el órgano de Naciones Unidas encargado del mantenimiento de la paz y la seguridad entre las naciones según el capítulo VII de la Carta de la organización. Los estados miembros de la misma están obligados a aceptar y cumplir sus decisiones.

El Consejo está integrado por 15 miembros, de los cuales cinco son permanentes- Estados Unidos, el Reino Unido, la República Francesa, la Federación de Rusia y la República Popular China- y los restantes diez son electos cada dos años como representantes de sus regiones geográficas.

Cada miembro del Consejo tiene un voto. Para aprobar cualquier resolución se requieren nueve votos  positivos y que ninguno de los cinco permanentes haya votado en contra, porque entonces se considera veto, ya que son los únicos países en el mundo que tienen esa prerrogativa.

Así las cosas, y conociendo las estrechas relaciones históricas entre el gobierno de los Estados Unidos de América y su homólogo de Israel, veamos brevemente cómo esto se ha manifestado en el seno del Consejo de Seguridad.

El gobierno estadounidense ha ejercido el   veto en el Consejo de Seguridad de la ONU en 83 ocasiones, 66 desde 1970, cuando lo hizo por primera vez para impedir que se aprobara una resolución contra el entonces régimen racista de Rhodesia, hasta el fin de la Guerra Fría, y en 17 ocasiones desde 1995 hasta hoy.

No es el país que más vetos ha emitido porque la antigua Unión Soviética ocupó ese lugar hasta 1965,  cuando  al no aceptar los demás  que varias de sus repúblicas fueran admitidas como miembros de la organización, ella impedía la entrada de otros países.

Sin embargo, en el tema que nos ocupa, Palestina, hay un elemento muy interesante en esto porque de las 83 ocasiones que nuestros vecinos del Norte utilizaron  el veto, 48 tuvieron que ver, de una u otra forma, con esa área, el 57% de las ocasiones.

En resoluciones relacionadas con la situación del Oriente Medio en general  se abstuvieron en 16 ocasiones; en 13 ocasiones en resoluciones relacionadas con el Oriente Medio y con Palestina; en 17 ocasiones en resoluciones relacionadas con los territorios árabes ocupados y en dos ocasiones en resoluciones relacionadas con los derechos del pueblo palestino.

Como se aprecia, el régimen sionista de Israel ha tenido un fuerte aliado permanente en ese importante órgano, lo que propicia que no haya castigo a sus fechorías.

Diversos han sido los planes, programas, hojas de ruta y compromisos en estos setenta y cuatro años, que se han quedado en eso. El gobierno de los Estados Unidos hizo lo mismo cuando el mundo trataba de condenar  al régimen racista sudafricano por su política de apartheid y la ocupación de Namibia, temas en los cuales utilizaron el veto en nueve y ocho resoluciones  respectivamente, además de haberse opuesto inicialmente a la entrada de Angola como miembro de las Naciones Unidas.

Volveremos al ruedo y se argumentarán muchos elementos para tratar de minimizar el sistemático exterminio de los palestinos que solamente luchan por sus derechos básicos.

Aunque el gobierno estadounidense se encuentra en estos momentos muy “diplomático y comprensivo” porque hasta apoya a un grupo de países que quieren llevar el tema del veto a la Asamblea General de la organización para que quienes lo ejerzan expliquen por qué lo hacen- para contrarrestar a Rusia en el caso de Ucrania- no dudamos que de complicarse el análisis de Palestina en esta ocasión y según la presión que pongan los defensores de su causa, nuestro vecino del Norte continúe ejerciendo su derecho al veto en este tema cuantas veces sea necesario.

Y que conste, no estamos atacando a las Naciones Unidas, sino simplemente  reflejando la parcialidad de  su Consejo de Seguridad, gracias a la acción del gobierno estadounidense, cuando del tema de Palestina y la condena a Israel  se trata.

Ya nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz lo había advertido en su discurso ante la III Cumbre Iberoamericana que tuviera lugar en Salvador de Bahía, el 15 de julio de 1993, cuando dijo: “Más de 400 millones de latinoamericanos no tenemos un solo representante permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Desde ese órgano los poderosos pretenden hoy gobernar al mundo. ¿Por qué América Latina no desempeña un papel más activo en las Naciones Unidas? ¿Por qué no reclama la democratización y reforma de esa institución?… Democratizar las Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad supondría muchas cosas, entre ellas, abolir el injustificable privilegio del veto y establecer el principio de elección periódica en ese órgano de  todos los miembros sin excepción”. [1]

Por ello, sin dejar de luchar en este escenario por el derecho del pueblo palestino., lo que es totalmente válido- como ha sido el nuestro al tener más de 20 resoluciones de la Asamblea General de la organización que condenan el bloqueo y aíslan al gobierno de los Estados Unidos, pero este sigue ahí- hay que mantener el espíritu de lucha en otros frentes.

Se debe recuperar la unidad árabe en torno a la causa palestina y no hacer el juego a Israel; se debe fortalecer la lucha contra el régimen sionista por todas las vías legales posibles y, lo que es muy importante, no se debe olvidar la importancia de la información y la propaganda para que la realidad del pueblo palestino y su historia se conozca en todos los confines del mundo a fin de  que pueda continuar convocando la solidaridad que tanto necesita.

¡Palestina sigue necesitando de nosotros!

Febrero de 2023


[1] Crear  entre todos un gigante. Paz, independencia y seguridad. Editora Política, La Habana, 1993, pp. 7-9.

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