Por. Luis Fernando Segrera De la Hoz
(Ingeniero de Vías y Transportes)

Treinta y cuatro personas fueron sepultadas por un derrumbe en la vía de Pueblo Rico Risaralda hacia Condoto e Istmina en el Chocó. Al desplomarse la vertiente saturada de una montaña sobre el bus de pasajeros que viajaba por una vía con escasos taludes. Es otro episodio luctuoso, en el escenario de lluvias extremas y un sistema vial de montaña construido con trampas letales.

La Revista Semana del día 18 de junio del año 2019 recordó que en año 2011, Colombia ya se desmoronaba a causa de las intensas lluvias, estimuladas por severo cambio climático global y la variabilidad climática, que alcanzaron registros históricos. En tramo de la vía Bogotá-Honda se desplomó un kilómetro de banca. Situación que se repitió en muchas regiones del país.

Se declaró emergencia económica, social y ecológica, debido al impacto pluvial castigando a millones de personas. Se trataba de cierres de vías por derrumbes y remoción en masa, inundaciones rápidas y lentas de pueblos, caseríos y valles, que agudizaron la situación de pobreza en el campo colombiano. El balance total de las lluvias del 2011 fue de 182 personas muertas y de 964.165 damnificados.

El país fue devastado por lluvias e inundaciones en La Mojana, Sur del Atlántico, La Sabana. Para atender la solución a los desastres mayores se creó El Fondo Nacional de Adaptación; encargado de la gestión del riesgo. Cuatro proyectos clave; el jarillón de Cali; el único del planeta tierra construido para una margen del río que inunda las dos planicies de su valle.

El macro proyecto de La Mojana inundable, acaparado por contratistas pillos que fallaron en la ejecución de las obras y se robaron alimentos de los damnificados. El proyecto para la adecuación del Canal del Dique fue diseñado sin la participación de una comunidad que vive de pescar en ciénagas y vasos comunicantes de la zona vecina. Amenazada por bandas de paramilitares y desplazada por empresas camaroneras y gestoras “del agua” que están privatizando el territorio.

Con estos fondos para la atención de cuatro desastres se diseñó y se construyó el puente viaducto de Chirajara; desplomado el 15 de enero del año 2018, por error de diseño y construir un pilón sin el refuerzo necesario para soportarlo. El vergonzoso símbolo de los malos diseños, ejemplo negativo de construcción deficiente y de una escasa valoración de la vida humana. Nueve personas, obreros de la fracasada obra murieron en el accidente causado por la corrupción.

El 31 de agosto de 2018 se destapó un nuevo “siniestro de ingeniería”. El viaducto de Hisgaura, de 653 metros de longitud, construido con altura de 148,3 metros, el más elevado de Sudamérica en la vía Los Curos- Málaga Santander, por 31,7 millones de dólares. Pero la corrupción lo convirtió en un puente acordeón que se encogió como un gusano medidor del fríjol, con desniveles en la viga de rigidez.

Ahora en el 2022, las lluvias de todo el año nos hacen vivir tragedias similares a las ocurridas en el 2011. Detrás de todo merodea el fantasma de la corrupción; en las vías cerradas por derrumbes y fenómenos de remoción en masa, en los túneles viales afectados por filtraciones y centenares de desplomes de bancas mal compactadas.

Se mencionan las lluvias e inundaciones, pérdidas de vidas humanas y calamidades públicas. Pero existe un factor oculto detonante de los colapsos y tragedias con pérdida de vidas humanas y de animales, que no se menciona en la prensa, radio o la televisión. Se llama corrupción larvada, que maneja fallas deliberadas en los estudios técnicos; hidrogeológicos, en los diseños falsos de vías para ahorrar materiales. En los diseños y trazados viales de montaña sin taludes. En la mala calidad de materiales inertes elegidos y utilizados en la compactación de rasantes y subrasantes.

Los cortes verticales con excesiva altura se van transformando en grandes cangilones, como sucede en la vía trampa a la represa del Guavio. Utilizan pernos con menor tamaño del requerido para sostener la obra y de baja calidad. Factor determinante del colapso hidráulico ocurrido en el túnel de desviación de Hidroituango el día 18 de abril del 2018 y riesgo de filtraciones en el Macizo montañoso.

Los eventos más graves ocurrieron en la Vía al Llano. Cómo el cierre definitivo el 9 de junio de la vía Bogotá-Villavicencio. Por el gran volumen de tierra húmeda que se desplomó, provocó el cierre vial y la afectación económica a dos regiones claves para la economía nacional.

Antes, en la vía Bogotá-Villavicencio se le achacó la culpa del derrumbe a un galpón de pollos que habría cambiado los flujos naturales de aguas superficiales causantes de derrumbes y el desplome progresivo de la montaña, en el kilómetro 58. En resumen, dos de las vías más importantes del país fueron afectadas por un galpón de pollos y por un lavadero de carros entre Medellín y Rionegro.

En 2022, debido a lluvias y derrumbes, hubo cierres del paso vehicular en el puente helicoidal ganador del premio nacional de ingeniería, en la Autopista del Café que comunica a Caldas y Antioquia. El pasado 2 de mayo se presentó un grave daño en la vía de Buga-Buenaventura, a la altura del Lago Calima, debido a una conocida falla geológica. Una decena de vías sufrieron cierres parciales o indefinidos en el año 2022. En Tunja-Ramiriquí, Guateque-El Secreto, vía habilitada para el tráfico hacia los Llanos Orientales. Pamplona-Saravena, Florencia- Puerto Rico y Pasto a Popayán todas por la pérdida de las bancas.

Las tragedias siguen su curso en 2022. El 11 de junio en la vía de Pereira y Marsella Risaralda, un alud dejó cinco vehículos atrapados con saldo de dos muertos. El 7 de julio de 2022 sufrimos un desplome total de la vía Sogamoso-Aguazul Casanare. Reciente opera la mega vía rápida a Los Llanos con 6 túneles y 20 puentes que vuelan sobre el paisaje verde, esperemos que no se repita la historia de contratistas pillos

Los repetidos derrumbes, colapsos y la remoción en masa sobre las vías de montaña en Colombia, suceden asociados a la deforestación, erosión de las vertientes y siempre la corrupción latente incrustada en mega obras. Consiste en soñar, diseñar, trazar, replantear y construir las vías de montaña sin taludes. Ejecutando cortes casi verticales en montañas erguidas o creando unos mínimos taludes y construyendo obras de arte hidráulico deficientes.

Cuando las lluvias saturan los perfiles del suelo en las vertientes, y la tierra sobre saturada por filtración-humedad tiende a recuperar sus ángulos de reposo, se produce rápida reptación en las vertientes montañosas. El peso y el efecto cortante superan la resistencia del suelo base y se desgajan las grandes masas de tierra y rocas que se desploman sobre las vías. Millares de toneladas de suelos y rocas sepultan buses con pasajeros y viajeros inermes.

Las prolongadas lluvias entre el 2021 y 2022 descubrieron y destaparon la total vulnerabilidad del sistema vial de Colombia ante la amenaza creciente de remoción en masa. En total, unas 40 carreteras presentan este tipo de condiciones durante el año 2022.

Pero las causas son más humanas que naturales. Para recuperar pleno equilibrio en la red vial nacional se requiere desenmascarar a los pillos y desarrollar la bioingeniería en los taludes y vertientes para sanar las heridas, retener el suelo y conservar el agua para controlar la erosión y salvar la vida de centenares de colombianos, en toda la geografía Andina nacional.

Los genios contratistas de ingeniería vial de montaña de Colombia no han visto los trazados y los cortes de las vías de montaña en Los Alpes, Cárpatos, Pirineos, Las Dolomitas, Apeninos. Los pequeños cortes de las vías tienen taludes cubiertos con losas, pastos, retales de mármol, piedras calizas para evitar la erosión. Las vías se diseñaron con todas las curvas necesarias para evitar cortes profundos.

Se diseñan, se trazaron y se construyen con taludes en armonía con los ángulos de reposo de las vertientes de las cuencas hidrográficas, para evitar desplomes de tierra, sobre las calzadas. “Para llegar a la cúspide de la montaña hay que hacer zigzag, hay que hacer rodeos”, decía un gran pensador colombiano.

Tesis que se comprueba en los trazados viales de las grandes pruebas del ciclismo mundial. Con etapas por las vías terciarias de montaña; diseñadas, trazadas y construidas en perfecto equilibrio con las vertientes entendiendo y respetando las leyes de la naturaleza y la gravedad. Recordemos los trazados racionales del Tour de Francia, Giro de Italia, Tour del Avenir, Vuelta a Suiza, Vuelta a Eslovenia, por carreteras terciarias. Taludes generosos protegidos por coberturas verdes y material orgánico; especies vegetales y materiales inertes que amortiguan las lluvias, controlan la erosión y evitan los desplomes.