Ante todo, debe quedar en claro que las opiniones aquí planteadas no son producto de una discusi6n colectiva, corresponden exclusivamente a su autor.

Pr6ximo a un debate electoral, se cumplen este 24 de noviembre, cinco años de la firma del ACUERDO FINAL DE LA HABANA. Este ACUERDO hunde sus raíces en las  primeras-‘ luchas  agrarias  par  la  tierra,  en  la  violencia   de  los  años 50,  las negociaciones con las guerrillas liberales del Llano, las del M-19 y el Quintín Lame, de CRAVO NORTE A TLAXCALA, el ACUERDO DE LA URIBE, Diálogos del

Caguan, Oslo y la Habana Cuba, todo este proceso dirigido a la búsqueda de la paz en Colombia, como un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento par parte del Estado y su régimen político gobernante.

Dos párrafos del ACUERDO FINAL DE LA HABANA ocupan la atenci6n en este escrito. El primero dice: «REPARANDO que, a juicio del gobierno Nacional, las transformaciones que habrá de alcanzarse al implementar el presente ACUERDO deben contribuir a REVERSAR los efectos del conflicto y a cambiar las condiciones que han facilitado la persistencia de la violencia en el territorio; y a juicio de la FARC­ EP dichas transformaciones deben CONTRIBUIR A SOLUCIONAR las CAUSAS HISTORICAS DEL CONFLICTO,  coma la cuesti6n no resuelta  de la propiedad sobre la tierra y particularmente su concentración, la exclusión  del  campesinado  y el atraso de las comunidades rurales, que afecta especialmente a las mujeres, niñas y niños».

El segundo plantea: «Exaltando y consagrando la justicia prospectiva en tanto reconoce derechos fundamentales esenciales para las nuevas y futuras generaciones como son el derecho a conocer sus orígenes y su identidad,  el derecho a conocer la verdad sobre hechos acontecidos antes de su nacimiento, el derecho a la exenci6n de responsabilidades por las acciones cometidas por las generaciones precedentes, el derecho a la preservación a la libertad de opinión y otros derechos, sin perjuicios de los derechos de las víctimas de cualquier edad o generaci6n a la verdad, la justicia y la reparaci6n.»

Las dos posiciones claramente expuestas en los párrafos anteriores ofrecen una salida política a la guerra, en el entendido que tal salida no representa el fin del conflicto, «sino la continuidad de la guerra a través de las medias que ofrece la política.» Es esto lo que hace que el Acuerdo y su implementaci6n integral sea un campo político en intensa disputa.

La sociedad colombiana en su conjunto y el pueblo en general desconoce el potencial transformador y democratizador del Acuerdo y más aún su «DENSIDAD HISTORICA» coma lo dice el historiador MEDOFILO MEDINA. En la medida que el proceso de implementaci6n integral del Acuerdo  se materialice en la práctica, las contradicciones dentro del bloque de poder· gobernante, el régimen político la soc1edad colombiana se agudizara y entonces podemos vislumbrar luces de esperanza y soluci6n a la crisis sistémica y estructural que nos asiste.

RODRIG? PARDO- ex canciller y actual columnista del Espectador, se preguntaba en su artículo del 21 de nov1embre: » Sera que la paz, cinco anos después volverá ser un punto clave del debate electoral? indudablemente que debe ser punto central porque sin paz no puede existir la democracia y viceversa.                                                                         ‘

Las consideraciones anteriores conducen a una segunda reflexión que en relación con el Proyecto democrat1co Nac1onal, que pueda articularse con otras formulaciones coincidentes que llaman a construir un PACTO HISTORICO hacia

Una Colombia en paz, en democracia y con justicia social» tal como lo aprob6 el VII Congreso de la UNION PATRIOTICA realizado los días 27-26-29 de agosto del 2.020.

Lo primero es reconocer que, en medio de todas las dificultades y contradicciones propias de la lucha, las diferentes fuerzas políticas y sociales comprometidas por el cambio han avanzado un buen trecho, y es un deber y compromiso continu.ar avanzando, pero corrigiendo errores de! pasado. Colombia exige paz, soberanía, trabajo y bienestar. Quienes hemos s vivido por esta causa, hacemos nuestras las

Palabras del maestro MOJICA: «Vivir por una causa es darle un contenido a la vida.

De lo contrario, en nuestra vida nos volvemos pagadores de cuentas, pagadores de  créditos, absorbidos par la sociedad de consume, porque vas a envejecer, si te dejan, y el problema es que no envejezcas traicionando o lo que llevas dentro”.

Estamos frente a una situación política que no se puede tratar con paños de agua tibia o primeros auxilios; es una situaci6n que exige alta cirugía.   No es el momento para búsqueda de prebendas persom1les o de grupo. El centro de pensamiento Y

DIALOGO POLITICO (CEPDIPO) plantea en su texto,     LA PAS POSTUESTA que el Acuerdo de paz y la implementación se encontraron con un gobierno adverso a sus propósitos y para el que lo dispuesto en el no solo es inaceptable, sino que contraria a sus prop6sitos y prioridades.

Se trata de una anomalía que está obligado a lidiar. Y la ha lidiado de manera consecuente con lo que es propio de su proyecto político de derecha extrema.» Estamos comprometidos  a continuar trabajando por la construcción  de  una nueva

Colombia en paz real con democracia y justicia social.

Sabemos que «la  raíz del mal es sistémica, la causa  del desastre es el capital con su dinámica de expansión al infinito, de productivismo y  consumismo desenfrenado».

EL PACTO HISTORICO, más allá del proceso electoral que casi siempre se desdibuja con la presencia  del oportunismo tanto de derecha  como de izquierda, con la aparici6n de liderazgos y caudillismos prematuros, discusiones bizantinas y posiciones «políticas » distractoras que terminan haciéndole el juego al enemigo de clase, el PACTO HISTORIO debe fortalecer su organizaci6n  de abajo hacia arriba, de arriba hacia abajo y tensionar sus fuerzas en una «estrategia de convergencia de las luchas sociales y ambientales, de las luchas de clase y de las luchas ecol6gicas, de las luchas indígenas y de las luchas de mujeres, contra el enemigo común que son las multinacionales, del petróleo o de la minería, el neoliberalismo, la organizaci6n mundial del comercio, el Fondo Monetario  Internacional,  el imperialismo americano, el capital financiero globalizado. Estas, algunas de las cabezas de la «HIDRA CAPITALISTA», que es el ENEMIGO COMUN DE LOS PUEBLOS.

Bibliografía:

ACUERDO FINAL DE LA HABANA DE CRAVO NORTE A TLAXCALA LA PAZ PROPUESTA

Solución politica y proceso de paz en Colombia SEMANARIO VOZ EDIC 3101

JOSE ISAAC MOSQUERA PALACIO COORDINADOR DEPTAL FRENTE AMPLIO POR L A PAZ