Por Mayra Pardillo Gómez*
Sancti Spíritus, Cuba (PL) La periodista y poetisa espirituana Lucrecia González Consuegra (1848-1929), dueña de una visión muy avanzada para su época, fue además una patriota, amiga del Héroe Nacional cubano José Martí (1853-1895).
Varios investigadores y escritores, entre ellos Orlando Fernández Aquino, sostienen que ella intercambió cartas con Martí.
Sin embargo, por lo que es más conocida es por sus poemas, al ser la principal redactora de La Armonía, donde publicó la mayor parte de sus trabajos literarios, al igual que otros intelectuales nacionales y foráneos.
Colaboró con revistas como Minerva, de Cienfuegos; Álbum de las Damas, de Las Villas; Albores, Ibis, Soñada y Diana, de Sancti Spíritus; y con el periódico El Fénix, editado en esa última ciudad, fundada en 1514 y ubicada a unos 350 kilómetros al Este de La Habana.
Con una particular inteligencia, esta mestiza logró alcanzar una cultura de forma autodidacta, así como el reconocimiento en el medio en que se desenvolvía, algo difícil para una fémina en esa época.
Afirman que se dio a conocer en el ámbito cultural de la ciudad en la década de 1880, con el poeta negro Juan Rafael Valdés, fundador de la Sociedad de Instrucción y Recreo La Armonía (1882) y el periódico de igual nombre.
Entre sus obras más destacadas sobresalen Minerva, Álbum de las damas, El recuerdo, A mi pensamiento, Meditación, Lágrimas, En dónde, A mi madre y Al cielo de Cuba.
¿DESTRUIDAS LAS EVIDENCIAS?
Su fecha de nacimiento aparece a veces como desconocida, aunque algunos materiales afirman nació el 18 de octubre de 1848 y falleció el 4 de septiembre de 1929.
Al parecer nunca contrajo matrimonio -al menos legalmente- pues en su certificado de defunción figura como soltera.
Entre los veteranos y periodistas de la región del río Yayabo, en el primer cuarto del siglo, era reconocida la estrecha vinculación de la patriota, poetisa y dirigente feminista espirituana Lucrecia González Consuegra con importantes líderes de la gesta independentista, entre ellos José Martí.
Mas, las pruebas epistolares de esa relación parecen haber sido destruidas por la propia Lucrecia, al enterrar su papelería en el jardín, lo cual privó de conocer importantes documentos de sus años mozos.
Así lo destaca el historiador Mario Valdés Navia en el texto titulado Martí y los espirituanos, quien sitúa a Lucrecia entre las personas que mantuvieron relación con el Maestro, como se conoció al héroe independentista.
Valdés Navia cataloga este vínculo como presumible, al carecer de la evidencia palpable, por la pérdida de esas misivas; en tanto otros expertos argumentan que las epístolas desaparecieron al ser sepultadas por la propia poetisa en las raíces de un cocotero sembrado en el patio de su vivienda.
Considerada una de las figuras más consagradas del magisterio espirituano, Lucrecia -cuyo deceso ocurrió cuando contaba con 81 años- fue para su época una mujer muy adelantada, al pronunciarse por la equidad entre el hombre y la mujer.
‘Hasta qué punto se forjó la amistad entre la joven mestiza de la Villa del Yayabo y el creador del Partido Revolucionario Cubano devienen aún estudios pendientes, que motivan continuar estas publicaciones’, indica una monografía de las periodistas Osmaira González Consuegra y María de los Ángeles Romero, autoras de una investigación conjunta sobre Lucrecia.
A 150 años del inicio de las guerras de independencia contra el colonialismo español nada mejor que recordar en el listado de patriotas a mujeres como Lucrecia que, de una forma u otra, contribuyeron a la libertad de Cuba, incluso desde su verbo alegórico a la Patria.
Existen indicios de que se relaciona con Martí en la denominada Tregua Fecunda, como llaman los cubanos al periodo histórico comprendido entre 1878 y 1895, en el que ocurrió la unificación de los patriotas para dar inicio a la nueva gesta independentista.
Lucrecia comenzó a colaborar con Martí en la preparación de la Guerra Chiquita (1879-1880) y luego en la Guerra Necesaria (1895-1898), a principios de la cual cae en combate el Héroe Nacional cubano, en el lugar conocido por Dos Ríos.
El historiador Pastor del Río escribió: ‘Es de suponer que Lucrecia González perteneciera a la célula espirituana del Partido Revolucionario Cubano, fundado por Martí’.
Ese autor añade que Martí la distinguió tanto, que hubo de mandarle desde Tampa a la señora Rosalía Cabrera, para que le informara hasta dónde y cómo había que servir a la Revolución.
Señala que, para que las epístolas no cayeran en manos de las autoridades coloniales españolas, Lucrecia optó por enterrar las cartas que le enviara el forjador del Manifiesto de Montecristi, programa revolucionario firmado por Martí y Máximo Gómez el 25 de marzo de 1895 en la localidad homónima localizada en el Noroeste de la República Dominicana.
Del Río asegura que ella tuvo la satisfacción inmarcesible de ser eficaz cooperadora del Maestro y merecer el galardón de su confianza y de su aprecio.
Mejor suerte que la correspondencia que se supone existiera entre Martí y Lucrecia tuvo la sostenida entre el Apóstol -como además se le conoce a Martí- con el Mayor General espirituano Serafín Sánchez Valdivia.
Lamentablemente, la mayor parte de las cartas de Sánchez a Martí no han sido encontradas, alegan algunos investigadores.
Sin embargo, en marzo de 1892 Martí escribió a Eduardo Hidalgo Gato, rico industrial y patriota cubano residente en el sur de la Florida, para recomendar a su amigo Serafín Sánchez con estas palabras: ‘De soldado se anduvo toda Cuba’.
Más adelante agrega: ‘adquirió gloria justa y grande. Es persona de discreción y de manejo de hombres, de honradez absoluta y de reserva y como usted lo ve tiene de columna hasta la estatura’.
‘Si me preguntan cuál es la palabra más bella, diré que es patria; y si me preguntan por otra, casi tan bella como patria, diré amistad’, escribiría Martí y sin dudas fue fiel a ambos preceptos hasta el último aliento de vida.
*Corresponsal de Prensa Latina en la central provincia cubana de Sancti Spíritus
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