Por: Ramón César González Ortiz.
Una Mentira puede dar la vuelta al mundo
Mientras la verdad apenas se esta
Poniendo las botas.
Mark Taiwan.
Introducción.
Creo que para poder tener una mejor comprensión de la reciente pandemia de COVID-19 y los desafortunados correlatos de las teorías de la conspiración que emergieron a la par. Es preciso remitirnos a la epidemia de gripe de 1918- 1919, mal llamada “gripe española”, por cuyo nombre hoy en día se recuerda a nivel mundial.
Toda vez que, la gripe española posiblemente haya sido hasta antes del Covid-19, el evento más mortífero en la historia de la humanidad. A partir de que, dicha gripe, al igual que el Covid-19, en sus inicios se confundió con un catarro común, que, tradicionalmente no era una enfermedad mortal que ameritara de alertas.
De ahí, el virus de la influenza, responsable de la pandemia se estima afectó a la tercera parte de la población mundial, causando la muerte de no menos del 2,5 % de los habitantes del planeta.
Matando la pandemia alrededor de 100 millones de personas entre los años 1918 y 1920.
Al respecto, Laura Spinney, periodista científica británica, autora del libro El Jinete Pálido, tras recoger numerosas crónicas, testimonios y análisis de la pandemia en distintas partes del planeta. Destacaría, el pánico y la incertidumbre que se apoderaron de la población.
Dado que, todos verían morir a familiares o amigos cercanos, observando hospitales atestados de pacientes con enfermedades respiratorias, galpones convertidos en hospitales, algunos al aire libre, cadáveres amontonados en las calles, morgues y cementerios, déficit de urnas y sepultureros, filas de procesiones funerarias, velatorios cortos, fosas comunes.
Motivos por los que, se cerraron comercios y factorías, escasearon productos básicos y colapsaron servicios. Afectándose así, gran parte de la vida cotidiana.
Hasta dar forma a una atmósfera pestilente, un ambiente lúgubre y sombrío, que era rematado por numerosos huérfanos deambulantes por las calles.
Dado que, no solo morían personas de grupos vulnerables como los niños y ancianos o quienes tenían enfermedades crónicas como tuberculosis o diabetes, sino que también murieron personas entre los 20 y 40 años previamente sanas.
En tanto que, quienes lograron sobrevivir permanecían deprimidos y fatigados por meses, y quienes no lograban sobrevivir morían en pocos días, con fiebre, fatiga extrema, palidez, cianosis, disnea tos con expectoración hemoptoica, delirio y otros trastornos psiquiátricos, para finalmente expirar con una respiración débil, en narcosisi.
La pandemia COVID-19 y la difusión de teorías conspiratorias.
A la Luz de lo arriba descrito, podemos observar con más detalle la reciente pandemia de COVID-19 que padecimos y la consiguiente difusión de teorías conspiratorias que emergieron afirmando que el nuevo virus fue creado intencionalmente para dañar países enemigos, ganar dinero con pruebas diagnósticas, tratamientos y vacunas, o bien, para obtener información personal de millones de personas.
Así, surgirían teorías conspirativas como la de “Nuevo Orden Mundial”, misma que dice existe una élite secreta y muy poderosa con una agenda transnacional, que conspira para reemplazar los actuales Estados-Nación por un gobierno autoritario global.
Teoría del nuevo orden mundial, que pondría su foco en figuras como Bill Gates o la Organización Mundial de la Salud acusándolas de querer implementar el nuevo orden mundial.
Pero más todavía, la teoría del nuevo orden mundial iría de la mano de la teoría del “Gran Reinicio”.
Misma que, se agarraría de la iniciativa llamada el “gran Reinicio”, promovida del Foro Mundial, también llamado Foro de Davos. Y que, tras la pandemia de COVID-19, “buscaría nuevas ideas para aprovechar ese momento único en la historia que ofrece la interrupción de la economía, la política y la vida diaria para catalizar un nuevo enfoque en el funcionamiento de nuestras sociedades”.
Y, de esa iniciativa, surgirían varias desinformaciones basadas en la teoría de la conspiración del “Gran Reinicio”, que sostiene que las élites globales fabricaron la COVID-19 para promover sus intereses y establecer un gobierno mundial al limitar las libertades individuales. No obstante, no hay evidencia alguna de que ello haya sido asíii.
Entramado dentro del cual, políticos de alto nivel también contribuyeron a fortalecer las teorías de la conspiración, luego de afirmar sin ningún sustento que el virus fue creado por potencias extranjeras enemigas para dañar su salud y economía.
Ejemplo de lo anterior fueron las declaraciones de Matteo Salvani (Italia), Tom Cotton y Donald Trump (Estados Unidos), que culparon a China de haber creado el SARS-CoV-2;3, mientras que Nicolás Maduro (Venezuela) y algunos medios de comunicación rusos y funcionarios chinos, culparon a Estados Unidos de lo mismo, pero en su contra.
E igualmente, las medidas de contención y mitigación del COVID19 también fueron material para desarrollar teorías de conspiración, señalándose que: “la cuarentena la han implementado para tener a la población controlada”; o bien, que “ya existe un tratamiento y una vacuna, pero los poderosos no quieren liberarla”.
Lógica dentro de la cual, Bill Gates, tras financiar algunos proyectos científicos para desarrollar vacunas contra el SARS-CoV-2, fue señalado por este tipo de teorías. Las cuales llegaron a indicar que él creó el virus, para luego creará vacunas que en realidad servirían para insertar micro chips en toda la población, y así, mantenerla bajo su control.
Cuando Bill Gates fue cuestionado al respecto, se limitó a comentar que era difícil refutar esas teorías por ser “demasiado estúpidas”.
En tal sentido, Nature Medicine publicó un comunicado, el cual concluyo que “los datos genéticos mostraron irrefutablemente que el SARS-CoV-2 no se derivó de la manipulación humana”; es decir, que no fue creado en un laboratorioiii.
La importancia de recordar la gripe de 1918, frente a las teorías de la conspiración.
Investigaciones posteriores a los años veinte del siglo anterior demostraron que la gripe de 1918 fue una mutación proveniente de la gripe aviar, que afectó a la especie humana. Lo cual, se ha podido comprobar debido a recientes investigaciones realizadas sobre el tejido pulmonar perfectamente conservado de una de las víctimas que permaneció sepultada en una capa “permafrost” en Alaskaiv.
Asimismo, es importante resaltar que, durante muchos años se manejó la hipótesis de que el punto de partida de la gripe se encontró en territorio estadounidense. Ya que, el primer registro documentado de la existencia del letal virus se dio a comienzos del mes de marzo de 1918 en el estado de Kansas.
Siendo el primer paciente identificado, caso cero o índice, Albert Gitchell, cocinero del campamento Funston, en Fort Riley, Kansas, EEUU, quien en la mañana del 4 de marzo de 1918 acudió a la enfermería por fiebre, cefalea y odinofagia.
Después de Albert, al mediodía, llegarían a la enfermería más de cien personas con síntomas similares, y a partir de entonces se experimentó una violenta propagación entre la tropa y la población civil. En el campamento Funston se adiestraba a reclutas que iban a otros campamentos militares o directamente a las trincheras de la gran guerra en Francia.
Así, en abril ya era epidémica la gripe en las zonas urbanas del centro y en las ciudades costeras del este de los Estados Unidos, desde donde embarcaban las tropas, para hacerse, entonces, epidémica en los puertos franceses. Luego en el frente occidental y, a finales de abril, en toda Francia.
En mayo, la onda expansiva de la gripe alcanzaría Inglaterra, Italia y España, propagándose por todo el norte de África, India, China y Japón, llegando a Australia en junio. Desde el frente occidental, la onda alcanzó a Alemania en el mes de mayo, avanzó por Suiza, Austria, Hungría, Bulgaria, Grecia, la disuelta Polonia y Rusia. En julio parecía haber amainado la epidemia, pero surgió una segunda onda expansiva mucho más letal.
La gripe reapareció con magnificada capacidad de contagio e índice de mortalidad. Iniciándose la segunda onda a mediados de agosto de 1918, a partir de tres ciudades portuarias del Atlántico, distantes entre sí: Freetown (Sierra Leona), Boston (EEUU) y Brest (Francia).
Y, desde esas tres ciudades, la onda expansiva invadiría todo el planeta, respetando solo la Antártida y las islas de Santa Helena en el Atlántico sur, y la de Marajó en la desembocadura del río Amazonas.
Segunda onda que amainaría a finales de diciembre. A partir de que, desde noviembre el mundo ya celebraba el final de la Gran Guerra y el retorno de los soldados. Así como en Australia, donde se contuvo la epidemia porque se impuso tempranamente la cuarentena en el mismo mes de junio, las autoridades decidieron levantarla a inicios de 1919. Sin embargo, la medida resultó prematura y fatal, apareciendo entonces la tercera onda, de virulencia intermedia entre las dos primeras, que se expandiría desde Australia castigando nuevamente la población de numerosas zonas del planeta, prolongándose hasta 1920, principalmente en el hemisferio surv.
En América Latina, la gripe de 1918 llegaría en la segunda ola de su expansión, es decir entre octubre a diciembre del año de 1918.
Registrándose casos en La Habana, Rio de Janeiro, Bogotá, Buenos Aires y Santiago de Chile. Pero, sería hasta los últimos días de octubre de 1918 cuando la prensa de nuestra región daría a conocer a las primeras planas de los diarios la presencia de la enfermedad en niveles epidémicos.
En México la epidemia se presentaría en el norte, para de ahí extenderse con gran rapidez al resto del país. Las vías de entrada de la enfermedad fueron los puertos marítimos. Las cifras que se registraron a finales de octubre fueron de alrededor de 60.000 contagiados en el país, mientras que la prensa declaraba entre 1500 y 2000 muertes diarias, siendo los grupos más afectados las personas menores de 40 años.
En el caso colombiano, la pandemia causó estragos en Bogotá y en Boyacá. Registrándose víctimas en la ciudad de Bogotá de mediados del mes de octubre, hasta mediados del mes de noviembre de 1918. Dejando la enfermedad un saldo de 526 víctimas entre las que se pudieron detectar a personas menores de 50 años.
En Chile, la enfermedad afectó a este país con la misma intensidad que en Colombia. Al final de la crisis en Chile se registraron 41.000 víctimas.
En Argentina la causa de ingreso de la epidemia estuvo dada, fundamentalmente, debido a la importante migración que había provocado la guerra mundial de Europa hacia América. Bien sabido es que desde el siglo XIX los europeos llegaron a tierras de lo que hoy es Argentina en porcentajes altos.
Dejando la primera oleada en Argentina 2.237 muertes. Y, la segunda oleada que se produjo en el invierno de 1919 y afectó a todo el territorio nacional provocaría 14.997 muertesvi.
Hechos conforma a los cuales, la tesis de que la gripe de 1918 inicio en los Estados Unidos hoy en día se encuentra cuestionada, y se ha propuesto como alternativa la tesis asiática, que plantea que el origen fue en territorio chino, y que su expansión en Europa podría estar relacionada con «2 000 coolíes chinos trasladados a Francia en los primeros meses de 1918 para trabajar en la retaguardia» cavando trincheras, quienes habrían sido el vehículo transmisor del virus.
Otra tesis es la autóctona o francesa, que considera que la pandemia de 1918 tuvo su origen en territorio francés. Esta última hace referencia a los estudios que muestran un comportamiento inusual de enfermedades respiratorias entre 1916 y 1917, tanto en Francia como en Inglaterra. Las tres hipótesis coinciden en que habría sido desde el frente de guerra europeo, en agosto de 1918, donde se iniciaría la diáspora del virusvii.
Efectos de la gripe de 1918 frente a las teorías de la conspiración.
Ante las teorías de la conspiración ya señaladas, es importante recordar como durante la gripe de 1918, en España, como en otras partes del mundo, algunos sacerdotes se negaron a la “dictadura sanitaria”.
Al respecto, destacaron Álvaro y Ballano, Obispo de Zamora, al atacar a las ciencias médicas, a las alertas y recomendaciones de la prensa y al ayuntamiento. Señalando que, el mal era “debido a nuestros pecados e ingratitud, por lo que el brazo vengador de la justicia eterna ha caído sobre nosotros”.
Así como es importante recordar que la pandemia de 1918, también alimentó la xenofobia, el racismo y las conductas clasistas. En el oeste de EEUU se acusaría a inmigrantes chinos de haber llevado la enfermedad. Mientras que, los chinos acusarían a los misioneros occidentales.
En España serían segregados los portugueses, acusados de ser responsables de la gripe, cerrando los pasos fronterizos, mientras los portugueses acusaban a los españoles. En Polonia señalaban a los liberados prisioneros rusos “muertos vivientes” que regresaban a pie a su tierra. En Nueva York señalaban a los inmigrantes italianos que habitaban los suburbios pobres de la ciudad. En Suráfrica se precipitó el Apartheid cuando se acusó a los negros de ser los causantes.
Mientras que, en otras partes del mundo, como en Brasil, se imponían cercos a las clases pobres en la creencia de que se infectaban más por ser “inferiores”.
En tal sentido, cabe destacar que, igual que durante la pandemia de Covid-19, los peores efectos de la pandemia de 1918, la viviría la gente más pobre. De manera que, en ciertas partes de Asia, se tenía treinta veces más posibilidades de morir que en ciertas partes de Europa.
Variaciones que también se manifestarían dentro de en un mismo continente, por ejemplo, en Río de Janeiro, sería en los suburbios empobrecidos donde se sufriría la peor parte. E igualmente, en Nueva York, serían los inmigrantes de origen italiano que vivían en casas pequeñas e insalubres los que padecerían más.
Así como, las peores tasas de letalidad en París se darían en los barrios más ricos, pero no eran los ricos los que padecían, sino sus criados, quienes dormían hacinados en habitaciones pequeñas y mal ventiladas. De ahí que, una cuarta parte de todas las mujeres que fallecerían en París trabajaban como criadas1.
Y de igual forma, la mortalidad sería más elevada en poblaciones que nunca habían sido afectadas por la influenza, que no tenían desarrollada alguna memoria inmunológica contra el virus, como sucedió en el Puerto de Bristol, Alaska, con mortalidad del 40% de sus habitantes y hasta el 100% de los de aldeas cercanas.
Asimismo, sucedería en Samoa Occidental, donde los nativos tampoco habían conocido la gripe, el virus mataría al 25% de la población. Las condiciones de pobreza y desnutrición, así como la ausencia de medidas sanitarias efectivas también serían determinantes para la mortalidad: en Ciskei (Suráfrica) murió el 9,9% de la población, en Gujarat (India) el 6,1%, y en Masshad (Irán) el 5%.
De suerte que, a mayor pobreza y hacinamiento hubo una mayor morbimortalidad. Motivos por los que, ambas pandemias golpearían mucho más a los países pobres que a los desarrollados.
Pero más aún, conforme a la lógica de xenofobia, racismo y clasismo, la población francesa, británica y estadounidense, al recibir noticias desde España y de la gripe de Alfonso XIII, comenzaron a llamarla gripe española. Para los polacos sería la peste bolchevique, para los brasileños gripe alemana y para los senegaleses gripe brasileña.
Y, como los aliados ganaron la guerra e impusieron las condiciones del armisticio, en el lenguaje oficial a la pandemia de 1918 se le llamaría “española” a la gripe. Pese al error histórico y las protestas de los españoles, se impondría ese nombreviii.
Pero, lo más importante de tener en cuenta al recordar la pandemia de 1918, ante las actuales teorías de la conspiración, es que, el virus de la influenza es uno de los más adaptables. Y evoluciona constantemente para burlar los intentos de combatirlo.
Así como la gripe sigue siendo misteriosa en muchos aspectos, sabiéndose que, en cualquier momento puede surgir una nueva pandemia con potencialidad de producir más millones de muertesix.
Bibliografía.
La «gripe española» en perspectiva médica: los brotes de 1918-1919 en la escena científica argentina. Por: Ma. Dolores Rivero, Adrián Carbonetti. Rev. Cienc. Salud vol.14 no.2 Bogotá May/Aug. 2016
Durán, M. F. (2005). La gripe española en Bogotá : la epidemia de 1918. Recuperado de: http://hdl.handle.net/10554/49032.
Carbonetti, Adrián. Historia de una epidemia olvidada. La pandemia de gripe española en la argentina, 1918-1919. Desacatos, núm. 32, enero-abril, 2010, pp. 159-174 Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social Distrito Federal, México.
Canal de YouTube: El rey va desnudo. @elreyvd
Teorías de conspiración y desinformación entorno a la epidemia de la COVID-19. Por: Johann M. Vega-Dienstmaier. Rev Neuropsiquiatr vol.83 no.3 Lima jul-sep 2020
The New York Times. Teorías de la conspiración del coronavirus: por qué prosperan y por qué son peligrosas. Por Max Fisher. 13 de abril de 2020.
Rebelión. Reseña de «La gran gripe. La pandemia más mortal de la historia». Woodrow Wilson, el presidente que ignoró la pandemia de gripe de 1918 para dar prioridad a la guerra. Por: Iñigo Saez de Ugarte. 15/12/2020 | EE.UU.
elDiario.es. «Como un ladrón en la noche»: la pandemia de gripe de 1918 que cambió el mundo y que luego fue olvidada. Iñigo Sáenz de Ugarte. 30 de mayo de 2020
Reflexiones en torno a la pandemia de influenza de 1918. El caso de la ciudad de Puebla. Por: Miguel Ángel Cuenya Mateos. Desacatos no.32 Ciudad de México ene./abr. 2010
*Ramón César González Ortiz es Licenciado en Sociología y Maestro en Estudios Políticos por la UNAM.
