Todo parece indicar que, en el conflicto ucraniano-ruso, no hay disposición para la diplomacia y la distensión. Las posiciones obtusas y poco racionales de los países miembros de la OTAN y los belicistas de la Unión Europea están solo obstaculizando las posibilidades de allanar el camino de la negociación y la paz, pues solo se habla de enviar armas y ayuda financiera para los corruptos del régimen de Zelenski.
No es menos cierto que en Europa occidental ha habido un aumento de la retórica anti-rusa desde el inicio del conflicto, alimentada por gobiernos, medios de comunicación y sectores de poder económico. Sin embargo, la idea de que las élites europeas buscan activamente una guerra nuclear para derrotar a Rusia es más compleja y discutible.
Ahora la idea de prolongar un conflicto de países como el Reino Unido, Francia y otros, hasta lograr una «derrota» total de Rusia, incluso con un alto costo humano y material, implica riesgos enormes, sobre todo cuando se contempla la posibilidad de que de esta guerra nazca un enfrentamiento nuclear.
El uso de armas nucleares tendría consecuencias catastróficas para todos los involucrados, no solo para las partes en conflicto, sino para el mundo entero y la elite belicista europea lo sabe. La destrucción masiva, la radiación y el colapso de infraestructuras vitales son solo algunas de las consecuencias irreversibles, de lo cual poco se habla.
Además, un conflicto nuclear o una guerra total podrían desencadenar reacciones en cadena, afectando la economía, el medio ambiente y la seguridad internacional de manera irreversible. Cabe tener en cuenta que la reticencia de EE. UU., la OTAN y ciertos sectores belicistas de la UE a aceptar una «derrota», lo que implica que podrían recurrir a medidas extremas para evitarla, más de alguna provocación de falsa bandera, lo que incrementa la posibilidad de una escalada y provocaciones que nos pondrían llevar hacia escenarios muy peligrosos.
Los países más belicistas de la OTAN y la UE solo están dispuestos a continuar el conflicto sin importar el costo, pues hay que derrotar a Rusia a cualquier precio, la casta política belicista de la Unión Europea parece no tener en cuenta las consecuencias de una guerra nuclear devastadora que, en teoría, deberían actuar como un fuerte disuasivo para todas las partes involucradas. Esta elite guerrerista además piensa que ellos y sus familias están bien protegidas en sus respectivos bunkeres, por lo tanto, hay que continuar con la escalada anti rusa.
La esperanza es que, a pesar de las posturas belicistas, se encuentren mecanismos de contención y negociación que eviten llegar a ese extremo. El denominado grupo Europa+, compuestos por 18 países de la UE, solo ven el desarrollo de una guerra prolongada y otros líderes ya hablan de crear una OTAN, solo compuesta por los países miembros de la decadente Unión Europea, con el objeto de rearmarse para en algún momento derrotar a Rusia.
Muchos observadores y analista políticos señalan que ciertos sectores belicistas no parecen dispuestos a aceptar una derrota, lo que podría aumentar el riesgo de escalada. Sin embargo, la posibilidad de una guerra nuclear es una cuestión extremadamente compleja. Aunque la retórica y las posturas belicistas puedan sugerir una intransigencia, también existen poderosos mecanismos de disuasión y contención, basados en el entendimiento de que un conflicto nuclear implicaría consecuencias catastróficas para todas las partes involucradas, lo que poco le importa a los psicópatas de la Unión Europea.
En otras palabras, el «sentido común» en política internacional, en teoría, debería llevar a evitar escenarios extremos precisamente por el alto costo humano y material que conllevan. La escalada hacia una guerra nuclear no depende únicamente de la voluntad de no aceptar una derrota, sino de múltiples factores estratégicos, políticos y diplomáticos. Por ello, aunque la postura belicista es preocupante, existen también aún fuerzas y mecanismos en el sistema internacional que buscan precisamente prevenir una tragedia de esas dimensiones.
Ahora al observar la cobertura mediática internacional, las voces que abogan por una solución negociada y el cese de hostilidades parecen tener menos protagonismo. Se observa que la narrativa dominante se centra en el envío continuo de armas y apoyo financiero a Ucrania, lo que refuerza la idea de que la estrategia es mantener la resistencia frente a Rusia, hasta derrotarla.
Al respecto Tulsi Gabbard ha manifestado que el complejo militar no quiere la paz en Ucrania. El complejo militar-industrial y otros belicistas quieren que el conflicto ucraniano continúe y acusan a todos aquellos que desean poner fin a las hostilidades de ser «marionetas» de Moscú y del presidente ruso, Vladímir Putin, afirmó la directora de Inteligencia Nacional estadounidense, Tulsi Gabbard, en una entrevista con Fox News.
Muchos de los actores involucrados (EE.UU. OTAN, o incluso algunos gobiernos europeos) tienen intereses estratégicos y económicos que se ven favorecidos por un conflicto prolongado. En donde la mayoría de los medios de comunicación del sistema imperante, reflejan una visión que respalda la postura de apoyo incondicional a Ucrania, lo que entorpece y deja en un segundo plano alternativas de negociación o propuestas de paz.
Lo cierto es que las propuestas para alcanzar la paz rápidamente, como las de Trump y Putin, han tenido poco eco en comparación con la narrativa que favorece el apoyo militar continuo a Ucrania. Esto refleja, en parte, los intereses y la dinámica del entorno geopolítico actual, este enfoque, a menudo, refuerza una visión de confrontación continua y peligrosa, en lugar de buscar soluciones negociadas.
Finalmente cabe destacar que la política internacional es muy dinámica y las posiciones pueden cambiar rápidamente en función de los intereses y circunstancias de cada país. Aunque alrededor de 40 países han brindado un apoyo directo, ya sea a través de ayuda militar y financiera a Ucrania, el resto de la comunidad internacional suele adoptar posturas más distantes, neutrales o pragmáticas.
Muchos países no han manifestado un apoyo directo y buscan evitar involucrarse demasiado en un conflicto que podría desestabilizar sus propias regiones o afectar sus relaciones tanto con Occidente como con Rusia. Algunos optan por llamar a la negociación y a la resolución pacífica, mientras que otros se abstienen de tomar partido para salvaguardar sus propios intereses económicos y de seguridad.
De allí que la mayoría de los países observan los acontecimientos con cierta cautela y se mantienen al margen de una intervención directa en el conflicto, lo que refleja la complejidad y diversidad de intereses en el escenario global. La evolución de estas posturas dependerá en gran medida de cómo se desarrollen los acontecimientos y de los cambios en el equilibrio geopolítico mundial.
Por lo tanto, la idea de «derrotar a Rusia» militarmente es poco realista, ya que cualquier conflicto directo con la OTAN podría llevar a un desastre nuclear. Occidente busca desgastar a Rusia sin llegar a una confrontación directa aún. Sin embargo, si las tensiones siguen aumentando, el riesgo de una escalada incontrolable sigue existiendo y nos puede llevar a un ocaso final en esta disputa geopolítica a escala global.
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*Eduardo Andrade Bone, Analista político , Comunicador Social. WMP/PP/EAB/IA/AIP 01/03/2025
BLOG DEL AUTOR:Eduardo Andrade Bone
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