Por Alberto Pinzón Sanchez

Cuenta la historia, que cuando a fines del siglo XIX, su consejero militar le preguntó al canciller de hierro alemán Otto von Bismark, el aristócrata (junker) que unificó a su país bajo la hegemonía prusiana hasta convertirla en una potencia imperialista colonial en expansión de primer orden; qué se debía hacer con la convulsa situación que se desarrollaba en los países del llamado sur Balcánico, respondió con esa mordacidad cínica característica de los hombres del gran Poder mundial: “Dejar que esos montañeses, pastores de cabras se sigan matando entre sí. Nuestras preocupaciones son otras”.\

Qué hace suponer, que este fin de año 2.023 y comienzos del 24, que en lugar de terminar la guerra imperialista de Ucrania, vemos como se amplió con una nueva guerra de exterminio en Gaza, y amenaza extender aún más a todo el continente asiático; el mar rojo, los países llamados del cercano oriente, el centro de Asia (Irán y Afganistán), el llamado espacio post soviético, donde contactan físicamente las potencias capitalistas de Rusia y China, retadoras del sistema global de imperialismo neoliberal, y, cuando vemos también, cómo la gran crisis capitalista y civilizatoria, o multi-crisis como la llaman los sintetizadores del trino, la que porfiadamente se había tratado de detener en la periferia del sur global, finalmente ha llegado con el deterioro y la degradación socioeconómica características, al centro mismo de la países de la Troika imperialista (USA-Europa-Japón).

Qué hace suponer, vuelvo a decir, que los ancianos gaga gobernantes en Washington, Bruselas, o Tokio; cuando sus asesores les pregunten por la guerra chiquita de Colombia, les respondan con toda humildad parodiando a Bismark: ¿Por qué no dejamos que esos mafiosos se sigan matando y se acaben entre sí, mientras nosotros nos centramos en lo que realmente nos preocupa e interesa?

A fin de cuentas, a pesar del deterioro socioeconómico del país, reconocido incluso por las cifras del DANE, la situación en Colombia no es todavía grave o urgente. El maquillaje del sancocho histórico ha detenido el estallido social de los años pasados. Las pocas causas del conflicto reconocidas por el Acuerdo Santos-Timochenko/16, han sido prácticamente anuladas, pues lo implementado después de 7 años es irrisorio. AUV puede ser un matarife incómodo, pero Santos ha sido un verdadero cirujano estético que ha corregido y extirpado de fondo la deformidad:

1-El narco paramilitarismo no se ha desmontado y sigue campante su actividad deletérea dejando en su marcha un reguero de ajusticiados, gota a gota, para los informes periódicos de las ONG especializadas en Derechos Humanos que informan al convulso Mundo. 2-Tampoco la doctrina guía del bloque de poder, la contrainsurgencia, ha sido modificada, para no hablar de sustituida. 3-La Constitución neoliberal que ha cubierto con impunidad tales fenómenos sigue más vigorosa y blindada que nunca, y 4- El temido partido político en que se iban a convertir las cuadrillas insurgentes, ahora son una ONG oficial, cuyo objetivo es suplicar postrados por la implementación de tal Acuerdo/16.

5- Los principales efectos de la guerra chiquita colombiana, como la mentira oficial y el encubrimiento, la impunidad total, la falta de verdad para con los millones de víctimas y desaparecidos en hornos crematorios, en ríos, y en miles de fosas comunes. Así como la corrupción y el deterioro moral de la sociedad producidos por los narco-multimillonarios traficantes oficiales de armas, han sido convertidos en causas. Ya los insumisos, NO luchan por eliminar las causas estructurales del conflicto (olvidadas) sino por eliminar de la sociedad sus efectos:

Que se acabe la corrupción. Y, que se apliquen las recomendaciones que una costosísima comisión (proclive) de la llamada verdad oficial, documentada en un extenso informe, de una parte, sólo una parte, de los varios millones de casos de victimización producida por el largo y continuado Terror del Estado.

6- La tan cacareada solución política al conflicto interno colombiano, que desde hace 24 años escribíamos con mayúsculas, ahora es minúscula, convertida o reemplazada definitivamente por una Solución Jurídica, esta sí, en mayúsculas. Los guerrilleros que todavía siguen reclamando algún estatus político han sido despojados jurídicamente de él. Son narcotraficantes vinculados a rentas ilegales (no faltó el pretendido marxista que los catalogó con todas las letras de Burguesía Emergente), cuyo destino es negociar (ojo con el verbo) con la mata de la corrupción, la Fiscalía, su sometimiento a la justicia, para entrar a reforzar el capitalismo verde y humanitario que está en marcha, con un destino igual al de los clanes narco-paramilitares.

7-En fin. Que no se necesita ser astrólogo oficial residente cerca de la reliquia arqueológica de la Fuente de Lavapatas de San Agustín, Huila, Colombia, para prever con cierta exactitud, que la guerra chiquita va a continuar este año 2.024, en Colombia, con todos sus efectos convertidos en causas, y, pronosticar que conocidos los resultados de la elección regionales de alcaldes y gobernadores de Colombia, octubre del 2.023, y el éxito de la oposición al gobierno de Petro, liderada por la señora periodista Vicky Dávila, quien ha sabido utilizar, a su favor, la profunda crisis política en que se debate tanto la izquierda como la derecha colombianas, existe una alta probabilidad de que el gobierno del llamado pacto histórico, no vaya más allá de ser un episodio anecdótico.

Lo que nos lleva nuevamente a la pregunta planteada en el centro del sistema de Poder imperialista global, al comienzo de este escrito.

Fuente Imagen Internet. El Poder Global: Josep Borrell y Joe Biden.

♦♦♦

BLOG DEL AUTOR: Alberto Pinzón Sanchez

Siguenos en X …@PBolivariana