Por Crystina Martínez

Cristóbal Colón, el conquistador, el colonizador o el invasor, (el calificativo depende del punto de vista ideológico), el mismo que, financiado por la Reina Isabel de España, en 1492 llegó a saquear las tierras americanas, tuvo un duro encontronazo con la historia 512 años después. El 12 de octubre de 2004, cuando ya los venezolanos no conmemoraban el Descubrimiento de América, ni el Día de la Raza, sino el de la Resistencia Índigena y aunque por esa época la palabra “indignado” no estaba tan de moda, un grupo de jóvenes realmente indignados con la desigualdes sociales y  con la tergiversación y manipulación de la historia, se trasladó hasta el entonces llamado Paseo Colón de Caracas con el fin de hacerle un juicio simbólico al navegante genovés delante del llamado Monumento a Colón; efigie de bronce elaborada en 1904 por Rafael Cova y ubicada sobre un pedestal de 10 metros.

Al declarar rapidamente culpable a Colón (el jucio no tardó más de media hora) por uno de los genocidios más grandes que ha vivido la humanidad (según algunas fuentes, casi noventa millones de índigenas exterminados), los rebeldes procedieron, usando cuerdas de alpinismo, a tumbarlo si ninguna contemplación, sin una gota de piedad. La televisión, como siempre tan oportuna, transmitió el acontecimiento cuando ya se disponían aquellos indignados a arrastrar la cabeza de Colón por las calles de Caracas hasta llegar al Teatro Teresa Carreño donde se llevaba a cabo un acto conmemorativo en honor a los pueblos originarios de Nuestra América.

Micrófono mediante, los periodistas presentes, interrogan apresuradamente a los manifestantes: “Esto no es patrimonio histórico, es el símbolo de una conquista que fue una globalización a sangre y fuego”, dijo Vitelio Herrera un estudiante de filosofía que participó en la protesta.

“No estoy de acuerdo, es algo histórico para recordar,” expresó José Luis Maita, un asistente de farmacia que presenció el suceso junto a su esposa y dos pequeñas hijas.

Al mismo tiempo, y por un medio de comunicación del Estado, el entonces Alcalde de Caracas, Freddy Bernal, condenaba la acción, diciendo que el gobierno municipal estaba atento a realizar cambios de ubicación del patrimonio de la ciudad, pero no por vías “anárquicas”.

En el lugar del acontecimiento, una señora, quizás de unos 70 años, que pasaba muy cerca a los rebeldes que arrastraban la estatua como Melquiades los lingotes metálicos en Macondo, hizo un ademán en señal de que pararan la escena, parecía no comprender lo que estaba sucediendo. Ya concedida la petición, la mujer miró fijamente a la “víctima”, y al cerciorarse de que se trataba, no de cualquier monumento, no de cualquier persona, sino de aquel tirano que yacía en el suelo, no perdió la oportunidad de caerle a golpes con la cartera que llevaba consigo, hubiese querido, imagino yo, pegarle con un mandarria, o darle un buen disparo en la frente, pero por falta de suerte solo eso tenía, una simple cartera. Lo golpeaba con ella sin parar y le gritaba cosas que seguro ningún televidente alcanzó a oír ni a descrifrar. Esta acción la había capturado las cámaras de televisión pero en un segundo plano y lamentablemente a ningún periodista, ya sea motivado por la curiosidad, el sensacionalismo o por la comprensión de la complejidad humana, se le ocurrió recoger el testimonio de aquella indignada, puede que las más vieja de todos los presentes.

El resultado de esta inesperada jornada que dejó perplejo al mismísimo Presidente de la República, quien hizo publico y notorio su desacuerdo con aquel proceder, terminó con un saldo de cinco rebeldes detenidos por la policía. Los opinadores de oficio (los mismos de siempre) no escatimaron al momento de usar términos peyorativos para referirse a  los indignados : “vándalos”, “malcriados”, “cinco idiotas”, “lumpen”.

Por fortuna, con el paso de los años, aquella protesta que hizo que Colón comiera polvo caraqueño, tuvo sus frutos. Nunca más volvió al pedestal de 10 metros, nunca más se alzó como un héroe en el centro de Caracas,  por el contrario, en su lugar luce radiante y altivo, desde el año 2009, uno de los líderes del levantamiento indígena contra la colonización española a mediados del siglo XV:  el Cacique Guaicaipuro.

Fuente: http://unguajiroilustrado.wordpress.com