Por Alberto Pinzón Sánchez*
Imagen: Portaaviones más grande del mundo. USS Gerald R. Ford.
Gramsci, obviamente concernido con la revolución china de Sun Yat-Sen en 1911, se ocupó de la temática dual histórico-geográfica entre un Occidente democrático y el Oriente despótico, establecida como una grieta civilizatoria desde la época de la Ilustración europea y un poco más tarde, presentada por los publicistas e ideólogos del Capital financiero como una contradicción antagónica casi irresoluble. Como estratega comunista, intentaba responderse y responder a sus camaradas la pregunta que se hacía constantemente:
Por qué razón, la revolución bolchevique realizada en una sociedad “Oriental”, había triunfado y sostenido el Poder del Estado mientras que, en una sociedad Occidental, el Movimiento de los Consejos en el norte de Italia dirigido y sustentado durante el Bienio Rojo por el Partido comunista por Él fundado, había sido derrotado e incluso había dado paso al surgimiento del Fascismo de Mussolini.
Y, es en ese despliegue investigativo donde se halla la riqueza y complejidad teórico-práctica del Marxismo de Gramsci: Llegar con la máxima profundidad posible, con conceptos novedosos como sociedad civil, Estado moderno, hegemonía, coerción, ataque frontal o guerra política de movimientos, estrategia de desgaste o guerra política de posiciones, etc (entre los más conocidos) para explicar la diferencia, la diversidad, la complejidad, de una sociedad como la Rusa zarista; donde a pesar del desarrollo capitalista demostrado por Lenin en su voluminoso estudio sobre esta temática, no había desarrollado a plenitud y con profundidad una revolución democrático-burguesa liberal con su institucionalidad y su superestructura compleja y la sociedad civil (diferente de la sociedad política Estatal) seguía siendo “gelatinosa”, poco desarrollada; con un aparato Estatal de coerción y represión sobre desarrollado y preponderante (aunque en descomposición por el fraude, la corrupción y la violencia extraeconómica) fácil de derrocar con un ataque frontal fulminante como el realizado por los Bolcheviques en 1917.
Frente a una sociedad como la europea occidental y noratlántica, con un capitalismo financiero desarrollado técnica y tecnológicamente y con una historia relativamente prolongada de avances y progreso institucional y superestructural demo-burgués, donde la sociedad civil también había adquirido cierto desarrollo o robustez y, la clase dominante (frente al proletariado y demás clases subalternas) y dirigente (frente a las otras fracciones burguesas y aliados como los terratenientes) y el Estado, si bien, usaba la coerción como último recurso, basaba su o su dominación en el consenso o hegemonía, y se daba un cierto equilibrio entre el Estado (o sociedad política) y la sociedad civil; donde la maniobra política para su derrocamiento era más complicada y difícil, exigiendo una estrategia de desgaste, de reforma intelectual, moral y cultural y un avance combinado hasta que el proletariado unido (no solo en alianza) sino formando un verdadero Bloque de Poder Antihegemónico, pudiera llegar al Poder del Estado, a tomar sus aparatos de hegemonía y coerción, y retenerlo.
Había quedado claro que la complejidad del pensamiento dialéctico “abierto” de Gramsci, en constante lucha, cambio y superación, en ningún caso escolástico, dicotómico, estanco o de tipos ideales inmutables como los propuestos por Max Weber y sus seguidores en la socialdemocracia revisionista, chocaba abiertamente con la Filosofía de la Praxis que estaba proponiendo.
La sociedad civil en Oriente no era un “opuesto” dialéctico a la sociedad civil del Occidente. Simplemente eran o son sociedades diferentes, con desarrollos socio históricos particulares y singulares y en cada una de ellas los explotados, los dominados y sometidos por el Capital generalizado, deben tener en cuenta estas diferencias para establecer una adecuada estrategia política antihegemónica y emancipadora definitiva.
Hoy en día, ha pasado mucha agua por debajo de los puentes desde que se conocieron las recomendaciones analíticas de Gramsci, y el mundo actual globalizado del capitalismo robótico y digitalizado es cada día más diverso y complejo. Sin embargo, como una pesadilla sin fin, vuelve a aparecer el “amenazante” fantasma de una guerra atómica generalizada y hasta global, que la experiencia de Hiroshima y Nagasaki de 1945, suponía haber enviado al basurero de la civilización humana:
Potencias rivales del “Oriente despótico” y dictatorial (estigmatizadas como Eurasia) enfrentadas al “Occidente democrático”(de la Troika capitalista del sistema global del imperialismo (EEUU- Europa-Japón con sus aliados y Estados clientes o cipayos) agrupados en esa pavorosa máquina de guerra llamada OTAN (de la cual forma parte Colombia) que, después de varias décadas de haber sometido al globo al experimento de dominación por destrucción en Yugoslavia, en Afganistán, en Irak, Siria, en el Oriente próximo Palestina, en Libia, Yemen, Somalia, en Cuba, Centroamérica, Colombia, Venezuela, etc. Donde como su nombre lo indica, se usan “todos los medios de lucha” que posea cualquier Estado por simple que sea, es decir de hegemonía y coerción, que sus publicistas han denominado con el insulso nombre de guerra híbrida, y se despliegan y se usan mediáticamente en vivo y en directo, todos los procedimientos y medios de guerra conocidos y por experimentar, legales e ilegales, convencionales o irregulares, legítimos e ilegítimos, psicológicos y materiales; de amenazas monstruosas con aviones hipersónicos invisibles armados con cohetes atómicos desconocidos, submarinos nucleares, mega-portaaviones de propulsión atómica a chorro, que son como una base militar estadounidense flotante en las aguas cálidas del mar Caribe venezolano, a la espera que la guerra en Ucrania llegue a su final ( como está llegando) para iniciar la nueva aventura militar en Nuestramérica con la cual se pretende ocultar mediáticamente la catástrofe destructiva que se desarrolla en el centro de la Europa Occidental, paradigma mediático de democracia y civilización.
Obviamente, los seguidores de la Filosofía de la Praxis, definitivamente tenemos que agradecer eternamente a Gramsci, por haber legado a sus descendientes y seguidores dos conceptos que considero básicos en este momento:
UNO, que el Estado es un híbrido de hegemonía y coerción. Una quimera medieval. Un centauro como lo concibió Maquiavelo hace más de 500 años, mitad razón humana y mitad fuerza bruta.
DOS, que la política se convierte en guerra y dialécticamente en su contrario, es decir, la guerra se transforma en politica. Confirmando la modernidad del pensamiento de Maquiavelo, sobre la centralidad en la guerra del azar” (fortuna) y de la “virtud” (talento, inteligencia, maña, etc) del príncipe moderno o partido, que la dirige, y su confluencia con el teórico de las guerras capitalistas napoleónicas entre Estados (Clausewitz) quien estableció en su tan citado como poco leído libro Sobre la Guerra lo siguiente:
“La guerra no es, pues, no sólo un verdadero camaleón, por el hecho de que en cada caso concreto cambia de carácter, sino que constituye también una singular trinidad, si se la considera como un todo, en relación con las tendencias que predominan en ella. Esta trinidad está integrada tanto por el odio, la enemistad y la violencia primigenia de su esencia, elementos que deben ser considerados como un ciego impulso natural, como por el juego del azar y de las probabilidades, que hacen de ella una actividad desprovista de emociones, y por el carácter subordinado de instrumento político, que la inducen a pertenecer al ámbito del mero entendimiento.
«El primero de estos tres aspectos interesa especialmente al Pueblo; el segundo, al comandante en jefe y a su ejército, y el tercero, solamente al gobierno. Las pasiones que deben prender en la guerra tienen que existir ya en los pueblos afectados por ella; el alcance que logrará el juego del talento y del valor en el dominio de las probabilidades del azar dependerá del carácter del comandante en jefe y del ejército; los objetivos políticos, sin embargo, incumbirán solamente al gobierno.” (von Clausewitz Carl. De la Guerra)
Fuente Imagen Internet: El USS Gerald R. Ford, considerado el portaaviones más grande del mundo, entró el 11 de noviembre en el área de responsabilidad del Comando Sur| Foto The U.S. Navy ‘s Gerald R. Ford Carrier Strike Group
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