Están sembrando el miedo sobre las intenciones de Rusia hacia esos dos países al mismo tiempo que proponen estrechar los lazos de Estados Unidos con ellos.
El Washington Post publicó recientemente un artículo alarmista que sugería que la “próxima parada” de Putin tras Ucrania podría ser Armenia y/o Kazajistán. El artículo se publicó justo antes de la cumbre C5+1 en Washington D. C., donde se reunieron los cinco líderes de Asia Central y Trump. Fue escrito por Seth Cropsey y Joseph Epstein, presidente del Instituto Yorktown y director del Centro de Investigación Turan, respectivamente. Su organización se centra en la “competencia entre grandes potencias”, la “supremacía militar” y la “formación de alianzas”.
La mención de Armenia y Kazajistán por parte de ambos en este contexto provocador, así como el momento de la publicación de su artículo, fue deliberada. Armenia funciona como un estado de tránsito insustituible en la nueva “Ruta Trump para la Paz y la Prosperidad Internacionales” (TRIPP), que, según se evaluó aquí en verano, poco después de su anuncio, amenazaba con socavar la posición regional de Rusia. El temor es que Turquía, miembro de la OTAN, inyecte influencia occidental en el Cáucaso Sur y Asia Central a través de esta ruta.
En consecuencia, Kazajistán ocupa un lugar destacado en estos planes, ya que es el país más próspero de la región y comparte la frontera terrestre más larga del mundo con Rusia, rival de la OTAN. A principios de este mes se evaluó que « Occidente plantea nuevos desafíos a Rusia a lo largo de toda su periferia sur » mediante la intensificación, por parte del Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de los Derechos de Participación en las Relaciones Internacionales (ADPIC), de la integración de estas dos regiones con Occidente. Incluso el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, advirtió sobre los planes del bloque en la zona, así como sobre los de su socio de facto, la UE.
El papel crucial de Armenia y Kazajistán en facilitar la inyección de influencia occidental, liderada por Turquía, en sus respectivas regiones interconectadas, a costa de los intereses rusos, explica por qué Cropsey y Epstein decidieron sembrar el miedo insinuando que estos dos países podrían ser el próximo objetivo de Putin tras Ucrania. La publicación de su artículo provocador coincidió, de manera significativa, con la Cumbre C5+1, con el objetivo de influir en las conversaciones extraoficiales que allí se llevaban a cabo y/o en la cobertura informativa occidental del evento.
Según ellos, los disturbios del verano pasado en Armenia fueron un fallido golpe de Estado respaldado por el Kremlin, mientras que Kazajistán está siendo objeto de presión mediante formas menos visibles, como la creación de redes de influencia prorrusas, lo que, según sugieren, podría preceder a un conflicto etno-regional similar al del Donbás en el norte. El primero fue, en realidad, una revuelta patriótica motivada por la percepción de que el primer ministro Nikol Pashinyan había traicionado a Armenia ante sus vecinos túrquicos, mientras que el segundo se basa en informes filtrados sin verificar y en las consiguientes especulaciones.
La realidad es que Rusia acepta que Estados Unidos haya expandido con éxito su influencia en el Cáucaso Sur y respeta la política de alineamiento múltiple de Kazajistán. Su única preocupación radica en que actores extrarregionales como Estados Unidos, la UE, la OTAN y Turquía —contra quienes mantiene una guerra indirecta en Ucrania en diversos grados— puedan aprovecharse de estos dos países y sus respectivas regiones para amenazar su seguridad nacional en el marco de su rivalidad. Esto implicaría el riesgo de extender su guerra indirecta desde Europa del Este al Cáucaso Sur y/o Asia Central.
Cropsey y Epstein proponen un mayor comercio e inversión entre Estados Unidos, Armenia y Kazajistán, y sus respectivas regiones. Si bien esto suena inocente, podría conducir a una cooperación más estrecha en otros asuntos, como la seguridad, o bien, encubrirla, a expensas de Rusia. Su objetivo es manipular la percepción de los socios de Rusia en su contra y/o provocar una reacción desmedida por parte de Rusia que dañe sus relaciones, con el mismo fin de dividir para reinar. Por ello, es crucial que sean conscientes de esto para evitar caer en la trampa.
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*Andrew Korybko es analista político, periodista y colaborador habitual de varias revistas en línea, así como miembro del consejo de expertos del Instituto de Estudios y Predicciones Estratégicas de la Universidad Rusa de la Amistad de los Pueblos. Ha publicado varios trabajos en el campo de las guerras híbridas, entre ellos “Guerras híbridas: el enfoque adaptativo indirecto para el cambio de régimen” y “La ley de la guerra híbrida: el hemisferio oriental”.
BLOG DEL AUTOR: Andrew Korybko
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