Por Alberto Pinzón Sánchez*
Varios hechos trascendentales (locales como internacionales) marcaron la “praxis” teórico-práctica del fundador del Partido Comunista italiano Antonio Gramsci. Uno de ellos fue la amarga derrota del Movimiento de los Consejos (bienio rojo) ocurrido en 1921 en las principales ciudades del norte italiano, aceleradamente industrializado durante la primera guerra mundial con el fin de suplir necesidades militares y técnicas, y sostener la producción alcanzada.
Martin Clark, profesor de la Universidad de Edimburgo, Inglaterra, escribió un importante y bien documentado libro, “neutral”, titulado “Antonio Gramsci and the Revolution that failed”, editado en 1997 por la Universidad de Yale, que desafortunadamente no ha sido traducido al castellano. En el capítulo primero The Great War and its Impact, muestra desde la primera frase que, el Movimiento de los Consejos en Italia, como contraparte en otros países, fue un producto de la de la Primera Guerra Mundial y, dedica el capítulo y gran parte del libro a mostrar los efectos de esta guerra en la industria italiana, en las actividades y el papel del Estado, y en los niveles de vida, el descontento popular y la existencia de movimientos obreros. [1]
Gramsci lo dejó escrito en sus detenidos análisis sobre las causas de esta dura derrota politica, tanto en el norte italiano industrializado como “en el mundo subdesarrollado del sur de Italia” (semejante al mundo subdesarrollado del resto del globo) golpeado fuertemente por el dominio brutal y violento de la burguesía agraria (los llamados agrarios) y los latifundistas. Pero, donde centra su atención, es en los efectos deletéreos e impactos en la mayoría de esferas de la vida material, espiritual de los individuos y las sociedades, tanto italiana como europea, euroasiática y en todo el mundo colonial, causados por usó la desastrosa y sangrienta I guerra mundial.
Es en esta coyuntura histórico-militar de alta complejidad, durante la cual se desarrollan una serie de acontecimientos sociales de gran impacto en el mundo conocido, en especial sobre la clase obrera citadina en el norte italiano que él y sus camaradas pretenden conducir revolucionariamente: La gran revolución de octubre en Rusia; la insurrección espartaquista en Alemania; la revuelta socialista de Baviera; la república soviética de Hungría (excepto la revolución Bolchevique, la mayoría derrotadas en sus inicios), el desmoronamiento de los grandes imperios; el austro-húngaro, alemán, ruso y turco-otomano; el principio del fin del colonialismo inglés en China y la India; del colonialismo francés en Indochina y Noráfrica, y del colonialismo holandés en Java, Sumatra y Borneo, etc.
Confrontación militar generalizada como fenómeno socio-político y militar a nivel global, que se constituyó en obligado punto de referencia y reflexión intelectual y política de la praxis gramsciana en especial durante su militancia en la Internacional Comunista, organización proletaria concernida e interesada en todos estos problemas geoestratégicos ocasionados por el despertar del mundo del trabajo explotado y sometido a dominio colonial eurocéntrico en la I postguerra.
Gramsci, según sus biógrafos no conocía muy profundamente la obra del General Clausewitz sobre “La Guerra”, porque en la Italia de aquellos años, la difusión de esta teorización militar no era muy extensa y su conocimiento del general prusiano provenía de las referencias de Lenin y demás bolcheviques y comunistas, quienes siguiendo el comentario de Marx sobre el General, habían popularizado en la Internacional Comunista, el modo dialéctico de pensar de Clausewitz, con su conclusión de que la guerra era una extensión de la política.
Conclusión dialéctica e histórica, que Gramsci no abandonará en su complicada praxis revolucionaria sino por el contrario, en sus reflexiones contra el fascismo en la mazmorra a donde lo tiró el duce fascista Mussolini a que se pudriera, tratará de ampliar, transmitir a sus discípulos para que se aplicara en la transformación de la coyuntura que estaban viviendo.
Gramsci, tempranamente impresionado por el ejemplo de la estrategia bolchevique desplegada por Lenin para tomar el Poder del Estado y retenerlo; polemizando con otros bolcheviques, comunistas e internacionalistas (Rosa Luxemburgo, Trotsky, etc) lleva más allá de sus referencias históricas favoritas (Maquiavelo y Clausewitz) la ciencia de la estrategia, al plantear con una terminología militar muy en boga en la postguerra que acababa de pasar:
El paso de la “niederwerfung strategie” o estrategia de derrocamiento usada por Napoleón en sus correrías imperiales y analizada por el general Clauzewitz, que Gramsci incorporó a su léxico como “guerra de maniobra”, en donde la batalla final según el general prusiano equivale en el comercio al pago de contado; comparada con la estrategia dominante durante la gran y primera guerra mundial acabada de pasar, que políticamente traduce como “Ermattungs strategie” o estrategia de desgaste o “guerra de posiciones” (o pago a crédito) que conducirá hacia la toma táctica de trincheras, zanjas, casamatas, fortificaciones y bunkers, que finalmente conducen a la victoria estratégica del largo plazo.
Miremos in extenso la cita gramsciana más referenciada, discutida y citada; extraída del libro “Antonio Gramsci Antología”. Selección de Manuel Sacristán [2].
…” Paso de la guerra de movimiento (y ataque frontal) a la guerra de posiciones también en el campo político. Esta me parece la cuestión teórica política más importante planteada por el periodo de la posguerra y la más difícil de resolver acertadamente. Está relacionada con las cuestiones suscitadas por Bernstein (Trotski o Lev Davidóvic Bernstein), el cual puede considerarse, de un modo u otro, como el teórico del ataque frontal en un periodo en el cual ese ataque solo es causa de derrotas. Este paso en la ciencia política no está relacionado con lo ocurrido en el campo militar, sino indirectamente (mediatamente), aunque, desde luego hay una relación esencial entre ambos. La guerra de posición requiere sacrificios enormes y masas inmensas de población; por eso hace falta en ella una inaudita concentración de la Hegemonía y, por tanto, una forma de gobierno más “interventista” que tome más abiertamente la ofensiva contra los grupos de oposición y organice permanentemente la “Imposibilidad” de disgregación interna con controles de todas clases, políticos, administrativos, etc, consolidación de las “posiciones” hegemónicas del grupo dominante, etc. Todo eso indica que se ha entrado en una fase culminante de la situación político-histórica, porque en la política “la guerra de posición”, una vez conseguida la victoria en ella, es definitivamente decisiva. O sea: en la política se tiene guerra de movimiento mientras se trata de conquistar posiciones no decisivas y, por tanto, no se movilizan todos los recursos de la Hegemonía del Estado; pero cuando por una u otra razón esas posiciones han perdido todo valor y solo importan las posiciones decisivas, entonces se pasa a la guerra de cerco, comprimida, difícil, en la cual se requieren cualidades excepcionales de paciencia y espíritu de invención. En la política el cerco es recíproco, a pesar de todas las apariencias, y el mero hecho de que el dominante tenga que sacar a relucir todos sus recursos prueba el cálculo que ha hecho acerca de su adversario. (CVIII; PP 71)” Antología. pág. 292.
Es decir, aparentemente, Gramsci muestra una dicotomía que siguiendo su indicación de llevar la guerra a la política se pudiera simplificar, por una parte, en una estrategia política de “ataque frontal permanente”, y de otra parte, en una estrategia política de desgaste y de ir tomando posiciones (no solamente las zanjas y trincheras militares, etc) sino mediante una lucha de ideas, tomar el sinnúmero de instituciones y casamatas super estructurales, jurídico -ideológicas, intelectuales, culturales, ético-morales, que soportan el poderoso bunker dominante.
Gramsci, está planteando el problema central que atormentó su cerebro durante tanto tiempo: el de cómo conseguir la Hegemonía popular o lograr una Contra-hegemonía, que permita al proletariado aliado con el campesinado pobre y demás clases explotadas y subordinadas llegar al Poder del Estado y sobre todo, retener ese Poder, sus aparatos de Hegemonía llamados por Althusser Aparatos Ideológicos de Estado (AIE), así como también, los aparatos de muerte y coerción.
En definitiva, la guerra de posiciones gramsciana no es otra cosa que el complejo y contradictorio proceso de lograr la misma Hegemonía.
¿Acaso Gramsci está planteando una sola vía para tal cometido? Es claro que su pensamiento no va en esa dirección “única” como lo han planteado sus manipuladores reformistas obsesionados con el cretinismo parlamentario. La dicotomía, para una mente dialéctica no es una contradicción excluyente, sino lo contrario. Una se puede transformar en otra como queda claro en la cita. Se pueden y se deben usar todas las posibilidades de adelantar la lucha política de ideas y la lucha de clases con el objetivo supremo y trascendente de emancipar al proletariado y demás clases subalternas de la explotación y la dominación capitalista.
La advertencia que hacetambién es clara. Vuelvo a la cita anterior:
“O sea: en la política se tiene guerra de movimiento mientras se trata de conquistar posiciones no decisivas y, por tanto, no se movilizan todos los recursos de la hegemonía del Estado; pero cuando por una u otra razón esas posiciones han perdido todo valor y solo importan las posiciones decisivas, entonces se pasa a la guerra de cerco, comprimida, difícil, en la cual se requieren cualidades excepcionales de paciencia y espíritu de invención. En la política el cerco es recíproco, a pesar de todas las apariencias, y el mero hecho de el dominante tenga que sacar a relucir todos sus recursos prueba el cálculo que ha hecho acerca de su adversario” (Antología Citada)
Así las cosas, en una época tan crítica para la civilización como la actual, de tanta incertidumbre y confusión entre la guerra híbrida moderna o de última generación y la política del miedo, la amenaza y el terror genocida, es de esperar que los elementos básicos planteados por Gramsci en el análisis de cómo se transforma la guerra en su contrario, la política, sean tenidos en cuenta, reexaminados, enriquecidos con todo nuestro acervo nuestroamericano anticolonialista, antiimperialista y anticapitalista, y reactualizados por la ya centenaria práctica política de los pueblos de Nuestramérica en su camino histórico hacia su liberación definitiva.
Referencias:
[1] Clark Martin. Antonio Gramsci and the Revolution that Failed. Yale University Press. 1977. pp 13.
[2] Sacristán Manuel Antonio Gramsci Antología. SXXI editores. México 1977.
Fuente Imagen Internet.
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