Afortunadamente, se celebrará una Cumbre Popular en Belém do Pará, coincidiendo con la COP, en la que participarán movimientos ecologistas, campesinos, indígenas, feministas, ecosocialistas y otros, debatiendo soluciones reales a la crisis ecológica y manifestándose en las calles de esta ciudad brasileña para protestar contra la inacción de los gobiernos y reivindicar la necesidad de romper con el sistema. Son los sembradores del futuro, que rechazan la resignación y el conformismo.
Michael Löwy* |
El futuro no se logrará resignándose a adaptarse al colapso, sino teniendo el coraje de prevenir sus causas.
Como sabemos, la COP30, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, se celebrará este año, en noviembre, en Belém do Pará. Esto inspira esperanza, ya que se celebrará en un país gobernado por la izquierda, bajo el liderazgo del presidente Luiz Inácio Lula da Silva. Sin embargo, cabe destacar que el país más contaminante del mundo, Estados Unidos, estará ausente, puesto que Donald Trump —un negacionista acérrimo de la crisis climática— retiró a su país de este foro internacional.
Lamentablemente, una reciente decisión de las autoridades brasileñas ensombrece esta reunión: la autorización para explorar en busca de petróleo en el lecho marino cercano a la desembocadura del río Amazonas. Los ambientalistas brasileños denuncian esta decisión, que representa un enorme riesgo —en caso de accidente durante la perforación en alta mar— de una catástrofe que destruya los frágiles ecosistemas de la selva amazónica.

Además, si las enormes cantidades de petróleo depositadas en el lecho marino de esa región se extraen, se comercializan y se queman, esto contribuirá decisivamente al cambio climático.
En estas circunstancias, ¿qué cabe esperar de esta COP30? Hay que decir que el balance de las 29 anteriores no es nada glorioso: si bien es cierto que se adoptaron algunas resoluciones, nunca se pusieron en práctica. Las emisiones no han dejado de crecer, la acumulación de gases de efecto invernadero ha alcanzado proporciones sin precedentes y ya se ha llegado al peligroso límite de 1,5 °C (por encima de los niveles preindustriales).
¿Cuáles son las ambiciones de los organizadores de la nueva COP? Podemos hacernos una idea leyendo una reciente entrevista con André Correa do Lago, designado por Lula para presidir la COP30. Diplomático con amplia experiencia en desarrollo sostenible, actualmente es Secretario de Clima, Energía y Desarrollo del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil. En dicha entrevista, Correa do Lago afirma: «Me gustaría mucho que la gente recordara la COP30 como una COP de adaptación».

¿Qué significa esto?
Ciertamente, es necesario adaptarse a las consecuencias del cambio climático —incendios forestales, tornados, inundaciones catastróficas, temperaturas insoportables, sequías, desertificación, escasez de agua dulce, aumento del nivel del mar, etc. (la lista es inmensa)—, especialmente en los países del Sur Global, las primeras víctimas de este daño.
Pero priorizar la “adaptación” sobre la “prevención” es una forma indirecta de resignarse a la inevitabilidad del cambio climático. Es un discurso que se escucha cada vez más entre los líderes de diferentes países del mundo.
La lógica detrás de este argumento es simple: dado que es imposible prescindir de los combustibles fósiles, el transporte globalizado de mercancías, la agricultura industrial y otras múltiples actividades económicas responsables del cambio climático pero necesarias para el correcto funcionamiento de la economía capitalista, no nos queda más opción que adaptarnos.

Si bien la adaptación puede ser posible al principio, un cierto aumento de temperatura —¿dos grados? ¿tres grados? Nadie puede asegurarlo— la hará imposible. ¿Cómo podremos adaptarnos si la temperatura supera los 50 grados? ¿Y si el agua potable escasea? Podríamos multiplicar los ejemplos.
No nos queda mucho tiempo para evitar una catástrofe que ponga en peligro la supervivencia humana en este planeta. Y, al contrario de lo que piensan habitantes de Marte como Elon Musk, no hay un Planeta B. Si la COP30 prioriza la adaptación sobre la prevención, será recordada como la COP de la capitulación.
Afortunadamente, se celebrará una Cumbre Popular en Belém do Pará, coincidiendo con la COP, en la que participarán movimientos ecologistas, campesinos, indígenas, feministas, ecosocialistas y otros, debatiendo soluciones reales a la crisis ecológica y manifestándose en las calles de esta ciudad brasileña para protestar contra la inacción de los gobiernos y reivindicar la necesidad de romper con el sistema. Son los sembradores del futuro, que rechazan la resignación y el conformismo.

Michael Löwy (Sao Paulo, Brasil, 1938) es sociólogo y filósofo marxista franco-brasileño. En 2001 fue coautor del Manifiesto Ecosocialista Internacional. Es un gran especialista del hecho religioso y en particular, de lo que él mismo define como cristianismo de liberación (conocido como teología de la liberación). La producción científica de Löwy ha sido muy variada, aunque cabe destacar su interés por la sociología de la cultura y, en especial, por la sociología de la religión. Se ha centrado también en la sociología del conocimiento, el mesianismo y las utopías en la cultura judeo-germana, Marx y el marxismo, el nacionalismo y el internacionalismo, entre otros ámbitos. Löwy es desde 1978 director de investigaciones del Centre National pour la Recherche Scientifique (CNRS). En 1981 comenzó a enseñar en la prestigiosa École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) de París y en 1984 le fue otorgada la medalla de plata del CNRS al mejor investigador social. Actualmente es director de investigaciones emérito de dicha institución y sigue ejerciendo la docencia en la EHESS. Además, forma parte del consejo de redacción de revistas como Actuel Marx, ContreTemps y Écologie et Politique, y es conferenciante del Instituto Internacional para la Investigación y la Formación de Ámsterdam (IIRF). Löwy vive en París desde donde, además de relacionarse con las corrientes marxistas revolucionarias europeas, mantiene intensos nexos, políticos e intelectuales, con Brasil. Ha participado, desde sus inicios, en el Foro Social Mundial donde ha presentado diversas ponencias. Es coautor del Manifiesto Ecosocialista Internacional (con Joel Kovel). También fue uno de los organizadores del primer Encuentro Ecosocialista Internacional, celebrado en París en 2007. En El Viejo Topo ha publicado su libro Cristianismo de liberación.
Perspectivas marxistas y ecosocialistas (2019) :https://www.elviejotopo.com/autor/michael-lowy/
Fuente: Movimiento de los sin tierra
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