En los últimos días, las declaraciones del candidato presidencial de extrema derecha José Antonio Kast (Partido Republicano), han causado un gran revuelo en la elite política chilena de forma transversal, pues dicho candidato ha señalado que gobernaría “por decretos” y haciendo uso de resquicio legales, además de enfatizar que el parlamento chileno “no es tan relevante”.
Lo que por cierto ha reavivado un debate central, la pregunta que surge es… ¿con la extrema derecha en el gobierno está en riesgo la democracia chilena? Y, sobre todo, ¿puede la actual arquitectura institucional facilitar un ejercicio autoritario del poder?
La herencia constitucionalvigente, redactada durante la dictadura cívico-militar de 1980, fue concebida para concentrar poder especialmente en el Ejecutivo y dificultar cambios estructurales, que fueran en beneficio de las grandes mayoría del país. Sin embargo, pese a reformas posteriores, la constitución de Pinochet aún contiene herramientas autoritarias que podrían ser usadas para gobernar con escaso control parlamentario.
Por ejemplo, con decretos con fuerza de ley, que permiten al presidente legislar en determinadas materias. Estados de excepción con amplias atribuciones para restringir libertades, como ocurre en la región de la Araucanía. Altos quórums legislativos que complican la aprobación de reformas contrarias al programa presidencial.
En manos de un gobernante con inclinaciones autoritarias y tendencias dictatoriales, estos mecanismos podrían reducir la deliberación democrática y la libertad ciudadana. Pues, además, estarían conculcados los derechos civiles y políticos, se desataría la persecución a los grupos políticos opositores y en especial a la izquierda, lo que significa que la democracia imperfecta chilena, con José Antonio Kast, estaría amenazada.
Históricamente, parte de la élite económica chilena ha respaldado gobiernos autoritarios si estos garantizan estabilidad y políticas económicas neoliberales. Sin embargo, el escenario de 2026 en adelante es distinto. Un gobierno percibido como represivo y polarizante podría provocar, protestas masivas y gran conflictividad social. Además de deterioro de la imagen internacional de Chile y caída de inversiones y tensiones comerciales.
La rebelión social de 2019 dejó en evidencia que, en un país con altos niveles de desigualdad social y diversos tipos de carencia, las políticas insensibles o represivas pueden gatillar protestas de gran magnitud. Si un eventual gobierno de extrema derecha restringiera derechos políticos y civiles mientras ignora demandas de justicia social, no sería descartable una respuesta ciudadana más radical, incluso con articulación sindical y políticas más sólida.
Aunque las propuestas económicas de Kast puedan resultar atractivas para para los grandes empresarios y el 1% más rico del país, el riesgo de un nuevo ciclo de inestabilidad podría crecer gradualmente con resultados catastróficos para los chilenos, lo que deberán meditar las organizaciones empresariales, todas de derecha y sus representantes políticos que defienden el legado de la dictadura cívico militar, como Chile Vamos.
De allí que Chile enfrenta la disyuntiva de elegir entre un modelo de gobierno con mayor profundización de la democracia y el Estado de derecho, o un gobierno dictatorial. Ahora, las recientes declaraciones de Kast no solo generan gran polémica política, abren además un debate profundo sobre la vigencia de la constitución fraudulenta heredada de la dictadura cívico militar, el rol de los poderes del Estado y la capacidad de los chilenos en su diversidad para evitar retrocesos democráticos. Lo que queda claro, es que las credenciales democráticas y de gobernabilidad de José Antonio Kast, están ampliamente cuestionadas.
La historia muestra que los pueblos no siempre perciben de inmediato los riesgos autoritarios o dictatoriales. Pero también demuestra que, cuando los derechos se ven amenazados, la reacción social puede ser contundente. En este sentido, las elecciones que se aproximan (noviembre) no solo decidirán un programa de gobierno, sino el tipo de democracia que Chile quiere preservar, entre democracia imperfecta o régimen autoritario de corte neofascista.
*BLOG DEL AUTOR: Eduardo Andrade Bone
Analista Político y Comunicador Social
WMP/PP/AIP
14/08/2025
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