Por: Ramón César González Ortiz.

En memoria de mi padre.
Corran a las colinas
El hombre blanco vino cruzando el mar
Nos trajo dolor y miseria
Mato nuestras tribus, mato nuestro credo
Tomo nuestro juego para su propia necesidad

Luchamos fuerte luchamos bien
Fuera en las llanuras les dimos infierno
Pero muchos vinieron demasiados para tener fé
Oh ¿seremos algún día libres?

Cabalgando a través de polvaredas y desiertos
Galopando duro en las llanuras
Cazando a los pieles rojas en sus guaridas
Peleando con ellos con su propio juego
Matando por libertad, una daga en la espalda
Mujeres y niños y ataques cobardes

Corre a las colinas, corre por tu vida
Corre a las colinas, corre por tu vida

Soldado azul en el desierto
Cazando y matando, su juego
Violando las mujeres y desperdiciando los hombres
Solo los buenos indios son dominados
Vendiendo su whiskey y tomando su oro
Esclavizando a los jóvenes y destruyendo a los viejos

Corre a las colinas, corre por tu vida…
Iron Maide.

Introducción.

El consumo de alcohol en comunidades indígenas en distintas partes del mundo fue introducido por los colonos europeos como un instrumento para la ocupación y apropiación de territorios, así como forma de pago, intercambio y parámetro de medida comercial.
Por ejemplo, los tramperos y los comerciantes de pieles ofrecían un vaso de ron a los indios cuando estaban en tratos con ellos. Y, una vez que se encontraban ebrios, se les despojaba de las pieles. En otras ocasiones el alcohol servía para arrancarles tratados inicuos, cuando no se utilizaba sin más para dormirlos y matarlos.
Luego entonces, el pago en especie con alcohol a los pueblos indígenas no sería una excepción, sino que se convertiría en un hecho generalizado, con algunas excepciones como los pertenecientes al Islam, que por razones religiosas no lo consumen.
Hasta volverse la distribución de alcohol en las poblaciones indias en un medio, entre otros, para debilitarlas. Ya que, la masificación del consumo de alcohol en sus comunidades, ha significado el deterioro de su calidad de vida impactando en la economía familiar y comunitaria, así como tiene una alta incidencia en la violencia familiar y social.
Hechos que llevaría a convertir el alcoholismo en distintas comunidades indígenas alrededor del mundo en un problema importante desde finales del siglo XVIIi. Siendo que, el alcohol además de cumplir con una función integradora y de facilitador social en rituales y festividades. También llevaría a exacerbar tensiones como el desempleo, la pobreza y la tendencia general a la pauperización de dichas comunidades.
Tal es el caso de Chile, donde los pueblos indígenas se han visto expuestos a condicionantes sociales, políticas, económicas y culturales particulares, diferentes a las de la población en general, que los han hecho más vulnerables a la depresión, el suicidio y el alcoholismoii.
De suerte que, las consecuencias del alcoholismo, si bien son graves problemas de salud pública en los núcleos urbanos, han tenido mayores repercusiones en regiones rurales e indígenas que no cuentan con acceso a servicios de salud y otros recursos. Llegando a ser el alcohol el principal causante de los casos de violencia intrafamiliar, violencia sexual, suicidios, homicidios, accidentes de trabajo, deudas y pérdidas económicasiii.
Todo lo cual ha llevado a que en nuestros días exista un patrón de alcoholismo, donde, sólo cambia el paisaje alrededor del planeta. Los mazahuas en el Estado de México, los pigmeos en Camerún, los samis en Noruega o los moken de Birmania.
El alcoholismo de los nativos de Norteamérica.

Las enfermedades, la disminución de la caza, la presión blanca y, sobre todo, el alcohol conocido como agua de fuego por los nativos Norteamericanos, sentarían las bases de su declive como sociedad.
A partir de que, muchos tratados y ventas de tierras indias se firmaron después de bacanales de alcohol, que los blancos distribuían con generosidad. De igual manera, inmensos lotes de pieles cambiaron de manos por unos barriles de whisky. Siendo que, cuando los indios se recuperaban de la ebriedad y preguntaban dónde estaban sus posesiones, les señalaban unos toneles vacíos.
Al respecto, quien llegaría a ser presidente de los Estados Unidos, William Henry Harrison, tenía un truco para distinguir rápidamente a los indios de zonas aún no invadidas por los blancos.
Los asimilados, decía, “están semidesnudos, sucios y debilitados por la embriaguez”. Los salvajes, sin embargo, “están por lo general bien vestidos, sanos y vigorosos”iv.
De ahí a la fecha, el abuso en el consumo el alcohol se ha convertido en el principal mal endémico de los nativos americanos. Siendo un hecho bien sabido que, en la inmensa mayoría de las reservaciones la esperanza de vida está por debajo de muchos países del tercer mundo; los índices de pobreza y desempleo en las mismas suelen ser del 40% o más; prima el alcoholismo y la dependencia de la asistencia social; sufren altas tasas de mortalidad infantil y bajo peso al nacer, así como tienen los más bajos niveles de educación y menores lapsos de vida que los blancosv.
Al respecto se puede señalar la Reserva India de Pine Ridge, que arrastra una tasa de desempleo del 90%, sus ingresos medios no llegan a los 4.000 dólares anuales, la mitad de sus habitantes vive por debajo del umbral de la pobreza, y el 80% padece alcoholismo, así como su esperanza de vida no sólo es la más baja del país sino también del Hemisferio Occidental si exceptuamos Haití.
Situación frente a la cual en Pine Ridge los hombres se mueren a los 48 años y las mujeres a los 52. Y a la cual se suman, unas infraestructuras deficientes, un alto número de suicidios, brotes de violencia pandillera surgida del tráfico de drogas y un historial de crímenes sin resolvervi.
El despojo de tierras hacia los maoríes y su alcoholismo.
En Nueva Zelanda, los europeos codiciosos de tierras causaron las guerras anglo-maoríes que se desarrollaron a mediados del siglo XIX (las Te Riri Pakehao «Las Guerras de los Blancos»). Y mediante las cuales, los maoríes se vieron despojados de sus tierras, lo cual tocaría la médula de su sociedad. Y que en la actualidad se viene expresando en que más del 90% del total de las tierras en Nueva Zelanda son propiedad del gobierno o está en manos de personas que no son maoríes.
De manera que, si bien las guerras en cuestión no tuvieron como finalidad, como en los Estados Unidos, exterminar a la población local, tuvieron como principio subordinarla al control británico e imponer su «civilización».
Aspectos que reflejarían sus resultados después de la segunda guerra mundial, luego de un éxodo rural forzado al que se verían sometidos los maoríes. Y de ahí, llegarían a las ciudades para unirse a la masa de trabajadores no calificados.
En tal sentido, los maoríes en la actualidad conforman un sector empobrecido dentro de la población de Nueva Zelanda. Sabiéndose que, 40% de la fuerza de trabajo de origen europeo ocupa puestos profesionales, administrativos y ejecutivos. Mientras que, sólo un 8% de la fuerza de trabajo maorí se encuentra en estas categorías en tanto que 50% son obrerosvii.
Lo cual ha convertido a los maoríes en forasteros en sus propias tierras, ya que, llegarían a las ciudades sin recursos y al carecer de bienes inmuebles, se verían especialmente afectados por el tema de los alquileres altos.
Lo cual, a su vez, ha derivado en que, en las zonas urbanas los maoríes tienden a concentrarse en los suburbios deprimidos. O peor aún, familias enteras se ven obligadas a vivir en la calle o depender de ayudas estatales aun con dos trabajos de jornada completa. Así, se sabe de muchas familias sin techo que habitan en ciudades como Auckland o Wellington.
Esquema de desigualdad que, también se ha reflejado en un elevado abandono escolar entre los adolescentes maoríes, una escasa presencia de ellos en las universidades y una tasa de desempleo que es casi dos veces la de los pakehas (término maorí que se refiere a los neozelandeses de ascendencia europea o a los habitantes blancos de Nueva Zelanda) —12,4% frente a 5,9% en 2015—viii.
Mientras que, en contraparte los maoríes sobrerrepresentan el grupo de población encarcelada, donde el número está por encima del 50% del total de los encarcelados —por encima del 60% en el caso de las mujeres maorís—.
Destacando así, el hecho de que la población de reclusas maorís es aún mayor que la de hombres en proporción a la población pakeha. En tanto que, muchas de las mujeres que quedan fuera de la cárcel deben afrontar la crianza de sus hijos solas, con el otro progenitor en prisiónix.
Llegándose así, a que la ausencia de padres se haya convertido en algo común. Mientras que, los padres que llegan a estar presentes a menudo se han dado al consumo de alcohol, a las drogas y a la violencia doméstica. Situación que ha venido arrojando niveles alarmantes de maltrato infantil en Nueva Zelanda, seguida de la tasa de infanticidio más altas de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico).
Escenario frente al que, muchos jóvenes maoríes se han refugiado en bandas, como un substituto de la familia. No obstante, esta situación los ha lanzado a una espiral descendente que comienza con la venta de drogas. Así como han tenido incidencia en altas tasas de suicidios, siendo que, dichas listas también las encabezan hombres maorís; y que para el caso de jóvenes maoríes es casi dos veces respecto a los no maorísx.

Bibliografía.

Monopolio de aguardiente y alcoholismo en Los Altos de Chiapas [texto]: un estudio “incomodo” de Julio de la Fuente (1954-1955) / Julio de la Fuente; coord. Margarita Sosa Suárez; selec. de txts. e introd. Stephen E. Lewis. – México : CDI, 2008.

La Jornada. El neoindigenismo de la 4T. Por: Gilberto López y Rivas. Viernes 4 de febrero de 2022.
TekCrispy. Discriminación de los maoríes estimula el consumo riesgoso de bebidas alcohólicas. POR ROMINA MONTEVERDE SEP 3, 2019.