Japón estaba transfiriendo todo a sus socios occidentales con la implícita esperanza de que luego lo apoyaran más en su propia parte del mundo.
Los medios de comunicación bielorrusos informaron a principios de este mes de que sus servicios de seguridad habían detenido a un espía japonés. Supuestamente había contraído un matrimonio ficticio que le ayudó a legalizar su estancia en el país, tras lo cual montó una empresa en Gomel para explicar sus viajes, incluidos los que hacía a la frontera. También enseñaba japonés. El espía supuestamente tenía más de 9.000 fotografías de carreteras, puentes e instalaciones militares y estaba en contacto activo con su embajada. Estos informes suscitaron muchas dudas, ya que pocos esperaban que Japón espiara a Bielorrusia.
Resulta que su base de operaciones en Gomel está en el punto de mira de Ucrania, como se explicó el mes pasado aquí , y es posible que el escrutinio adicional de los servicios de seguridad sobre todas las actividades allí como parte de sus medidas de precaución haya dado como resultado que finalmente lo atraparan. Su interrogatorio también reveló que estuvo involucrado en la fallida Revolución de Colores del verano de 2020 y que también había estado monitoreando la situación socioeconómica, incluida la disponibilidad y los precios de los bienes, así como la reacción de los lugareños al respecto.
Considerando la importancia de sus actividades, especialmente en el contexto de la situación especial operación , no habría forma de que se le permitiera continuar operando si alguien se hubiera dado cuenta antes de lo que estaba haciendo. Por lo tanto, es casi seguro que sólo apareció en su radar recientemente, como se especuló anteriormente. Esto significa que estuvo transmitiendo información altamente sensible durante los últimos dos años de la principal guerra por poderes de la Nueva Guerra Fría, lo que plantea la pregunta de por qué Japón querría hacer esto en primer lugar.
Lo que podría haber estado sucediendo es que Japón estaba pasando todo a sus socios occidentales con la esperanza implícita de que luego lo apoyaran más en su propia parte del mundo. Sus actividades más recientes también podrían haber jugado un papel en las recientes provocaciones con drones de Ucrania en Bielorrusia. De hecho, sus contactos podrían haberlo presionado para que asumiera más riesgos de lo habitual porque Occidente exigía más información para Ucrania, lo que podría haber contribuido a que finalmente lo atraparan.
Esta explicación es la más lógica, ya que Japón no podía actuar por sí solo con lo que ese espía no había descubierto durante todo este tiempo. También se informó de que estaba espiando las inversiones de la Iniciativa del Cinturón y la Ruta de la Seda de China, de las cuales la principal en Bielorrusia es el parque industrial «Gran Piedra» , lo que podría haber ocultado sus actividades más nefastas si lo hubieran descubierto antes en otras circunstancias. Después de todo, es mucho mejor que te pillen por realizar «inteligencia comercial» que por inteligencia militar.
En retrospectiva, no hay mucho que los servicios de seguridad podrían haber hecho mejor para detenerlo antes de tiempo. Estaba legalmente en Bielorrusia, tenía su propio negocio y, además, enseñaba japonés en una universidad local, lo que lo convertía en un inmigrante modelo. Nadie podría haber sospechado de manera plausible que estuviera tramando algo malo. Si hay algún aspecto positivo en este caso, es que el espía finalmente fue atrapado y ya no compartirá información con sus contactos para que se la pasen a Occidente y a sus representantes ucranianos.
♦♦♦
*Andrew Korybko es analista político, periodista y colaborador habitual de varias revistas en línea, así como miembro del consejo de expertos del Instituto de Estudios y Predicciones Estratégicas de la Universidad Rusa de la Amistad de los Pueblos. Ha publicado varios trabajos en el campo de las guerras híbridas, entre ellos “Guerras híbridas: el enfoque adaptativo indirecto para el cambio de régimen” y “La ley de la guerra híbrida: el hemisferio oriental”.BLOG DEL AUTOR: Andrew Korybko
Prensa Bolivariana 