Por: Eligio Damas 

He optado, desde hace bastante tiempo, por no escribir o mejor expresar mis acuerdos o discrepancias en mis trabajos, relacionándolos específicamente con quienes en este medio aparecen, que no sean referencias sustantivas, desde el punto de vista político, literario y del conocimiento en general, salvo en el caso venezolano sean personajes como Luis Britto o Vladimir Acosta, quienes pese, en alguna oportunidad pueda hasta discrepar de ellos, estoy obligado a reconocer que opinan e informan con sensatez, profundidad y la asepsia propia de quienes se sustentan en un pensamiento sustantivo y ajeno a impertinencias.

Y he adoptado esa actitud, porque evito que, al expresar una discrepancia específica con alguien en quien prevalece lo emocional, sea objeto de respuestas cargadas de sentimiento y acusaciones infundadas, como acontece en medios o redes como X, donde muchos de quienes a ella acceden, apelan a las descalificaciones e insultos y, en mi caso, quizás por mi avanzada edad y escuela, no estoy en estado de ánimo apropiado ni disposición para abordar ese tipo de debate.

Pero lamentablemente, la lectura temprana, de hoy domingo, después de la euforia generada en mí por el triunfo de la Vinotinto ante Ecuador, del artículo de Toby Valderrama, ahora colgado en Aporrea, titulado, «El golpe es una necesidad histórica, y es inevitable«, me alarmó y hasta preocupó que esa percepción, propuesta o deseo encuentra en un determinado espacio, el que en particular me preocupa, aceptación.

En ese artículo, Valderrama, intentando darle sustento y hasta honorabilidad a su propuesta hace la siguiente reflexión o mejor se vale de un curioso diagnóstico, según el cual en Venezuela «Se escenifica un enfrentamiento por la dirección de la restauración capitalista, entre el madurismo agotado y el maricorinismo emergente».

Según su curiosa y extraña o mejor ajena percepción al mundo real, la confrontación electoral que, en veces tiene mucho de otra cosa y poca de esto, es un enfrentamiento «por la dirección de la restauración capitalista«.

Sin duda, hay en esto un acomodo, algo así como poner la realidad de una manera tal que se pueda hallar como atacar al enemigo y fácilmente vencerlo. Lo que podría ser amarrarlo, poner sus piezas y fuerzas donde convenga a mi estrategia o proceder y hasta poner en boca de mi adversario algo que no dijo, pero me conviene que la gente crea, para volverlo una piltrafa.

Entonces Maduro y María Corina, no están en una lucha por el poder, donde una política neoliberal que se ha impuesto en el gobierno, por las razones que sean, se ve amenazada de ser sustituida por otra, casi de la misma particularidad, pero llena de gozo y al estilo Milei, el actual presidente de Argentina, para quien casi toda inversión del Estado es un gasto inútil que hay que eliminar y privatizar, como decíamos cumaneses «hasta el modo de caminar», sino por «restaurar el capitalismo», dando por un hecho que antes había sido desaparecido o sustituido por un modelo diferente. Y para decirlo conforme a lo que algunos dicen por convencionalismo, pese sepan que nos caen a mentiras, según ese juicio, Maduro desbarató un modelo socialista, «listo y puesto», que aquí había, y está instaurando el capitalismo y la señora MCM, pone de candidato a Edmundo, para hacer lo mismo y hasta mejor. Y digo mejor, dado que Valderrama habla del «maricorinismo emergente».

Pero el Toby no quiere que el capitalismo sea «restaurado». Sería sensato, verdadero decir, que no queremos que el neoliberalismo se profundice y volvamos a unas políticas donde el interés nacional y los derechos de las mayorías, como los relativos al salario y buenos y eficientes servicios públicos prevalezcan y pongamos freno a la tendencia a entregar al capital privado áreas y entidades básicas del área económica, como la petrolera y servicios sustanciales y estratégicos básicos como la salud, educación, electricidad y hasta el agua, al capital privado. Pero no esa impertinente manipulación o desfiguración de la realidad, según la cual, quienes en la polarización lideran las tendencias con posibilidades de ganar, tienen como meta «restaurar el capitalismo», dado que este nunca ha desaparecido y ni siquiera ha habido intento serio y pertinente de cambiarlo.

Pero el personaje al cual estamos haciendo referencia, al pintarse el cuadro o realidad a su gusto o de la manera que le conviene y desearía para justificar lo que elucubra, dice «Quien no tenga mensaje estratégico quedará al margen. Y en ese momento surgirá con fuerza el factor militar, como el gran elector. Falta ver qué ideología moverá sus acciones. Veremos hasta dónde se conservan allí adentro, en esos corazones, las enseñanzas de Chávez.

Según esta opinión, de lo más convencional, hay que tener un mensaje estratégico, lo que parece un lugar común, para no quedar al margen. Pero ese «mensaje estratégico», por lo original y creativo, como sacado de un sombrero de mago de los buenos, está ligado a un golpe militar. Y entonces, según él, «el factor militar debe convertirse en el gran elector» y lo que es más audaz, esa opción las atribuye a «las enseñanza de Chávez». Supone, de manera simplista, la existencia de un recurso militar con capacidad de acceder al poder por la fuerza y con disposición a volver a un estado de cosas que él imagina diferente al capitalismo.

Pasa por alto que Chávez, después de aquel golpe militar contra Pérez, se vio obligado hasta desafiar a quienes persistían en la violencia como recurso por acceder al poder y optó por inmiscuirse en la contienda electoral con todo éxito y hasta propició que, en la Constitución Bolivariana se estampase lo inherente a lo participativo y protagónico, refiriéndose al liderazgo del movimiento popular.

Pero hay más y hasta curiosidades en la propuesta que analizamos. Como según que «La Constitución tiene mecanismos para estas situaciones».

En ese texto que ahora he puesto en negritas, el autor hace referencia sin duda, al artículo 353 constitucional, que fue utilizado, en los tiempos esplendorosos de las guarimbas y el golpismo, contra Chávez, por sus entonces enemigos Germán Escarrá y Pablo Medina, para justificar se le sacase del gobierno mediante un golpe. Artículo que fue descalificado para esa opción por el TSJ de entonces y decisión que fue aplaudida por el Toby Valderrama. Pues la única opción viable legalmente para sacar al presidente, es el revocatorio a mitad del período presidencial.

Pero hay más. Aunque no voy a abundar mucho, dado que no vale la pena, pues no hay ningún argumento sustantivo que desmontar. Basta recordar lo que todos sabemos, por la historia, que los golpes de Estado, dados por una vanguardia, pese pudieran estar llenos de buena fe, como que entre quienes lo lideran estén «impregnados de las ideas de Chávez», que no lo estarían si eso hacen, terminan siendo, para mantenerse en el poder, en gobernantes autoritarios, para quienes la opinión popular nada vale y toda discrepancia, es objeto de represión.

Es cierto que en Venezuela, ya arriba lo dijimos, quienes se disputan el poder, en buena medida, según lo acontecido hasta ahora, enarbolan como política económica el neoliberalismo, dentro del modelo capitalista existente y no otro, como sugiere o imagina Valderrama, pero eso no justifica llamar al golpe de Estado, lo que han intentado con persistencia la ultraderecha y los gobiernos de EEUU desde los tiempos de Chávez.

Tal propuesta, desde la perspectiva de un hombre de izquierda pareciera estar sustentada en la vieja, fracasada y anquilosada opción de la lucha armada y la revolución bajo el absoluto control, dictatorial de «vanguardias de acero», de la que hablaba Kléber Ramírez, una variante del estalinismo, pudiera resultar del temor. Pero es también triste leer que diga que el golpe no sólo es una «necesidad«, sino que «es inevitable», pues eso pudiera llevar a muchas tristes conclusiones y la repetición de viejos errores.

Pero además, agobiado por sus sentimientos o temores, hace una propuesta tan infantil que pasa por alto circunstancias elementales como la disposición y hasta el deseo de EEUU por intervenir militarmente en Venezuela. Y no creo, «de verdad, verdad», que Valderrama, desee eso, pues por mucho que haya perdido y hasta se sienta decepcionado, no lo espero cambiado tan radicalmente de parecer.

Pero es verdadero y pertinente lo que también dice el lenguaje coloquial, «quien no la debe, no la teme».


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*Eligio Damas. Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.  damas.eligio@gmail.com  @elidamas

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