Por: Fernando Buen Abad Domínguez 

¿Alguien quiere hablar de democracia en Venezuela hacia el 28 de julio? Comencemos por denunciar las injerencias. Más de 930 medidas coercitivas unilaterales e ilegales impuestas por Estados Unidos y sus súbditos de la Unión Europea. Deberían ser elecciones sin sanciones imperiales. Por otra parte, pocos procesos electorales han sido objeto de tantas, y tan diversas, observaciones y certificaciones internacionales.

Incluso Jimmy Carter, expresidente de USA, que ha ocupado su pos-presidencia a observar lo que él entiende por democracia. Ha expedido constancias a la calidad y la cantidad electoral venezolana. Y no es poca referencia, para bien o para mal, si uno repasa la historia de la democracia gringa (democracia burguesa) y la particular concepción de Carter.

¿Por qué, entonces, se exhiben enconos descalificadores contra Venezuela? ¿De dónde sale adjetivar como «dictadura» y «antidemocracia» al sistema electoral venezolano? Hay muchas injustificadas causas, mayormente hijas de la ignorancia, de la «mala voluntad» o de mezclas con ambas. Hoy compiten formalmente 13 candidatos a la presidencia de Venezuela. Cumplieron con los requisitos jurídicos y éticos para solicitar votos a un electorado altamente politizado. Un electorado que se ha fraguado, en las décadas recientes, entre categorías políticas como socialismo, antimperialismo, anticapitalismo, bolivarianismo… un electorado que entiende el poder de la movilización de calle, que resiste con dignidad las medidas coercitivas norteamericanas y europeas, que ha sido denostado internacionalmente por todo tipo de derechas, ultraderechas e izquierdas disfrazadas. Así y todo, el pueblo venezolano en su mayoría sigue eligiendo la vía de los votos incluso para expresar los disgustos por las no pocas cosas incumplidas o demoradas. Y no con vocabularios rococó.

Son muchas celebraciones electorales desde que Hugo Chávez llamó a perfeccionar y trasparentar, al máximo, las gestas de su pueblo. Uno tras otro, han sido recibidos los observadores más diversos, con los olfatos más conspicuos, que han escarbado, interrogado, revisado paso a paso el sistema del voto que no admite engaños. Pruebas cruzadas, documentos inviolables e identidad del votante insustituible como su huella digital. Pero para las canalladas fabricadas en Miami, no hay límites. La ficción perversa tiene designios insondables. Por ejemplo, Venezuela ha expedido una ley contra el Fascismo, Neofascismo y Expresiones Similares, haciendo lujo de su independencia y creatividad jurídico política en una sociedad democrática que se decidió a vacunarse contra el fascismo con normas, leyes y reglas de convivencia. Y así mismo el país es capaz de producir el 97% de sus necesidades alimentarias sin depender de importaciones.

Y un apunte más: Venezuela ha fijado como obra de su vigor democrático siete objetivos: 1.- desarrollo de una nueva economía antibloqueo para modernizar métodos y técnicas de producción que diversifiquen sectores clave del nuevo modelo exportador. 2.- independencia plena para profundizar su histórica Doctrina Bolivariana en sus dimensiones política, científica, cultural, educativa y tecnológica. 3.- asegurar la paz, la seguridad y la integridad territorial y perfeccionar el modelo de convivencia ciudadana, que garantice la justicia, los derechos humanos, la defensa de la tranquilidad y convivencia social y territorial. Por eso la protección y el desarrollo de la Guayana Esequiba. 4.- acelerar la recuperación del bienestar, las Misiones y Grandes Misiones, estrategia que es parte de la nueva identidad política venezolana que, al mismo tiempo, lleve adelante los valores del socialismo. 5.- fortalecimiento de la democracia directa con ética y mediante un profundo proceso de repolitización. 6.- defensa de la vida y la naturaleza, con un conjunto de acciones para combatir la crisis climática, promover la conciencia, proteger a las personas del impacto ambiental y contribuir al cuidado de la Amazonía y de las reservas naturales, protegiéndolas de la voracidad del capitalismo. 7.- Reafirmación y renovación del liderazgo de Venezuela en la nueva configuración mundial para reconstruir la integración latinoamericana y caribeña, fortalecer los «Brics» y las alianzas estratégicas con los países emergentes para contribuir al nacimiento de un mundo multipolar y multicéntrico.

Buena parte de las peculiaridades del proceso democrático de Venezuela están marcadas por una «prehistoria» de corrupción en la que no todos y todas poseían «documentos de identidad» y los votos se contaban a la «sombra» y por las manos menos confiables. Una y mil veces los denuncio Chávez y se dispuso a impulsar una era democrática nueva. Hasta Jimmy Carter, detractor de Hugo Chávez de Nicolás Maduro, que fundó el «Centro Carter» en 1982 como organización para la «promoción de la democracia y los derechos humanos», ha participado como observador, junto con muchas otras organizaciones, y ha dicho que tomando en cuenta «las 92 elecciones que hemos monitoreado, yo diría que el proceso electoral en Venezuela es el mejor en el mundo». Elogió al país latinoamericano por contar con un sistema de votación en el que se puede votar electrónicamente y por medio de papeletas, lo que facilita la verificación de los resultados.

Hasta para seguir disputando su derecho a ser libres, miles de asambleas de barrio han optado por su democracia. No la que les gusta a los «operadores» de Miami, no la que quiere en el Departamento de Estado, sino la que quiere el pueblo venezolano en pie de lucha contra la pobreza intelectual severa de las derechas o su mala fe que son por sí mismos un crimen de lesa humanidad. Algo muy bueno para su pueblo debe estar haciendo la democracia venezolana que enoja tanto a la burguesía. Sabemos que recrudecerán en los meses próximos las campañas del odio que han pretendido desfigurar el impulso revolucionario de la democracia venezolana. Intentarán crear las condiciones para un escarmiento macabro que extinga la osadía de querer ser soberanos, igualitarios y comunitarios. Las comparsas mediáticas exhibirán sus circos con la esperanza mercenaria de insuflar los influjos siniestros de los oligopolios mediáticos.

Pero tengamos por seguro que está activado un movimiento de masas que construye su agenda de lucha inspirado en sus propias luchas. Que se hermana con las victorias históricas de otros pueblos y que entiende el rol de las generaciones que se dan cita para garantizar soberanía a sus riquezas naturales y a sus riquezas morales. Es ese el mandato de los obreros, los campesinos, los estudiantes…porque ese proceso electoral ya no es sólo un asunto sólo de Venezuela, es una expresión popular continental y global del que surgiría una geopolítica cargada con novedades. y deberá ser escuchado, atentamente, porque es la voz de un pueblo que se propone profundizar, también con votos, el camino de su Revolución

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*Fernando Buen Abad Domínguez

Doctor en Filosofía.  @FBuenAbad

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