Por: Juan Hernández Machado , miembro de la Unión de Historiadores de Cuba
En la vida hay acontecimientos que resultan trascendentales producto del azar- un joven que salva a una anciana en medio de un horrible accidente de tránsito- mientras que hay otros que se conoce con anticipación cómo se desarrollarán.
Este fue el caso el jueves dos de noviembre del 2023 en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cuando los representantes de los países del mundo se reunieron durante dos días para analizar, por ocasión número 31, un proyecto de resolución que pide a Estados Unidos de América poner fin al bloqueo que desde la administración Kennedy en los años 60 mantiene contra el archipiélago cubano.
Y como se había anticipado, el resultado no podía ser otro: 187 votos a favor, 2 en contra (Estados Unidos de América e Israel) y una abstención (Ucrania).
De esa forma, al igual que había venido sucediendo años tras año durante tres décadas, la pequeña, rebelde, solidaria y victoriosa Cuba tuvo a su lado a la gran mayoría del mundo, mientras que el violador y arrogante gobierno de los Estados Unidos se quedaba, una vez más, aislado.
Y qué casualidad- ¿realmente lo fue? – que su único compañero, en esta y otras ocasiones, fuera el gobierno sionista de Israel.
Unos días antes, esa misma Asamblea General había considerado un proyecto de resolución, presentado por el grupo de países árabes, que pedía una tregua humanitaria inmediata, duradera y sostenida ante el genocidio que el gobierno sionista de Israel está cometiendo con el pueblo palestino, que hasta hoy ha ocasionado más de nueve mil víctimas en la población civil y casi la mitad de las mismas son niños.
En ese caso el proyecto fue aprobado por el voto positivo de 120 estados, 14 votaron en contra (entre ellos, el propio Israel y los Estados Unidos de América) y 45 se abstuvieron.
A Israel le queda un poco de espacio gracias a los países que aún no quieren aceptar que lo que comenten contra los palestinos es una masacre y un crimen contra la humanidad, pero también se aprecia el aislamiento que van sintiendo debido al rechazo mundial por sus culpables acciones.
Cualquier desconocedor de la historia pudiera preguntarse la razón de que los Estados Unidos e Israel marchen juntos en situaciones como estas, en las cuales está en juego la vida de pueblos enteros como el cubano y el palestino.
Y es que como le escuchamos decir a nuestros padres y a nuestros abuelos en Cuba cuando se enfrentaban a situaciones como estas, “! Dios los cría y el diablo los junta!”.
Esta expresión es muy acertada porque uno de los actores pretende ahogar a todo un pueblo mediante un férreo bloqueo- que también puede considerarse como exterminio, aunque los muertos no sean por centenares a diario como en el caso de Palestina, pero su objetivo es acabar con todo si los cubanos no se deciden a derrocar la revolución que desde 1959 los hizo personas libres e independientes, sin tener que bajar su cabeza ante nadie por poderoso que sea- el que hasta impide adquirir los medicamentos y equipamientos necesarios para tratar a niños enfermos de cáncer, entre muchas otras atrocidades, mientras que el otro actor ya se decidió a borrar al pueblo palestino de la faz de la tierra mediante sus criminales bombardeos y acciones militares de los últimos más de veinte días.
Esas acciones son diabólicas y sirven para desenmascarar la falsa moral religiosa de los dirigentes de esos dos países, a quienes también se les puede aplicar otra expresión que escuchamos a nuestros antepasados, “A Dios rogando y con el mazo dando”.
El contubernio estadounidense- israelita ya tiene más de 70 años de existencia y gracias a él nunca se han cumplido las diferentes resoluciones de la ONU que establecen el derecho del pueblo palestino a tener su propio estado en su propia tierra. Además, estas siete décadas han servido para dotar al estado sionista de una gran capacidad militar moderna la cual ha utilizado y utiliza no solo contra el pueblo palestino sino contra otros países árabes como Siria y el Líbano, que en estos momentos son objeto de ataques diversos por las fuerzas sionistas.
Por si fuera poco, ni corto ni perezoso el señor presidente Biden ordenó el envío de varios buques militares estadounidenses a la región, como apoyo a su aliado incondicional y también porque parece que con ello infundirían miedo a quienes luchan por su existencia.
Y esa doble moral estadounidense no solo se aprecia en el caso de Israel. Recordemos que cuando el apartheid era la política vigente en África del Sur y Namibia permanecía ocupada por los racistas de ese país, hubo también muchas resoluciones, tanto de la Asamblea General como del Consejo de Seguridad de la ONU, destinadas a aislar a Sudáfrica y obligarla a cumplir lo que establece la ley internacional; los yanquis nunca las cumplieron y por debajo del tapete, y junto a varios de sus aliados- entre los que se encontraba el régimen sionista de Tel Aviv- ayudaron a los racistas de Pretoria a escapar de las sanciones y a fortalecer su aparato militar para que pudieran utilizarlo contra los vecinos países independientes de mayoría negra.
La victoria alcanzada ahora, al aprobarse estas dos resoluciones, es algo muy positivo…pero no es suficiente.
En cuanto a Palestina y su pueblo, es digno de destacar las acciones de países que, más allá de la condena, se han traducido en retirada de embajadores, afectación del comercio y hasta rompimiento de relaciones con Israel. Muchos más deben seguirlo porque esto demuestra que no están tan apoyados como antes.
En el caso cubano se ha logrado ya formar un masivo movimiento de solidaridad en el mundo entero, incluyendo dentro de los propios Estados Unidos, no solo para protestar y manifestarse contra el bloqueo sino para reunir fondos, equipos, medicamentos y otros medios que el pueblo cubano necesita con urgencia y hacerlos llegar a nuestro archipiélago por diferentes vías.
Sin embargo, hay que avanzar mucho más en el frente de la información a fin de romper la férrea estructura desinformativa de Estados Unidos, Israel y sus aliados y que tanto el pueblo estadounidense como el de Israel conozcan la realidad de los hechos en ambos casos, no las informaciones edulcoradas que les llegan a través de la gran prensa.
Y prueba de esa necesidad son los cientos de miles de ciudadanos de ambos países, que al estar claro de lo que está sucediendo realmente, tanto dentro de Estados Unidos e Israel como en otros lugares del mundo, se manifiestan a favor de Cuba y de Palestina porque comprenden lo injusto y criminal del actuar de sus respectivos gobiernos en estos dos casos.
¿Cuántos trabajadores en las diferentes plantas de la industria militar yanqui conocen que las armas y municiones que ellos producen han servido para quitarles la vida a más de cuatro mil niños en la Franja de Gaza en el último mes?
¿Cuántos ciudadanos en el propio Israel, muchos de los cuales conocieron los sufrimientos de sus familiares durante el Holocausto, saben que lo que su gobierno hace contra los palestinos es otro tipo de limpieza étnica?
Ellos, al igual que millones de personas a nivel global viven engañados por lo que difunde la gran maquinaria desinformativa de Estados Unidos y compañía.
Ese es un solo ejemplo de que la información real, ajustada a los hechos, no a campañas propagandísticas manipuladas para defender los intereses de los poderosos, tiene que llegar a todos los lugares por todos los medios posibles.
Es un gran reto que tenemos por delante, mientras fortalecemos nuestra unidad en contra del imperialismo en estos dos frentes y en todos los otros donde se pretenda que la injusticia, la barbarie y el poder del Tío Sam y de sus aliados se impongan.
Sí, tanto el gobierno de los Estados Unidos como el de Israel son culpables, y ambos están aislados, al menos según se expresa en esas resoluciones aprobadas en el seno de las Naciones Unidas.
Pero el pueblo palestino puede desaparecer si no se detiene ese crimen de lesa humanidad que cometen los dirigentes sionistas. Y el pueblo cubano no se levantará contra su gobierno como pretenden los dirigentes de Washington desde hace más de seis décadas, pero continúa sufriendo debido al bloqueo, como lo demuestran las escuelas especiales para niños discapacitados que carecen de equipamiento y medios para ayudarlos a vivir mejor.
Eso indica que la lucha debe continuar e incrementarse hasta que, por un lado, nuestros hermanos de Palestina puedan tener su propio Estado en su tierra, y vivir en paz, y, por otro lado, desaparezca el bloqueo estadounidense contra Cuba y ambos países se sienten a conversar, pero en igualdad de condiciones y sin pre requisitos, como han pretendido lograr los gobernantes de la Casa Blanca en ocasiones anteriores y que Cuba ha rechazado categóricamente en esos términos.
En los años 70 del pasado siglo muchos pensaron que se podría acabar con el Vietnam socialista y el resultado fue, después de años de criminales bombardeos, de deforestación casi total del territorio vietnamita y del empleo de las armas más mortíferas existentes en aquel momento, que los yanquis se vieron superados, no pudieron cumplir sus objetivos y tuvieron que salir corriendo para que su derrota no fuera más desastrosa.
En este siglo, salvando las diferencias entre un conflicto y otro, también tuvieron que abandonar Afganistán, después de veinte años de desolación y muerte para ese país, pero sin cumplir los objetivos que Washington se había trazado.
Podrá demorar más o menos tiempo, pero estamos seguros que al final tendremos un estado palestino con todas las de la ley, como su pueblo se merece y, por otro lado, el pueblo cubano podrá vivir mejor, a la forma que ha decidido y que todos tienen que respetar, sin este bloqueo imperial que pasará a la historia como una de las acciones más inhumanas que país alguno hubiera cometido a través de sucesivos gobiernos.
5 de noviembre 2023
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