Por:  Juan Hernández Machado, miembro de la Unión de Historiadores de Cuba

Todo diferendo entre países se debe dirimir por medios pacíficos. Ningún país tiene el derecho de intervenir en los asuntos internos de otros y mucho menos agredirlo o invadirlo. Al menos todos estos principios están refrendados en leyes internacionales.

Lo que sucede es que algunos países, aunque firmantes de las mismas y auto proclamados líderes de la democracia, en realidad practican el “haz lo que yo digo y no lo que yo hago”, porque violan repetidamente la legislación internacional.

Eso fue lo que sucedió en Granada hace 40 años.

Cuando en 1979 Maurice Bishop se convirtió en el primer ministro de esa pequeña isla caribeña, unas 33 veces más pequeña que Cuba, estaba comprometido a realizar cambios profundos en beneficio de su pueblo.

Puso en ejecución una campaña de alfabetización; permitió que el criollo granadino se enseñara en las escuelas; distribuyó leche gratis a embarazadas y a niños, mejoró el sistema de salud, gratis, con el apoyo de personal cubano en esa rama; creó cooperativas agrícolas y estableció un sistema de préstamos financieros y de equipos para los agricultores, a la vez que desarrollaba la red eléctrica del país y construía nuevos viales.

Una de sus principales obras fue la construcción de un aeropuerto, con ayuda también de personal cubano, para ponerlo en función del turismo y que sirviera de interconexión desde Europa a otros países del área.

Yo tuve el honor de conocerlo personalmente y compartir con él en dos ocasiones durante una cumbre de la Commonwealth en Lusaka, Zambia. Verdaderamente estaba convencido de sus principios y orgulloso de lo que se iba logrando en beneficio de su pueblo.

Sin embargo, como ha resultado- y aún resulta- en muchos de los procesos sociales de nuestra América Latina y el Caribe, cuando no se logra garantizar la unidad de las fuerzas revolucionarias, por cualesquiera que sean las razones, el enemigo se aprovecha, el proceso se detiene y, en el peor de los casos, como sucedió en Granada, se malogra.

Existían serías contradicciones en el seno del Movimiento de la Nueva Joya, que dirigía Bishop, entre él y un grupo de compañeros y Bernard Coard, quien encabezaba otra facción.

Coard, con apoyo de miembros del ejército granadino, da un golpe de estado el 16 de octubre de 1983, arrestan a Bishop, que es puesto en custodia domiciliaria y cuando la población lo liberó y se trasladaron a su cuartel general, irrumpieron los vehículos blindados cargados de seguidores de Coard, lograron la rendición de Bishop y varios de sus seguidores, los cuales fueron fusilados posteriormente.

Se formó entonces un gobierno militar dirigido por el general Hudson Austin y se declaró un toque de queda que duró varios días.

Si bien en África una acción como esa ha sido y es común en diferentes países, para nuestra área se podía calificar de un hecho extraordinario, sobre todo en las pequeñas islas caribeñas.

¿Significaba esto algún peligro para la seguridad nacional de los Estados Unidos?

Mucho antes de estos acontecimientos, la maquinaria de propaganda estadounidense se había encargado de difamar del gobierno de Bishop, haciendo énfasis en la construcción del aeropuerto, planteando que estaba siendo construido por los cubanos por orden de Rusia (como siempre llamaban a la Unión Soviética cuando ésta existía) que quería expandirse por el Caribe con fines de militares.

El aeropuerto era financiado parcialmente por la Comunidad Económica Europea y tanto sus voceros como los contratistas, europeos y estadounidenses, habían garantizado que el mismo no tenía capacidad militar.

Así las cosas, y con el pretexto de rescatar a sus ciudadanos matriculados en la Universidad de San José, el presidente Ronald Reagan ordenó el inicio de la Operación Urgent Fury (Furia Urgente), que posteriormente se conoció que había sido practicada dos años antes en la isla de Vieques, en Puerto Rico, con el nombre en código de Ámbar y Ambarinas, desenmascarando la mentira de Washington de que había sido algo preparado de inmediato para rescatar a los estudiantes.

Participaron en la agresión a Granada el Grupo de Batalla del portaviones USS Independence (CVN-62), que llevaba a bordo 70 aviones de combate; el porta helicópteros USS GUAM (LPH-9), acompañados de cinco navíos de escolta y otros cinco buques adicionales, para un total 22 buques diversos en esta operación.

También participaron unos 1,800 efectivos de la Infantería de Marina más 750 efectivos de la 82 División Aerotransportada y efectivos del 75 Regimiento de Rangers, de los Equipos 5 y 6 de los SEAL de la Marina, así como otros efectivos de la Fuerza Delta y del 160 Regimiento de Aviación de Operaciones Especiales.

Para justificar la invasión, los Estados Unidos organizaron una “coalición internacional”, como acostumbran en estos casos, compuesta por unos 300 efectivos de Jamaica, Barbados y algunos miembros de la Organización de Estados del Caribe Oriental.

El 23 de octubre, a fin de preparar las condiciones para la invasión y obtener información de inteligencia, los SEAL de la Marina fueron introducidos en combate, pero problemas técnicos al ser lanzados desde aviones C-130 con sus lanchas de goma Zodiac ocasionaron la muerte de cuatro de ellos y, posteriormente, los que quedaron, que pretendían cumplir su cometido, fueron detectados por una patrulla granadina que les averió un motor y los hizo abortar la misión.

Los Marines a bordo de helicópteros que salieron del USS Guam, entraron en combate en la zona del aeropuerto el 25 de octubre al amanecer y allí fueron recibidos con fuerte fuego de armas ligeras y ametralladoras. A partir de ese momento, los otros componentes comenzaron a cumplir sus misiones.

La poderosa fuerza del Goliat norteño cayó sobre la pequeña isla y a pesar de la heroica resistencia de fuerzas populares granadinas y de constructores cubanos, en cuestión de días ocuparon Granada, impusieron el gobierno de su conveniencia y así quedó todo para la historia.

Y aunque no se divulgó tanto como en la agresión estadounidense en Somalia en la década de los años 90, famosa por el filme “El derribo del halcón negro”, durante la operación para liberar al Gobernador General de Granada, Paul Scoon, que también llevaron a cabo los SEAL de la Marina, los yanquis perdieron dos helicópteros del tipo Cobra y uno del tipo Halcón Negro

Es importante que se conozca que la Primera Ministro Británica Margaret Thatcher, aliada de Estados Unidos, llamó al presidente Reagan para quejarse y pedirle que se retirara de esa posesión que era responsabilidad de Gran Bretaña. También otro aliado, Canadá, criticó la invasión.

Y en el seno de la Organización de las Naciones Unidas, la Asamblea General la condenó como “un flagrante violación del derecho internacional” al lograr sumar 108 votos a favor de la condena, con 9 países en contra y 27 abstenciones. El Consejo de Seguridad preparó una resolución similar de condena, que era apoyada por 11 de sus miembros, pero, lógicamente, los Estados Unidos ejercieron su derecho de veto.

Con el mayor respeto a todos los que consideran que las Naciones Unidas pueden resolver los grandes problemas de este tipo que se presentan en el mundo, una vez más quedó demostrado que eso es un “Wishful thinking”, como dicen los “amigos” del norte, porque el agresor se salió con las suyas, como ocurre desde hace varias décadas con la suerte del hermano pueblo palestino, con la independencia de los hermanos del Sahara y con el bloqueo impuesto desde hace más de sesenta años contra Cuba. Tenemos el apoyo mayoritario del mundo, las diferentes resoluciones nos respaldan, pero el Estado violador de cuanta ley le convenga a sus intereses sigue haciendo de las suyas.

Para el dos de noviembre los Estados Unidos habían cumplido sus objetivos en la pequeña isla, decretaron el fin de las hostilidades y el país se comenzó a normalizar poco a poco. La unidad de los Marines que había participado, al no ser ya necesaria, partió de Granada con rumbo al Líbano.

Estados Unidos perdió en esta operación a 18 hombres y tuvo 116 heridos; Granada perdió a 45 personas, entre ellas a 21 que fallecieron por un bombardeo estadounidense contra un hospital de enfermos mentales y Cuba perdió 24 hombres y otros 57 fueron heridos.

En la despedida de duelo de nuestros héroes caídos en combate contra el ocupante yanqui, el 14 de noviembre de 1983 en la Plaza de la Revolución de La Habana, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz diría: “Al despedir a nuestros entrañables hermanos caídos heroicamente en combate cumpliendo con honor sus deberes patrióticos e internacionalistas, y al expresarles a sus seres queridos nuestra solidaridad más profunda, no olvidamos que hay madres granadinas y madres norteamericanas que lloran a sus hijos muertos en Granada. A las madres y demás familiares de los granadinos caídos enviamos nuestras condolencias, y también a las madres y los familiares de los norteamericanos muertos, porque ellos, que sufren igualmente la pérdida de seres allegados, no son responsables sino víctimas de las aventuras guerreristas y agresivas de su gobierno.”

Y agregó, “Sin embargo, ellos no son cadáveres: ¡son símbolos! Ellos no murieron siquiera en la propia tierra que los vio nacer. Allá, lejos de Cuba, donde aportaban el noble sudor de su trabajo internacionalista para un país más pobre y más pequeño que el nuestro, fueron capaces de dar también su sangre y sus vidas. Pero en aquella trinchera ellos sabían que estaban defendiendo también a su pueblo y a su patria. No es posible expresar en forma más pura la generosidad y capacidad de sacrificio del ser humano. ¡Su ejemplo se multiplicará, sus ideas se multiplicarán y ellos mismos se multiplicarán en nosotros! ¡No habrá poder, no habrá armas, no habrá fuerzas que puedan prevalecer jamás sobre el patriotismo, el internacionalismo, los sentimientos de fraternidad humana y la conciencia comunista que ellos representaron! “ 1

El nombre de Granada hay que inscribirlo con letras especiales, no solo porque representa un ejemplo de resistencia ante una flagrante agresión por parte del país más poderoso del mundo a una pequeña isla en el Caribe, sino porque les deja claro a todos los revolucionarios del mundo, y en especial a los de Nuestra América, lo que no se debe hacer en un proceso revolucionario: no tener unidad.

En su discurso de despedida a los caídos en Granada, el Comandante en Jefe Fidel Castro lo dejó bien claro, “El Gobierno imperialista de Estados Unidos quiso matar el símbolo que significaba la Revolución granadina, pero el símbolo estaba ya muerto. Lo habían destruido los propios revolucionarios granadinos con su división y sus errores colosales. A nuestro juicio, el proceso revolucionario de Granada, después de la muerte de Bishop y sus más allegados compañeros, después que el Ejército disparó contra el pueblo, y el Partido y el Gobierno se divorciaron de las masas y se aislaron del mundo, no podía sobrevivir.”2

La unidad dentro de la diversidad tiene que ser la palabra de orden en todos los procesos que se empeñan en la liberación de los pueblos, la terminación del neocolonialismo y de la dominación imperialista, cualquiera que haya sido la forma que esta adoptara.

Lamentablemente hemos tenido ejemplos en América Latina y el Caribe de procesos que marchaban bien y por diversas razones, donde primó la falta de unidad entre las fuerzas progresistas, dieron pasos a gobiernos reaccionarios que deshicieron todo lo bueno que se había logrado.

Ha habido ocasiones donde se pudo recuperar terreno y, sin embargo, estamos abocados a que personajes fascistas puedan asumir el poder nuevamente en esos lugares.

Aún se ven señales de divergencias en el seno de quienes gobiernan en algunos países hermanos que pudieran ser muy costosas para todos si no se resuelven rápidamente y se logra la necesaria unidad frente al enemigo de todos los pueblos: el gobierno estadounidense, democrático o republicano; la historia enseña que da lo mismo porque sigue siendo la misma águila imperial.

Estados Unidos, si no las promueve, aprovecha esas diferencias al máximo. Recordemos frases históricas con un gran significado: por nuestra parte, “en la unión está la fuerza”; por parte de ellos, “divide y vencerás”

No dejarnos confundir ni engañar por parte del imperialismo es la palabra de orden. Podremos tener diferencias entre las fuerzas progresistas, pero hay que encontrar puntos en común, desarrollarlos, avanzar, disminuir las diferencias, aglutinar nuevas fuerzas a nuestro alrededor y solamente así se podrá resistir cualquier embate y mantener los logros alcanzados.

De esa forma demostraríamos que comprendimos las experiencias de Granada y rendiremos homenaje a todos esos hombres y mujeres que dieron la vida en el enfrentamiento a la agresión imperialista yanqui hace cuarenta años.

  • 1 Discurso obtenido del sitio web de Cubadebate.
  • 2 Ibíd.

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