Por:Juan Hernández Machado, miembro de la Unión de Historiadores de Cuba

Esa es la expresión típica de quien se imagina estar en las maravillosas playas de ese lugar, observando a las excelentes bailarinas que se mueven rítmicamente al ritmo producido por los ukeleles y disfrutando de un merecido descanso.

Pero los lugares paradisiacos también son afectados por fenómenos naturales y las personas que allí viven y trabajan sufren de esas calamidades, al igual que los que habitan en otros lugares, tal vez menos favorecidos desde el punto de vista natural, pero más cercanos, por diversas razones, a los gobernantes del país de que se trate.

Y así sucede con Hawái que en cuestión de días sufrió la destrucción de la localidad de Lahaina, en la isla de Maui, cuando debido a incendios forestales murieron más de 114 personas, aún hay más de 300 personas desaparecidas y las pérdidas de viviendas, vehículos y otras propiedades fueron inmensas. Se ha catalogado como la peor destrucción forestal en los Estados Unidos en un siglo.

Pero hay diferencias al valorar al Hawái paradisiaco y este asolado por los incendios. Su presidente, el Sr. Joseph Biden, el mismo día que aprobaba un nuevo paquete de ayuda a Ucrania valorado en 200 millones de dólares, luego de ser criticado por su lentitud ante la desgracia de los hawaianos, manifestó que para ayudar a sus necesidades críticas se haría un pago único de 700 dólares por hogar damnificado para aliviarlos en estos momentos difíciles.

Tal vez encontremos cierta similitud en la lenta respuesta a reparar los daños del Huracán Katrina y ayudar a los damnificados, la cual sirvió para que el entonces presidente George Bush fuera acusado de racista. O cuando el entonces presidente Donald Trump, le lanzara papel sanitario a los puertorriqueños cuando fuera a inspeccionar los daños que hiciera el huracán María, mientras calificaba el momento de “gran día”.

Pero veamos algunos elementos de cómo Hawái pasó a ser parte de los Estados Unidos para poder comprender por qué se ve tan lejano- aunque geográficamente sí lo esté- en las prioridades del presidente yanqui.

Como se conoce, Hawái es un archipiélago volcánico situado en el Océano Pacífico central, que estuvo dividido entre pequeños clanes que regían en una o más islas, durante varios siglos. Fue en 1810 cuando Kamehameha I, que pasaría a la historia como Kamehameha El Grande, unificó todas las islas bajo su mando y fundó la casa que llevaba su nombre. Aunque falleció en 1819, su dinastía se mantuvo hasta 1872.

A pesar de que hubo expediciones españolas tan temprano como en 1555 y otras de ese país e Inglaterra en el siglo XVIII, ninguna de las dos entonces potencias se interesó por anexarse el territorio.

Sin embargo, el capitán de Rusia Otto von Kotzebue pretendió que en ese territorio se hiciera un Protectorado ruso en 1818 porque el mismo permitiría proteger a la colonia rusa en Alaska e incrementar sus actividades comerciales por el Océano Pacífico. No obstante, el zar Alejandro I no aceptó el tratado.

Dos años después llega al territorio un grupo misionero procedente de Nueva Inglaterra (el American Board of Commissioners for Foreign Missions) el que recibe permiso por un año para hacer proselitismo religioso. El resultado fue que en pocos años los principales dirigentes del archipiélago se convirtieron al congregacionalismo protestante, lo que facilitó permiso permanente para desarrollar esas actividades.

Kamehameha II asumió como nuevo rey y en 1839 proclama la Declaración de Derechos y al año siguiente la Constitución de las islas hawaianas, la que dividió los poderes y estableció uno legislativo, uno judicial y uno ejecutivo, al estilo de las influencias traídas por los misiones cristianos. El monarca se convertía en jefe del ejecutivo y del estado.

De forma simultánea, el reino de Hawái necesitaba apoyo para asegurar su independencia ante la pugna colonial entre el Reino Unido y Francia, y fueron los Estados Unidos los escogidos, quienes necesitaban un país independiente en el área para asegurar su comercio en el Pacífico.

Lo logran el 18 de marzo de 1874 cuando Hawái les concede a los estadounidenses la exclusividad para el comercio, lo que es reciprocado por Estados Unidos al año siguiente al permitirle al reino la exportación libre de impuestos de azúcar de caña y arroz hawaianos al norteño americano, lo que sirvió para promover la agricultura en Hawái, con todas las implicaciones de desarrollo que esto conllevaba.

En el reino se produjeron disturbios políticos internos, debido a lo que algunos consideraron mala administración por parte del rey. A la muerte de este, su hermana Lili’uokalai asumió el poder y algunas de las medidas adoptadas para tratar de resolver los problemas internos del país afectaron los intereses británicos y estadounidenses.

Fue así como una compañía de infantería de marina del buque USS Boston junto a dos compañías de Marines desembarcaron en el archipiélago el 16 de enero de 1893 para “proteger las propiedades estadounidenses”, mientras que un llamado Comité de Seguridad, integrado por residentes europeos y americanos, trataba de deponer a la reina y lograr la anexión a Estados Unidos.

Qué casualidad que al día siguiente del desembarco de las tropas yanquis, la reina renuncia al trono a favor del Comité de Seguridad, aunque dejó claro que lo hacía bajo protesta.

El presidente estadounidense en aquel entonces, Cleveland, ordenó una investigación para estar seguro que no se había abusado del poder, la que al final eximió a todos los participantes de culpa y consideró que no había habido malos manejos de la situación que provocara el derrocamiento de la reina.

La República de Hawái, bajo la presidencia de Sanford Ballard Dole, quedó establecida el cuatro de julio de 1894 y el gobierno de Cleveland mantuvo relaciones con la misma.

A Cleveland le sucedió William McKinley en la presidencia de los Estados Unidos y éste, para tratar de solucionar problemas que se habían presentado con el gobierno de Ballard Dole, firmó una resolución que preveía la anexión oficial de Hawái el siete de julio de 1898. Ya el 22 de febrero de 1900, Hawái pasa oficialmente a ser territorio estadounidense.

La historia completa es mucho más larga y compleja como para incluirla en este comentario, por lo que le exhortamos a que la busque y la conozca. Lo que sí queda claro es que la anexión de este territorio lejos de ser motivada por sentimientos patrióticos o nobles, se puede considerar como uno de los primeros grandes ejemplos del imperialismo estadounidense.

Tan es así, que promovida por los senadores Daniel Inouye (de Estados Uidos) y Daniel Akaka (de Hawái), el Congreso emitió una resolución conjunta, que fuera firmada por el presidente Bill Clinton el 23 de noviembre de 1993, donde se pedía perdón en nombre del pueblo estadounidense al pueblo hawaiano por el derrocamiento de su reina el 17 de enero de 1893 y por haberlo privado del derecho a la autodeterminación.

Hawái pasó a ser el estado 50 de la Unión el 21 de agosto de 1959, siendo presidente estadounidense Dwight D. Eisenhower, en parte como reconocimiento al servicio que ese territorio brindara a Estados Unidos durante la II Guerra Mundial.

Ahora un incendio les causa una gran herida y la lejanía geográfica se siente en la lejanía y demora para que llegara la ayuda merecida como a cualquiera de los otros 49 estados de la Unión.

Sin embargo, queda claro que con presidentes diferentes, en épocas distintas, cuando se trata de negros, puertorriqueños y polinesios, aunque utilicen los mismos documentos y en teoría tengan los mismos derechos que los demás conciudadanos, al no pertenecer a los “elegidos” sufren un trato diferente.

Nuestras condolencias y simpatías a ese noble pueblo, con el deseo de que se puedan recuperar pronto con el mínimo de afectaciones posibles. Solo los que hemos pasado por grandes incendios, por terremotos, inundaciones inmensas y el azote de fuertes huracanes, sabemos lo que se siente cuando quedamos, como decía mi abuela, “con una mano detrás y otra delante”.

*BLOG EN PRENSA BOLIVARIANA: Juan Hernández Machado