Diana Carolina Alfonso
@DianaCaro_AP

El retiro de las tropas norteamericanas de Afganistán nos deja una certeza: George W. Bush fungió como un parteaguas en la historia del mundo, tanto por el reacomodo de las políticas de seguridad, como por sus consecuencias deshumanizantes. Bush propició, como ningún otro mandatario occidental, una estructura de sentido tendiente a la deshumanización de una parte de Oriente Medio: Pakistán, Irak, Afganistán, Siria e Irán.

George W. Bush, el autodenominado presidente de la guerra, también estuvo relacionado con el entonces presidente colombiano Álvaro Uribe en el momento más sanguinario de la “política de seguridad democrática”, cuyo objetivo principal también era la lucha contra el terrorismo. Lo cierto es que después de 20 años de políticas de seguridad dirigidas por Estados Unidos y sus aliados estratégicos en el mundo, no sólo los talibanes han retornado al poder en Afganistán, además el gobierno uribista ha quedado expuesto como el mayor agente del terrorismo de Estado en la región. Como se verá a continuación, el uribismo ha dejado más víctimas a su paso que la guerra en Afganistán.

Podría objetarse que dos conflictos sociales, geográfica y culturalmente distantes, son llanamente incomparables. Pero aunque pongamos a la distancia geográfica y a la cultura de por medio, lo que torna relativamente incomparable la realidad de Afganistán con la de Colombia, es el diferencial occidental de poder. ¿Qué quiere decir eso? Mal que nos pese, Colombia, como todas las naciones modernas del hemisferio occidental, a fuerza de colonización es una creación subhumana de occidente y por tanto occidental, fallida, pero occidental a fin de cuentas. Sin embargo, las cifras sobre desplazamiento forzado, producción y exportación de cocaína, y homicidios, demuestran que Colombia ha sufrido peores retrocesos humanitarios durante el uribismo que Afganistán en 20 años de invasión y guerra contra los ejércitos talibanes. La cuestión es, ¿por qué Afganistán es un escándalo internacional y Colombia un país democrático con sendas tensiones igualmente democráticas, más o menos superables? ¿Por qué es más terrorista el régimen talibán que el uribista?

En el 2009 George W. Bush condecoró a Álvaro Uribe con la Medalla Presidencial de la Libertad, según elogió en su rancho de Texas, por la destacada labor anti insurgente y la lucha contra el narcotráfico desde la asunción del presidente colombiano en el 2002. Sin embargo y según la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP, desde el 2002 al 2008 fueron asesinadas aproximadamente 6.402 personas que a la postre fueron disfrazadas como combatientes y registradas como bajas en combate por mandato de las cúpulas del Ejército y del Poder Ejecutivo a la cabeza de Álvaro Uribe. El objetivo de los falsos positivos era mostrarle al mundo los avances en la lucha contra el terrorismo. ¿A qué mundo? A los países del norte global.

Desplazamiento forzado

Empezando por las últimas estadísticas disponibles sobre Afganistán, el país contaba con 35.7 habitantes para el 2019, mientras que Colombia rondaba los 50.3 millones de personas para el mismo año. En un informe del 21 de octubre del 2020, Human Right Watch afirmó que la cifra del desplazamiento forzado, en el país gobernado por el uribismo, había alcanzado los 8.2 millones de personas. Actualmente, según la ONU, en Afganistán la cifra total del desplazamiento por motivos vinculados a la guerra llega a los 3.3 millones de personas. Es decir que cerca del 16% del pueblo colombiano sufre el desplazamiento forzado, mientras que en Afganistán el flagelo del destierro como consecuencia del conflicto bélico, llega a poco más del 9% del total de la población.

Aunque algunas fuentes oficiales del uribismo pretendan achacar a la insurgencia estas cifras, el problema del desplazamiento forzado se ha recrudecido durante la presidencia de Iván Duque, aún finiquitada la presencia de las FARC tras los acuerdos de paz en el 2016. Según un informe de la Defensoría del Pueblo, el desplazamiento forzado se duplicó en el primer semestre del 2021, respecto al año anterior.

Homicidios

Las muertes de civiles a causa de la violencia y la invasión norteamericana en Afganistán sumaron 3.800 en 2018, la mayor cifra en una década. Dos tercios de esos decesos fueron responsabilidad de los grupos armados de oposición, entre ellos el Talibán, según reveló un informe publicado en el 2019 por la Misión de Asistencia de la ONU en ese país, UNAMA, y la Oficina de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos.

Para el caso colombiano, según Medicina Legal, sólo durante el 2018 se registraron 12.130 homicidios. El pico de ese año sólo es comparable con el de 2014 cuando hubo 12.626 casos. Según el informe, los municipios con las tasas más altas de muerte violenta fueron aquellos en donde opera el Clan del Golfo, la mayor banda narcotraficante y mercenaria surgida de los paramilitares presuntamente desmovilizados por Álvaro Uribe en 2006.

Producción y exportación de narcóticos

Si bien las cifras sobre la producción y distribución mundial de los narcóticos son siempre estimativas, la lucha global contra las drogas se ha enfocado en dos casos críticos: la producción y exportación de cocaína para el caso colombiano, y de heroína para el caso afgano. Según informó El Diario de España, en Afganistán el valor de la producción de opio en 2017 osciló entre 4.100 y 6.600 millones de dólares. Una cantidad de la que podrían salir 900 toneladas de heroína de buena calidad, según detalla un reciente informe de la Oficina del Inspector Especial para la Reconstrucción de Afganistán, SIGAR.

En un documento publicano el año pasado por el Centro Europeo de Monitoreo para Narcóticos y Adicción a Estupefacientes (su nombre en inglés es European Monitoring Centre for Drugs and Drug Addiction, EMCDDA), Colombia rompió su propio récord al exportar 1.137 toneladas de cocaína (a 2008). Otra fuente, esta vez un informe de la ONU citado por la prensa británica Financial Times, advirtió que entre el 2012 y el 2017 la producción de cocaína creció en más del 250 %. Todas las fuentes indican que, desde la firma del Plan Colombia con Estados Unidos, el incremento de la producción de cocaína se ha tornado descomunal.

Si con estas cifras se demuestra que la lucha antiterrorista de los estados colombiano y norteamericano ha sido totalmente ineficaz, resta preguntarse por qué sus dinámicas de guerra son menos terroristas que aquellas que quisieron erradicar, sin más resultados que la vulneración de todas las garantías humanas, tanto en Oriente Medio -puntualmente en Afganistán- como en Colombia.

Con los juicios a los militares colombianos involucrados en los llamados falsos positivos, y el retiro de las tropas norteamericanas de Afganistán ¿podremos evaluar y pensar, colectiva y globalmente, las causas y consecuencias de la era de las matanzas estatales justificadas por la necesidad militar?

Diana Carolina Alfonso