Por Yolaidy Martínez*

Beijing (PL) China aceleró en 2018 la travesía hacia su añorada revitalización nacional con una Constitución enmendada, reformas institucionales y Xi Jinping reelecto en la presidencia para cumplimentar esas metas, pero también para librar batallas contra desafíos pendientes.

En marzo pasado la 13 Asamblea Popular Nacional (Parlamento) tomó esas decisiones con la mira puesta en adecuar la Carta Magna y las dependencias del Estado a la actual era de transformaciones profundas que vive el país.

Uno de los cambios eliminó por primera vez el límite a dos mandatos consecutivos del Presidente y el Vicepresidente a fin de ‘salvaguardar la autoridad y el liderazgo centralizado y unificado del Comité Central del Partido Comunista de China (PCCh) con su máximo dirigente, Xi Jinping, como núcleo’.

A la ley de leyes quedó incorporada también la idea del socialismo con peculiaridades propias, que orienta persistir en el marxismo, solidificar el comunismo, cultivar y practicar los valores socialistas esenciales, pero a la vez concretar las proyecciones de evolución.

Ese pensamiento -añadido a los estatutos del PCCh en 2017- contempla acciones precisas contra retos como la pobreza, la contaminación, riesgos financieros, desarrollo sostenible y la corrupción, pues podrían entorpecer los planes de renovación.

Sin embargo, la mayoría de las 21 modificaciones constitucionales guarda relación con la lucha anticorrupción y por ello el máximo texto legal ahora reconoce como nuevo órgano estatal a la Comisión Nacional de Supervisión, adjunta al brazo disciplinario del PCCh.

Se trata de una entidad centralizada en la campaña contra las malas prácticas y monitorea el trabajo de los funcionarios del partido y del Estado, incluidos aquellos sin filiación comunista.

Mientras, el paquete de reformas a las instituciones de Estado y del PCCh persigue transformar a China en un Estado moderno que aprovechará al máximo las oportunidades y ventajas del sistema socialista, pero al mismo tiempo tendrá un crecimiento estable.

Con todos estos giros a mano, el gigante asiático se encaminó tras el desarrollo de excelencia enfocado en garantizarle en cinco años un mayor liderazgo global, fortaleza en lo económico y mercantil, más alto bienestar social.

En lo tecnológico, se trabaja en una nueva generación de inteligencia artificial con la idea de ponerla al servicio de la industria y de sectores como salud, seguridad y protección del medioambiente.

El plan Hecho en China 2025 tomó mayor fuerza este año con la construcción de zonas donde se demuestra la calidad de productos nacionales, pues el propósito es ser una potencia manufacturera mundial.

Dichas áreas sirven de vitrina al desarrollo de circuitos integrados, las comunicaciones de la telefonía móvil con conexión 5G, automóviles eficientes en términos de energía y de nuevos materiales.

Otro paso importante fue declarar la contaminación un asunto de seguridad nacional, y la entrada en vigor de un sistema que garantice hacia 2035 una sociedad mejor educada en materia ecológica y libre de ese fenómeno.

La iniciativa se acopla con los objetivos globales de lucha contra el cambio climático y el cuidado del entorno, y surgió porque todavía no existen avances firmes ni los resultados deseados, pese a la mejoría general del medioambiente en los últimos años.

Incluye directrices sobre recuperación, conservación y ahorro de los recursos naturales, reforzamiento del marco legal para combatir las infracciones y la persistencia de niebla con las partículas PM10 y PM2.5, causantes de enfermedades letales como el cáncer.

En el plano social, el Gobierno redujo sustancialmente los precios de los medicamentos para hacerlos más asequibles y mantuvo bajo la lupa la educación con el fin de darle un vuelco radical, pues existe una creciente polémica por la sobrecarga de tareas en los estudiantes.

Tal determinación es necesaria frente a las tendencias marcadas por las nuevas generaciones, para liberarse de las tensiones que genera la búsqueda de un futuro brillante.

Esas actitudes incluso se reflejan en las cuestiones matrimonial y demográfica, pues la mayoría de los jóvenes chinos prefiere casarse y engendrar hijos a edades más tardías, después de vivir experiencias y tener solvencia propia.

* Corresponsal jefa de Prensa Latina en China.

Em/Ymr / https://www.prensa-latina.cu