Por Armando Reyes Calderín

Beirut, 15 dic (PL) Tal vez porque viven habituados a las tensiones, los libaneses desafían una operación de los militares israelíes en la frontera para destruir lo que Tel Aviv describe como túneles construidos por la Resistencia islámica o Hizbulah.

Se les ve en los alrededores de las excavadoras de Israel que, con su ronronear continuo, mueven tierras y rocas de la llamada Línea Azul que separa a los dos Estados.

Las Fuerzas de Paz de la ONU en El Líbano (FPNUL) y el ejército libanés emiten frecuentes informes de que hay tranquilidad en la zona, aunque es ostensible que cualquier transgresión pudiera acarrear consecuencias imprevisibles.

La zona meridional de la nación de los cedros estuvo bajo ocupación de Tel Aviv de 1982 a 2000 y los residentes mantienen viva aquella etapa que finalizó con una estampida de los invasores causada por las armas de Hizbulah.

Pese a la amenaza de otro posible enfrentamiento, decenas de jóvenes libaneses observan de cerca los movimientos de los militares del agresivo vecino y hasta incluso hay quienes realizan picnic en el borde fronterizo.

Por el contrario, en los soldados de la entidad ocupante de Palestina se aprecia una actitud de alerta combativa, contrastante con los civiles que se hacen ‘selfies’ con el equipo israelí al fondo y en hogueras se preparan té para enfrentar el frío.

El ejército libanés, sin embargo, si conserva posiciones de combate y despliega puestos camuflados, trincheras, bolsas de arena y se apertrecha en viviendas abandonadas.

También se percibe la presencia de los cascos azules encargados de que se honre la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU que puso fin al más reciente enfrentamiento armado entre Beirut y Tel Aviv.

En aquella oportunidad, julio-agosto de 2006, la incursión de los israelíes terminó en 33 días y en la cual el quizá ejército mejor dotado de Medio Oriente, recibió una respuesta inesperada por los combatientes de Hizbulah.

De ese hecho y no muy lejos de la frontera, la Resistencia islámica libanesa posee un museo, Mleeta, en el cual los visitantes pueden apreciar la forma en que lograron superar a las tropas israelíes, que estaban apoyadas por una tecnología de punta suministrada por Estados Unidos.

Empero, la tensión existe y se respira una posibilidad de que cualquier paso en falso podría llevar a otra conflagración entre Israel y el Líbano que nadie parece querer.

Uno de esos momentos ocurrió reciente cuando el gobierno libanés informó de disparos al aire por militares israelíes para, según alegaron, detener el avance de tres presuntos integrantes de Hizbulah.

La búsqueda de túneles por Tel Aviv coincide con un momento en que parece llegar a su fin la guerra en la vecina Siria.

Con las fuerzas del presidente sirio, Bashar al Assad, que emergen victoriosas en su combate contra los terroristas, la atención, estiman los observadores, parece que regresa a la frontera de El Líbano y la Palestina ocupada por Israel.

El primer ministro designado libanés, Saad Hariri, declaró que ni Israel ni el Líbano querían ir a la guerra y acusó a Tel Aviv de violar con regularidad el espacio aéreo y las aguas marítimas de la nación de los cedros.

Hariri precisó que una vez se complete el expediente sobre los presuntos túneles de Hizbulah, Beirut tratará ese tema en las instancias de la ONU.

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