Todo indica que la mayoría de colombianos desea una ruptura con lo que hay, vivir algo diferente, un momento nuevo, con un nuevo líder.
En este siglo todo tiene fecha de caducidad. Las cosas están hechas para que duren poco. Es la manera de estimular el consumo. La vida útil de los teléfonos celulares, por ejemplo, es cada vez más corta. Lo mismo sucede en las relaciones humanas, como se puede ver en lo poco que duran las parejas. La política, en lo que respecta a Occidente, no es ajena a esta fugacidad.
La política se vive a través de momentos. Cada momento tiene su líder. Líderes que resumen el anhelo mayoritario de la gente. El momento se vive con intensidad y ocurren transformaciones radicales en la tabla de valores de la gente. Estamos ante una historia abreviada que en ocasiones no alcanza siquiera a dejar un registro. Líderes que al cabo de unos años pasan al olvido.
El año 2002 fue el momento de Álvaro Uribe. Las cosas que decía entonces se acoplaban al sentimiento mayoritario de una ciudadanía que veía con incredulidad la estéril negociación de paz con las Farc. Los votantes le dieron licencia a Uribe para desatar una guerra que acabará con todas las guerras. Era el momento en que la guerra era bien vista y gozaba de buena salud entre los electores. Uribe rentabilizó políticamente los logros de la guerra, al tiempo que popularizó un lenguaje hostil, bélico, que hoy día afecta la precaria convivencia del país, lumpeniza el quehacer político y crispa los nervios de millones de familias que sólo aspiran a llevar una vida honesta, sin violencia, sin verter la sangre propia o ajena.
2018, es el momento de Gustavo Petro. Todo parece indicar que la mayoría de colombianos desea una ruptura con lo que hay, vivir algo diferente, un momento nuevo, con un líder que tenga ganas de hacer cosas nuevas. La gente colombiana que está llenando las plazas para oír a Petro, lo hace porque es un candidato que tiene propuestas sensatas para el país. Petro no agrede, concita el diálogo, estimula el respeto por la vida y las ideas. Tal vez la gente esté harta del lenguaje sucio en las redes sociales y los llamados al linchamiento de candidatos. Tal vez Petro resume el nuevo momento que desean los colombianos.

YEZID ARTETA DÁVILA
En Twitter: @Yezid_Ar_D

Si bien, hay um signo faborable de cambio en Colombia y Petro representa esa esperanza, no olvidemos que las amenazas de la oligarquia son bien visibles, con la matanza de líderes sociales, las provocaciones contra venezuela y las bases yanquis prontas agredirla. Em Colombia como em Mejico las mafias del poder actuan abiertamente. El pueblo Colombiano, requiere más que nunca una solidaridad militante latinoamericana para cerrar el paso a esas siniestras fuerzas que coludidas con el imperialismo van echar mano de todo a su fabor, como el fantasma de la crisis venzolana y el terror. Firmes y unidos con el pueblo Colombiano. Viva Colombia !