Buenos Aires, 16 may (PL) La coincidencia en el tiempo de la suspensión de la presidenta Dilma Rousseff en Brasil y el procesamiento de la exdignataria Cristina Fernández en Argentina no escapa hoy aquí a comentaristas y analistas políticos.
Para Horacio Verbitsky, titular del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), la simultánea suspensión de Dilma y la imputación y el procesamiento de Cristina «marcan el pico de la ofensiva antipolítica, con el pretexto de la corrupción».
«El gobierno argentino celebró la caída de Dilma Rousseff por la posibilidad de debilitar el Mercosur y avanzar hacia acuerdos con la Unión Europea y la Alianza Transpacífica», escribió Verbitsky para el diario Página 12.
El analista político y defensor de los derechos humanos recuerda en su comentario que el jueves 12 Dilma fue suspendida como presidente del Brasil y en Buenos Aires el fiscal Carlos Rívolo imputó por cohecho a la exmandataria argentina.
Al día siguiente, el juez Claudio Bonadio procesó a Cristina y a su exministro de Economía Axel Kicillof por una operatoria legítima de política económica adoptada por el Banco Central para mantener bajo control el tipo de cambio.
Pero el gobierno de Mauricio Macri -señala Verbitsky- devaluó a pocos días de asumir en diciembre, con grandes ganancias para miembros de su familia y de su gabinete.
Las políticas socio-económicas que anuncia el presidente interino en Brasil, Michel Temer, son las mismas que en Argentina impone Macri, cuyo ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, celebró que el Partido del Trabajo perdiera el gobierno de Brasil, compara el comentarista.
En su óptica, eso posibilitará subordinar el Mercosur al acuerdo con la Unión Europea y el ingreso de ambos países a la Alianza Transpacífica que impulsa Estados Unidos, tal como Macri conversó con Barack Obama en marzo, acota Verbitsky.
La administración Macri solo tardó 20 minutos en reconocer a Temer y las nuevas autoridades brasileñas, y lo que para no pocos líderes de la región constituye un golpe de Estado, para los actuales inquilinos de la Casa Rosada es «un proceso institucional legítimo».
El jefe del Gabinete, Marcos Peña, dijo públicamente que de la suspensión a Dilma Rousseff solo les preocupa el impacto negativo que el nuevo contexto político y la crisis económica que ahora se ahonda en el país vecino pueda tener en la economía argentina.
Por la crisis en Brasil, hay fábricas en Argentina que ya producen solamente al 50 por ciento, advirtió la publicación Ámbito Financiero, especializada en estos temas.
La suspensión de Rousseff y la asunción de Temer, con cambio de gabinete incluido, implican que la recuperación de la economía brasileña tardará en llegar, pronostica el medio argentino.
Y en consecuencia -añade- seguirá impactando en la industria nacional ya que por la caída de las exportaciones al país vecino, muchos fabricantes están viendo afectada su producción a un 50 por ciento.
El sector automotor y la industria metalúrgica son los que más sufren la crisis, asevera Ámbito Financiero.
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