Nació en Medellín y a los 10 años de edad tomó la decisión de escapar de su casa. En un acto de rebeldía se subió como polizonte en un camión con destino a Barranquilla. Allí ingresó al mundo de los “habitantes de la calle”.
Por Francisco Figueroa Turcios

Jairo Holguín Rodríguez recuerda como si fuera hoy el día que llegó a Barranquilla para asumir, a su corta edad, el rumbo de su vida: “cuando el camión llegó a Barranquilla, la primera parada que hizo fue el parque Almendra tropical. Allí aproveché el primer descuido del conductor para bajarme rápidamente, antes que me descubriera y me entregara a la policía”.
De este parque le llamó la atención que había una concha acústica “que me sirvió para dormir durante una semana. Es un sitio referente de mi inicio de mi aventura en esta ciudad. Siempre que paso por allí se me vienen a la mente los años difíciles de mi niñez”.

Decidió abandonar a su madre, Leonor Rodríguez, porque tenía una disciplina muy recia “y era muy orgullosa y se abstenía de pedirle ayuda económica a mi papá, Dario Holguin, quien estaba bien de recursos económicos. Mis padres tuvieron seis hijos. A mi madre le tocó hacer el papel de padre”.
Jairo hace un alto obligado porque al evocar esos recuerdos de su niñez es imposible evitar que se escapen algunas lágrimas. Saca el pañuelo para secarlas y a los pocos minutos continúa el relato: “Luego de una semana de permanecer en el parque Almendra comencé a deambular por otros caminos. Tenía un pánico escénico propio de joven en una ciudad extraña. Caminé mucho y cuando comenzaba a sentir cansancio levanté la vista y pude observar el estadio de fútbol Romelio Martínez. Decidí quedarme en este escenario deportivo, sabía que allí encontraría una mano piadosa que me daría para comprar un pan”.
Se ganó la confianza del administrador del estadio y a los dos días le permitió que durmiera debajo de las graderías. Recuerda que se tapaba con periódicos, más por los mosquitos que por el frío.
“No quería ser un gamín, como los que deambulaban por ese sector, que se alimentaban con pegante boxer o estaban en el mundo del hampa”. Construyó una pequeña carretilla y comenzó a trabajar de reciclador y así ganaba dinero para alimentarse. Todas las mañanas veía que muchos jóvenes practicaban atletismo en la pista del estadio, se interesó por la práctica de este deporte. “Comencé a practicarlo a pie descalzo, porque lo que tenía era unas chancletas. Me integré al grupo de atletas y José Vallejo, al percatarse de mi situación, me regaló un par de zapatilla y un uniforme”.
A los dos años de estar practicando atletismo hubo una competencia organizada por la Policía, allí en el estadio. Holguín le pidió al entrenador que le permitiera competir y dio la sorpresa: ganó en su categoría. “Solo duré dos años viviendo debajo de las gradas porque el atletismo me abrió las puertas para tener una mejor calidad de vida”.
De vivir debajo de las gradas del estadio logró alquilar un humilde apartamento en el barrio San Ruque, más exactamente en el sector denominado “zona negra”. Con el trascurrir de los años logró estabilizarse económicamente, por lo que decidió traer para Barranquilla a su mamá y a sus hermanos. Alquilaron una casa grande para que pudiera caber toda la tropa.
Hoy Jairo Holguín, está casado con Sara Belén y tienen cuatro hijos: Viviana, Glory, Juan Carlos y Jhon Jairo.Tiene dos nietas Valentina y Valery.
Atleta y dirigente deportivo
A raíz del triunfo obtenido en la carrera organizada por la policía, decidió tomar en serio la práctica del atletismo y además ya tenía el apoyo de varias personas que conocían su potencial. “El primer titulo lo obtuve en el año 1978, fui campeón departamental y este hecho me abrió las puertas para integrar las selecciones Atlántico para competir en el concierto nacional. Gané muchos títulos, entre los que recuerdo la carrera Chiquinquirá y también la competencia ‘Ciudad de Barranquilla’”.
Logró estudiar en horario nocturno en el colegio Francisco de Paula Santander y más tarde se graduó de bachiller en el colegio de los loteros. Luego de ser durante 15 años deportista ingresó al mundo de la dirigencia, y su primer cargo fue como secretario de la Liga de Atletismo del Atlántico en el año 1991.
Barranquilla es sede de los Juegos Deportivos Nacionales en el año 1992 y Jairo Holguín tiene la responsabilidad de ser el coordinador de las competencias de atletismo.
Como dirigente estuvo vinculado a la Liga de cicilismo y tuvo la oportunidad de hacerse amigo del ciclista corozalero José Serpa, quien es hoy es un pedalista profesional que corre la Vuelta a España para el equipo italiano Lampre-Merida, luego de estar 7 temporadas ligado al Androni Giocattoli.
“He sido un autodidacta, asisto a todos los seminarios y foros relacionados con el deporte, para estar actualizado y más que he estado durante 12 años al frente del club de la salud ‘Viva la Vida’, donde realizamos actividades físicas”, señala.
Aquel jovencito que a los 10 años decidió abandonar su hogar para abrirse solo los caminos de la vida, ha ocupado cargos importantes en el departamento del Atlántico: fue director de las Escuelas de capacitación del Distrito de Barranquilla, en la administración del alcalde Guillermo Hoenigsberg, más tarde fue director de deportes de los municipios Soledad y Galapa.
Soy un hombre de izquierda
Jairo Holguín ha sido un hombre rebelde desde niño y lo demostró cuando con firmeza decidió marcharse de su hogar para forjarse en la calle. Vivir en carne propia la desigualdad en nuestro país lo llevó a tener una posición ideológica de izquierda.

“Lucho contra la desigualdad social y desde muy joven integré la Juventud Comunista. Más tarde fui miembro fundador de la Unión Patriótica y actualmente milito en el movimiento Marcha Patriótica. Lastimosamente en Colombia la izquierda está muy dividida y así es difícil acceder al poder para sacar adelante a nuestro país”.
Ha sido objetivo militar de los paramilitares, más exactamente de Jorge 40, por su condición de hombre de izquierda. Jairo dice que él no se explica cómo un hombre que, según dice es miembro de una familia adinera de Valledupar, bien educado, mande a matar a una persona que ni conoce, por el solo hecho de militar en un movimiento político. Me parece lo más absurdo. Que lo haga un hombre elemental, primitivo, sin cultura, pues está bien. ¿Pero que lo haga un tipo con cultura?. Pero lo único que he hecho es servir a la sociedad a través del deporte. Si me toca morir por mis ideales, moriré feliz”, acota Jairo Holguín.
Hernan Durango / Redacción Bogotá
