Por Deisy Francis Mexidor*
La Habana (PL) Un ciudadano negro muere a manos de un agente de seguridad cada 28 horas en Estados Unidos, advirtió la página oficial de la organización Million Hoodies días después del asesinato a tiros de Michael Brown en Ferguson, Missouri.
«Otro hombre negro muerto a manos de la policía, que se supone debe protegernos. Luego otro. Y otro», expresó el grupo, al lamentar la tragedia que desencadenó un sinnúmero de protestas raciales.
Las manifestaciones captaron la atención nacional no solo en ese suburbio del área metropolitana de San Luis, sino también en varias ciudades como Nueva York, Chicago, Oakland, Detroit, Charlotte, Denver y Atlanta, entre otras.
Para el profesor y activista Evans Smith «desde el primer día de la fundación de este país, la vida negra es considerada como una propiedad y lo que ha pasado en Ferguson es el resultado lógico de eso».
Según Smith el racismo es institucional, pues «toda institución estadounidense, ya sea escuela, policía o cárcel tiene un foco profundo de racismo contra los negros».
El docente dijo basar sus afirmaciones en experiencias con sus estudiantes afroamericanos en una escuela secundaria de Ferguson, quienes siempre sienten el temor de un encuentro con la Policía «porque puede desencadenar en una tragedia».
La madre de Brown, Lesley McSpadden, señaló que su muchacho no molestaba a nadie. El joven de 18 años iba desarmado y perdió la vida próximo a la fecha de comienzo de sus estudios universitarios.
Fue baleado por el agente Darren Wilson, el que hasta ahora solo fue suspendido, pero mantiene su placa.
Un ejemplo de ese racismo es el grupo de extrema derecha Ku Klux Klan (KKK), el cual aspira a que en Estados Unidos haya más policías que maten a los negros.
Para la organización, que promueve la xenofobia y la supremacía de los blancos, Wilson «es un héroe» y en su apoyo emprendió la iniciativa de recoger dinero.
Los residentes en Ferguson, cuya población es de mayoría negra, exigen justicia para Brown y el arresto del policía que lo mató el pasado 9 de agosto en plena calle.
Imágenes de policías vestidos con equipos paramilitares que desde vehículos blindados lanzaron gases lacrimógenos, balas de goma y granadas de mano, y que apuntaban con armas automáticas contra manifestantes saltaron de inmediato a las noticias.
Pero es algo que se repite con frecuencia desde la administración de George W. Bush y su autoproclamada lucha contra el terrorismo después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington.
A partir de entonces se produjo la militarización de las fuerzas de seguridad civiles, hasta el punto en que el mismo equipo militar empleado en las guerras de Iraq y Afganistán se ha desplegado en las calles estadounidenses.
No obstante, el Departamento de Defensa había autorizado en 1990 a trasladar equipo militar excedente a policías locales, estatales y federales, en un inicio con la justificación de la «guerra contra las drogas».
Según cifras confiables, en 1990 el Pentágono entregó un millón de dólares de esos pertrechos, y para 2013 el total fue casi de 450 millones.
En la región del condado de San Luis, Missouri, incluida por supuesto la localidad de Ferguson, se han gastado más de nueve millones de dólares de los fondos federales para proveer a la policía local con helicópteros, aparatos de visión nocturna y armadura corporal.
Una reciente encuesta arrojó que el 80 por ciento de los ciudadanos negros está convencido de que el incidente en esa municipalidad puso al descubierto divisiones raciales que aún persisten en esa sociedad, mientras 65 por ciento cree que la
policía ha ido «demasiado lejos».
Un jurado investigador, compuesto por 12 personas -anglosajonas-, estudiará las evidencias y decidirá si hay suficiente fundamento para hacer una acusación formal contra Wilson y con qué cargos.
El catedrático John A. Powell asegura que aún en su país no se han «reconocido plenamente a los negros y a otras personas como ciudadanos plenos, como personas plenas».
Por eso lo acontecido en Ferguson surgió, en parte, debido a que «la comunidad negra tiende a sufrir en forma excesiva el control policial y está desprotegida».
Allí, las instituciones son controladas por blancos en una comunidad de 21 mil habitantes, donde 65 por ciento son afroamericanos y 21 por ciento vive por debajo del umbral de la pobreza.
Hace poco el concejal de Los Ángeles, Bernard Parks, alertó que se entrelazan los casos como el de Martin y Brown o el de Eric Garner, fallecido el 17 de julio después que un oficial de policía de Nueva York usara una llave de estrangulamiento (práctica prohibida) durante el intento de detención.
El asunto, como subrayó Parks, es que «la comunidad se da cuenta de las circunstancias únicas que los conectan. Joven. Negro. Masculino. Desarmado».
Un reciente reporte de la Oficina Federal de Investigaciones, reveló que en 2012 de las 400 muertes registradas por parte de la policía, 96 fueron sucesos en los que un afroamericano resultó ultimado por un oficial blanco.
El columnista Thomas Friedman proclamó en un artículo, poco después del triunfo de Barack Obama en noviembre de 2008, que finalmente la guerra civil americana había terminado.
Casi 150 años después de la derrota del Sur esclavista ante la Unión liderada por Abraham Lincoln -enfatizó-, un hombre de origen africano llegaba a la Casa Blanca. Obama, hijo de un negro de Kenia y una blanca de Kansas.
Para el periodista «triunfó presentándose como el candidato posracial, el que debía cerrar heridas profundas. Si un afroamericano era presidente, todo parecía posible».
Mas Obama se ha visto obligado a intervenir ante los recurrentes problemas raciales durante su presidencia, en particular después del asesinato de Trayvon Martin, un adolescente que -dijo- pudo ser su hijo.
La periodista y escritora Amy Goodman afirmó que las manifestaciones en Ferguson ocurrieron en la Avenida West Florissant.
«A 6,5 kilómetros al sur del epicentro de las protestas, en la misma calle, en la tranquilidad del Cementerio de Calvary, yacen los restos de Dred Scott, un hombre que nació esclavo y que se volvió famoso por haber luchado ante la justicia para obtener su libertad», recordó.
El fallo del caso de Dred Scott, en 1857, fue considerado el peor de la historia de la Corte Suprema de Estados Unidos tras concluir que los negros, esclavos o libres, jamás podrían ser ciudadanos.
«Estamos cansados de ser hostigados y humillados. Estamos cansados de caminar por las calles con miedo (…). Sobre todo, estamos cansados de morir a manos de un racista y brutal sistema de justicia», dice Million Hoodies.
La agrupación integrada por más de 50 mil afiliados fue creada en marzo de 2012 en respuesta al homicidio del también adolescente afroamericano Trayvon Martin en el estado de Florida, quien recibió un balazo mortal de George Zimermman, un exvigilante voluntario que un año después fue absuelto.
Por lo tanto, Ferguson, en Missouri, no es un lugar cualquiera. Lo acontecido allí recuerda que aquella historia de décadas de esclavitud, segregación, discriminación, marginalidad, violencia e intimidación policial no quedó en el pasado.
*Periodista de la redacción Norteamérica de Prensa Latina.
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