Por Luis Baez*
La Habana, (PL) Carlos Manuel Puebla Concha, nació el 11 de septiembre de 1917, en Manzanillo, la hermosa ciudad caribeña ubicada sobre el inmenso golfo de Guacanayabo.
Ese año Lenin tomaba el poder en Rusia. Igualmente fue el año decisivo de la Primera Guerra Mundial. En esa misma fecha vino al mundo el cubano Ignacio Villa, Sólo que Bola de Nieve nació en Guanabacoa, tierra embrujada en la que también vieron la luz Rita Montaner y Ernesto Lecuona.
Desde joven a Carlos Puebla lo atraía el mundo de la música. Llevaba a la escuela una filarmónica que le regalo un tío suyo con la que hacia ruido por el camino. Le llamaba mucho la atención las clases de guitarra que recibía su hermana las que eran seguidas por él a escondidas.
Con el tiempo aprendió a tocar dicho instrumento musical empleando el método de enseñanza a distancia como «aprender a tocar el instrumento de cuerda sin maestro» con la asesoría de Pedro Estacio, director de la Banda Municipal de Conciertos de Manzanillo y Juan García, maestro de piano con quienes dio los primeros pasos de la enseñanza musical.
Era Manzanillo con todo el sabor de un pueblo provinciano. Un Manzanillo de las tertulias en el parque donde deambulaban Julio Girona y otros jóvenes afanados por los problemas del arte y del espíritu.
En aquel Manzanillo pueblerino, y ambicioso de mayores horizontes, deslizo sus primeros años Carlos Puebla. Por allí, por aquellas calles, comenzó a rasguear la guitarra a componer y a cantar. Iba naciendo el artista con inquietudes populares.
Manzanillo se ha caracterizado, desde los viejos tiempos coloniales, por su inquietud y rebeldía. También por sus viejos sellos socialistas. De ahí salio Blas Roca. Fue uno de los pocos municipios cubanos donde los socialistas populares ganaron la alcaldía en aquellos comicios de 1940 y tuvieron un alcalde socialista.
Puebla es, en la historia contemporánea de Cuba, un personaje legendario. Lleva tras de sí el carisma de la leyenda. Es una leyenda forjada siendo partícipe y protagonista de uno de los procesos sociales y políticos más trascendentales de la sociedad latinoamericana de hoy: la Revolución Cubana.
El trovador ha sido y es uno de cantores por excelencia de nuestro proceso revolucionario. En más de cientos de canciones registró, durante más de cincuenta años, los fenómenos sobresalientes de la cultura y de la política de su pueblo. Su música puede ser dividida en los mismos períodos en que dividida puede ser la historia contemporánea de Cuba. Supo interpretar los acontecimientos más relevantes de la historia del pueblo cubano, convirtiéndose en uno de los cronistas de todo el acontecer nacional desde 1959.
Muchos de sus textos han sido traducidos a diversos idiomas y sus obras musicales se han utilizado en producciones de la cinematografía cubana y extranjera como son los filmes Alba de Cuba, Estado de sitio y Nuestro hombre en La Habana, entre otros. Su obra no se limitó solo a reflejar la épica popular de los primeros años de la Revolución, sino que también abordó el tema amoroso y la labor cotidiana del pueblo. Sus obras están incluidas en el repertorio numerosos intérpretes cubanos.
En una ocasión comento: «Yo no soy un cantante. Yo soy un cantor. Cantante es el que tiene con qué. Cantor es el que tiene por qué».
Mantuve una buena amistad con Carlos Puebla. Lo conocí antes del triunfo revolucionario. Conversamos ampliamente en su casa en las afueras de La Habana. Cuenta con los años suficientes para ser abuelo, pero conserva la sonrisa traviesa de los chiquillos. Posee el pelo blanco y la sabiduría de un viejo pastor. Su presencia daba un aura paternal. Pero cuando deja salir su voz es lo que es, un cantor, un poeta.
Una larga enfermedad terminó con su vida. Para entonces su obra musical era inmensa. Quién iba a decir que cuatro días después de su muerte se marcharía también su entrañable amigo el Poeta Nicolás Guillén…
En su ciudad natal tiene una imponente estatua y una imagen en el Museo de Cera de Bayamo. La casa de la Trova de Manzanillo lleva su nombre. Su muerte se produjo en La Habana, y su tumba se encuentra en el cementerio de su ciudad de origen, Manzanillo, y en ella se puede leer:
yo soy esto que soy un simple trovador que canta¿Cómo fue su niñez?
Una niñez muy dura. Mi familia era muy humilde. Mi padre era un mecánico casi siempre desempleado. Me vi obligado a trabajar desde muy joven en diferentes oficios: carpintero, mecánico, obrero azucarero y zapatero. Para ayudar a mantener a la casa.
¿Casado?
En Manzanillo conocí a Rosalía Juárez, quien era de Holguín y de la cual me enamoré, siendo siempre el amor de mi vida. Me case en 1948, tengo una hija y varios nietos.
¿Cuándo actuó por primera vez en la radio?
En 1930. Por la CMKM la radio local de Manzanillo.
¿Qué edad tenia cuando visitó La Habana por primera vez?
Tenía 22 años. Eso fue en 1939. Después retorne a Manzanillo.
En su ciudad, ¿A que se dedicaba?
A sobrevivir.
Hay quienes aseguran que su estilo recuerda al trío Matamoros. ¿Comparte ese criterio?
No hay un estilo de los Matamoros. Eso es falso. Lo que si hay es un estilo regional. El cantante de Oriente tiene sus peculiares. Ya eso se vio claro cuando Sindo Garay, allá en los primeros años del presente siglo, vino a La Habana y se encontró con Manuel Corona. Sindo era el estilo criollo. Corona era el estilo un tanto orfrebesco de los habaneros. Hubo hasta su polémica. Polémica beneficiosa para la canciones, porque tanto Sindo como Corona, dejaron como consecuencia de ella, una serie de canciones que enriquecieron nuestro folclore.
Es un error decir que compongo y canto en el estilo Matamoros. Los Matamoros han sido y son todavía unos excelentes intérpretes del estilo regional de Oriente. Cada uno tiene su propio estilo.
¿Cuándo se instala definitivamente en la capital?
En 1952. Y comencé a trabajar en el restaurante habanero la «Bodeguita del Medio».
¿Cómo llegó allí?
A través del poeta Salazar Caballero. Me presentó a Ángel Martínez, su propietario, que me acogió como un hermano. Ahí permanecí hasta después triunfo de la Revolución. Esos años cambiaron radicalmente la historia política de Cuba. Ya allí formé el grupo Los Tradicionales integrado por Santiago Martínez, Pedro Sosa y Rafael Lorenzo.
En la Bodeguita, ¿Interpretaba canciones revolucionarias en los años 50?
Sí, pero con cuidado. Tenía que saber quiénes estaban en el local a la hora de cantar temas políticos. Eran tiempos de Batista. Sin embargo una vez entoné delante de un esbirro «Los caminos de mi Cuba» en el que hacía un paralelo entre los caminos pobres y los de las propiedades de los presidentes. Tremenda bronca me busqué.
¿Se acuerda los nombres de alguna de esas canciones?
«Este es mi pueblo», «Plan de machete» y «Ay, pobre de mi Cuba» eran temas políticos que interpretaba antes del triunfo revolucionario.
Con relación a «Ay, pobre de mi Cuba» hay una anécdota reveladora. Un día fui invitado a un programa de televisión en CMQ. Me pidieron hacer tres temas. Los dos primeros fueron románticos, pero el tercero fue precisamente «Pobre de mi Cuba», una guajira con versos como éste: «Aquí falta, según veo, un nuevo gesto mambí/ la palabra de Martí o el machete de Maceo». Y cuando terminé de cantar nadie quería salir del canal porque pensaban que afuera ya estaba la policía»
Una noche en la Bodeguita un oficial de la Marina de Guerra se encontraba tomando unos mojitos. Un amigo me pidió que interpretara canciones revolucionarias. Cogí mi guitarra y a media voz entoné «El Survey». No me percaté que el marino se había levantado de su mesa y se acercó al grupo. Ya iba a media canción, cuando advertí la presencia del oficial, pero decidí continuar sucediera lo que sucediera. Para mi sorpresa cuando termine los presentes aplaudieron y entre los que más frenéticamente aplaudían estaban el oficial de la Marina. Todo eso sin abandonar lo romántico.
¿Cuáles eran las románticas más solicitadas?
Canciones que fueron grandes éxitos y que han pasado a formar parte del patrimonio de la música cubana. Algunas de ellas son: Quiero hablar contigo, Qué sé yo, Te vieron con él, Cuenta conmigo, Quién se lo iba a imaginar, Hay que decir adiós y Dejemos de fingir.
¿En sus composiciones que lenguaje utiliza?
Serio y directo, matizado en algunos casos, por el más popular humor criollo, cuya mejor muestra son las guarachas «Y en eso llegó Fidel» y «La OEA es cosa de risa»; el bolero «Yankees go home»; «El son de la alfabetización», y la ya legendaria «Hasta siempre, Comandante» dedicada al Che.
De sus canciones, ¿Cuál es su predilecta?
No sé, no tengo obra predilecta. Todavía no la he escrito.
¿Y la que más quiere?
Estaría la canción al Che y «Y en eso llegó Fidel», que son canciones universales. Pero en general las quiero a todas. Es como si a un padre que tiene muchos hijos, le preguntaras ¿cuál es tu hijo preferido? todos…
¿Qué diferencias hay entre las primeras canciones y las ultimas?
Cuando escucho una canción que escribí hace diez años estoy contemplando como era la Cuba de antes. Cómo había que defender la Revolución. Ahora, cada canción es un poquito de historia del proceso revolucionario.
Una historia con más amor.
No hay que olvidar que el socialismo no se construye con lágrimas solo; también es alegría.
¿Con que publico se siente más a gusto?
Me siento feliz donde sea cantando. Como lo que llevo es el mensaje de la Revolución, me siento contento estando con el pueblo; el pueblo es lo fundamental.
¿Qué diferencia existe entre la música que componía antes de la Revolución y la actual?
Es que antes cantábamos para tener lo que tenemos, ahora cantamos para mantener lo que tenemos…
¿Cuál es su concepto sobre la mujer?
Si en el Mundo no hubiera mujeres, habría que inventarlas… pero a la carrera…
¿En sus canciones existe alguna mujer en especial?
Muchas. Por ejemplo, el Canto a Mariana Grajales, que fue prototipo de la mujer cubana. Era la madre de los Maceo, «Once hijos tuvo y ninguno murió en la cama». Todos murieron por la libertad de la Patria. Cuando le traen en una ocasión a Antonio Maceo, Titán de Bronce, mal herido, le dice al más pequeño, a Marcos: «y tú que haces, por qué no te empinas para dar la sangre por la Patria.
Otro nombre es el de Celia Sánchez y muchas otras, que no sólo están escritas en mis canciones, sino en la historia de Cuba.
¿Y cómo ve la juventud cubana?
Mejor, cada día mejor, porque el hombre es bueno, la juventud también.
¿Sigue visitando Manzanillo?
Siempre que puedo me doy mi saltito. Participo en la celebración de las Semanas de la Cultura y las Jornadas de Homenaje a mi amigo, el poeta Manuel Navarro Luna. No dejo de pasear por toda la ciudad y de actuar allí donde me lo piden. Me gusta visitar la casa de la trova donde interpreto mis canciones y bebo con los amigos mi bebida predilecta: ron.
En la Bodeguita ha conocido personas muy importantes.
Puedo mencionar a Salvador Allende, Pablo Neruda, Ernest Hemingway, Oswaldo Guayasamín, quien me hizo un retrato y muchos otros.
También a Nicolás Guillén.
Yo no conocía a Guillen. La primera vez que lo vi al saludarlo le dije: «¿Cómo está, poeta?». Y Guillén, me respondió: «El poeta eres tú». Desde ese momento surgió una amista profunda, cordial, sincera, sin egoísmo, sin ambiciones. Yo le he cantado a Nicolás, le he compuesto un son, porque él es sonero, no canta, él no canta, pero hace sones…
¿El artista debe estar subordinado a lo político?
Es un error que el artista tenga que ser insensible a las cuestiones políticas. Eso se pensaba antes cuando se hablaba de la deshumanización del arte, del arte por el arte, de un arte encerrado en una torre de marfil, inaccesible a las grandes mayorías. Ahora los tiempos han cambiado y con ellos los conceptos.
Ahora, las masas tienen que ser tomadas en cuenta. Y el artista que no se adapte a estos nuevos criterios, está fuera de ambiente, es un desajustado que no sabe interpretar los grandes ideales de su época.
Sí, el artista tiene que ser político porque el artista es un hombre y es un hombre que produce, un hombre que puede hablar muy directamente, a la conciencia de su pueblo. El artista es un hombre al servicio de una idea, de una causa. En esto caso yo me siento orgulloso y complacido de poder servir con la modestia de mi arte a una causa tan humana como la Revolución Cubana. Todo lo que soñamos hoy es realidad.
¿En que momento escribió la canción dedicada a Che?
La noche en que Fidel dio a conocer la carta de despedida de Che no pude conciliar el sueño. Esa misma noche surgió «Hasta siempre, Comandante» que con el tiempo se convertiría en un himno homenaje al heroico guerrillero que transcendería a todos los estilos de música y a casi todas las lenguas.
Qué significó para usted, «¿Y en eso llegó Fidel?»
Es, tal como dice el título, un cambio en mi creación, en mi obra. Influyó en mi vida tanto como en la de Cuba. Pase a realizar canciones que tiene como destino el difundir los valores revolucionarios.
Ciudad La Habana, 1987.
Falleció en la Ciudad La Habana, Cuba, el 12 de julio de 1989, a la edad de 72 años.
