juan-carlos-varela-panamaPor Luis Manuel Arce Isaac

Panamá, 14 may (PL) Una fuerte turbulencia agita el mar de fondo de la política nacional panameña por el reacomodo de fuerzas que ha provocado la elección de Juan Carlos Varela como presidente de Panamá y la derrota de Cambio Democrático (CD).

En los extremos de la trilogía de candidatos presidenciales, es decir CD y el Partido Revolucionario Democrático (PRD), en ningún análisis estuvo la posibilidad de que fuera Varela el vencedor, aún cuando hace unos días Ricardo Martinelli revelara que se dio cuenta de que el panameñismo era el adversario a derrotar.

Hoy, sin embargo, él y su excandidato José Domingo Arias admitieron durante un almuerzo particular que la derrota los sorprendió, lo cual significa que esta engorrosa pesadilla que están viviendo jamás estuvo en sus cálculos.

Algo similar les pasó a los del PRD, pues si bien desde un primer momento creyeron que el enemigo a derrotar era el binomio Martinelli-Arias y contra ellos cargaron la mano en su campaña electoral, tampoco visualizaron a Varela como el gran preferido en las urnas.

En consecuencia, la victoria panameñista los tomó a ambos fuera de balance, y aunque en la superficie las aguas políticas se ven tranquilas en una transición de gobierno ya iniciada, en el mar de fondo las corrientes son más fuertes que la de El Niño, como si se estuviera en una guerra de posiciones.

Las negociaciones y conspiraciones hacen olas tanto a lo interno como hacia fuera de los tres partidos, aunque de manera más evidente en el PRD y CD donde las angustias en la nueva distribución de fuerzas son más marcadas que en el panameñismo por su condición de sobrevivientes de la debacle electoral.

En el caso del PRD la actual dirigencia está taponando salideros por toda la tubería en un intento por impedir que las viejas divisiones ganen espacio de nuevo aún cuando la renovación de su Comité Ejecutivo Nacional es irreversible, como han admitido sus dirigentes.

Su secretario general, Juan Carlos Navarro, ha tenido que proclamar públicamente que el único autorizado para establecer alianzas con cualquier grupo fuera del PRD es él, pero curiosamente Martinelli ha tenido que declarar exactamente lo mismo.

Martinelli le acaba de imponer la veda a sus 32 diputados y a su directiva, al expresar que él es el único autorizado para acercarse a los demás partidos políticos, y eso es una orden.

Estas elecciones han tenido una impronta sumamente curiosa, y es que ninguno de los tres partidos en liza ha salido ganando, aunque dirigentes de cada uno hayan dicho lo contrario.

La derrota de Navarro dejó muy debilitado al PRD y sus grietas son ahora más visibles. El Panameñista logró la presidencia, pero en precario y en una coyuntura que no es sinónimo de fortaleza, y CD, que perdió 16 curules, corre el riesgo de desarmarse.

Quizás sea esta última apreciación la que forzará a Martinelli a una reflexión más sosegada como parece que ya comenzó a hacer con la entrevista concedida al periodista Álvaro Alvarado, de Telemetro, en la que admite errores y excesos.

Esto empieza ahora, y como de todo hay en la viña del Señor, Varela también está sumergido en ese mar de fondo, quizás como pescador en busca de ganancia, y falta le hace, porque llega a la presidencia como un gigante con pies de barro y necesitará mucho cemento para que su anunciado gobierno de unidad nacional frague.