roberto-montero-perdiaPor Leandro Albani

Ex comandante Montonero, Roberto Perdía entrevistado por RESUMEN LATINOAMERICANO en Caracas. 

Resumen Latinoamericano – Roberto Cirilo Perdía habla con la misma tranquilidad y calma que en épocas pasadas, cuando las urgencias y contradicciones aparecían con la rapidez de la luz. Nacido en 1941 en el pueblo de Rancagaua, cercano a la ciudad de Pergamino, Perdía conformó la Conducción Nacional (CN) de la organización político-armada Montoneros, junto a Eduardo Firmenich y Fernando Vaca Narvaja en la década del 70. Montoneros, enmarcada en el peronismo revolucionario, significó para Argentina una de las experiencias más altas, tanto por su capacidad y convocatoria, que tuvo la izquierda de llegar al poder. Luego de varias décadas -atravesadas por autocríticas, persecuciones, reivindicaciones y un dolor profundo por la pérdida de militantes asesinados por la dictadura militar (1976-1983)- Perdía publicó “Montoneros. El peronismo combativo en primera persona”, libro que condensa sus pensamientos, análisis e ideas no sólo sobre el pasado, la lucha armada y el peronismo, sino que lanza propuestas políticas y de organización hacia futuro.

Con más de ochocientas páginas, el libro de Perdía toca puntos polémicos, como la siempre tirante relación entre Montoneros y Juan Domingo Perón, las consecuencias de su pelea final, pero también los espacios de contactos entre una organización que reunía a jóvenes en su mayoría y el líder exiliado, representante del movimiento político más grande que tuvo Argentina hasta estos días. Conocedor de detalles, intimidades y negociaciones, Perdía confiesa que abordar la crítica a Perón fue “uno de los puntos más difíciles” de su análisis.

De visita por pocos días a Caracas, Venezuela, Perdía fue entrevistado por Resumen Latinoamericano. Si bien “Montoneros…” podría leerse como las memorias de un dirigente, también es un análisis crítico, profundo y respaldado por la memoria y los documentos de la época, del peronismo en su conjunto.

“La razón del libro –explica Perdía- es la necesidad de que las nuevas generaciones tengan un sitio donde puedan tener una versión más de lo que pasó en aquellos años. Se han contado muchas versiones sobre los Montoneros, es obvio, pero la realidad es una aunque las interpretaciones son muchas. Quería tratar de no ocultar los errores que percibo, pero reivindicando absolutamente la lucha que se dio y reconociendo todas las macanas que uno se mandó en el camino”.

El legado de Perón

Sin dudas que la figura de Perón (presidente de tres períodos constitucionales) continúa gravitando en la sociedad argentina. En la actualidad, el gobierno de la presidenta Cristina Fernández ha retomado la simbología y ciertas medidas del peronismo clásico, que en la década del noventa habían mutado al neoliberalismo más puro, pese a que todavía se mantienen políticas económicas aplicadas en los diez años del menemato.

Para Montoneros la relación con Perón se enmarcó en la ideología del ex presidente, en la cual se impulsaba el policlasismo, un sindicalismo fuerte y concentrado, los beneficios sociales y la construcción de una burguesía nacional encargada de la industrialización del país. A partir del exilio de Perón, tras el golpe de Estado en su contra en 1955, en Argentina se desarrolló la Resistencia Peronista a través de diferentes métodos. Esta primera resistencia, por momentos descoordinada e incipiente, pero respaldada por el propio Perón, fue uno de los gérmenes que en la década del 70 llevaría a la conformación de Montoneros.

Perdía resume el trabajo que realizó en el libro con respecto a la crítica a Perón en pocas líneas: “Muy difícil, muy difícil, fue uno de los puntos más críticos a desarrollar. ¿Por qué? Porque reconozco que Perón es un líder importante y estimo que es un líder positivo para la memoria colectiva, uno de los pocos factores de unidad nacional que tuvo la Argentina. Igualmente, no puedo dejar de marcar graves errores que cometió”.

Entre esos errores, Perdía puntualiza el que considera más profundos, cuando Perón, ya presidente por tercera vez en 1973, desplaza de la comandancia de las Fuerzas Armadas a Jorge Carcagno. En ese momento, Montoneros había tejido una muy buena relación política con el militar ya que, según Perdía, Carcagno “tenía unas posiciones muy claras de quién era el enemigo, donde ubicaba a las políticas económicas y al capital transnacional”. Pero tras la destitución de Carcagno a fines de 1973, Perón pone en su lugar a Leandro Anaya, quien “plantea que el enemigo es la ‘subversión apátrida’, como calificó en su momento” a las organización armadas y revolucionarias, recuerda Perdía.

Con el militar desplazado, señala el entonces dirigente de Montoneros, “habíamos anudado algún acuerdo”, aunque “creo que con Carcagno, no digo que hubiera cambiado la situación, o no lo sé, pero por lo menos hubiéramos podido construir un frente de resistencia mucho más fuerte hacia el imperialismo”. Sobre este tema, Perdía agrega que no sabe en realidad “cuántos sectores del Ejército nos hubieran acompañado, pero al final no quedó una jefatura que orientaba hacia otro rumbo, con la que teníamos acuerdos. Cuando Perón destruye esa alianza y saca a Carcagno, debilita a todo el movimiento popular y abre de vuelta las puertas a la Doctrina de Seguridad Nacional”, impulsada por Estados Unidos.

“Ese fue el error más grave, por eso lo detallo en el libro –afirma Perdía-. Me parece que fue una pérdida de fuerza notable”. El autor de “Montoneros…” aclara que su objetivo fue “rescatar la figura de Perón más allá de los errores”, entre los que se encuentran el poder concentrado por José López Rega, secretario privado de Perón, ministro de Bienestar Social durante su presidencia y creador del grupo parapolicial Triple A.

Perdía sintetiza que Perón representa para Argentina “uno de los puntos más altos de reivindicación de los sectores sociales que forman parte de los cambios necesarios, de ese sujeto social que necesitamos reconstruir. Perón, con su dignificación de los trabajadores en las décadas de los 40 y 50, con su apoyo a aquella juventud de la década del 70 también significó eso. Después tenemos todos los elementos negativos, pero un liderazgo está hecho de toda la suma de elementos”.

Sobre la relación concreta entre Montoneros y Perón, que evidenció tensiones varias, Perdía recuerda una reunión con el líder político en 1973 luego del triunfo en las elecciones presidenciales de Héctor Cámpora, en la cual le dice al entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, Oscar Bidegain, que “ponga un grupo de muchachos para que aprendan a gobernar”.

En ese encuentro, “Perón nos dice que había que dejar la Constitución que hizo (el dictador Alejandro) Lanusse como estaba, y que luego pensáramos en otra cosa, para que rápidamente armáramos un gobierno de transición con Cámpora, para que después nos tocara a nosotros”, rememora Perdía.

Para el ex dirigente montonero, “creo que esa fue la idea de Perón en ese momento. Perón no se engañaba y tampoco nos engañaba”. Pero aclara que para analizar las actitudes de Perón en la década del setenta, hay que tener en cuenta el contexto internacional. “¿Qué ocurrió? Sucedió una ofensiva imperial por recuperar espacios en la región –analiza Perdía-. Cuando se verificó el triunfo peronista en Argentina, el imperio se encontró con que Chile y Argentina estaban gobernados por semejantes, desde el punto de vista estratégico, más allá del marxismo de (Salvador) Allende y del peronismo en Argentina. Eran dos movimientos que apuntaban a una política de liberación nacional y, en cierto modo, social. Frente a eso, el imperio estaba en problemas y entonces decidió actuar. En esa acción, el imperio fue cambiando la correlación de fuerzas rápidamente y con el derrocamiento de Allende en septiembre de 1973, Perón percibe que la situación cambió. Ahí es donde Perón toma la decisión, creo que equivocada, de retroceder, retroceder y retroceder frente al ataque imperial para evitar el golpe. Ese fue el error, pero hasta ese momento y hasta la caída de Allende, Perón tenía perspectivas, se imaginaba que podía llegar a una situación donde nosotros tuviéramos un protagonismo distinto”.

Otra situación que significó un quiebre en la relación es el retorno de Perón del exilio el 20 de junio de 1973, fecha en que alrededor de dos millones de personas se movilizaron hasta la localidad bonaerense de Ezeiza para recibir al líder. Ese retorno, si bien se logró, no fue el hecho político que Montoneros y las agrupaciones peronistas de izquierda esperaban. El acto en el cual Perón iba a hablar, fue organizado por sectores de la derecha peronista y terminó con decenas de muertos por la violencia represiva desatada por la rama más reaccionaria del peronismo. “Ese sí fue un punto inflexión, aunque creo que teníamos posibilidades de recomponer la situación”, sintetiza Perdía.

Montoneros hoy

Con la dictadura militar controlando el poder en Argentina a partir de 1976, la militancia de Montoneros fue acorralada y diezmada. Perdía calcula que entre siete mil y ocho mil militantes de la organización fueron asesinados. A su vez, con la CN exiliada y perseguida, Montoneros realizó diversas acciones de resistencia, tanto militares como de movilización, estas últimas en el período final del régimen militar. Con la llega al gobierno del presidente constitucional Raúl Alfonsín, en el país se institucionalizó la teoría de los dos demonios, de la cual uno de sus ideólogos fue el escritor Ernesto Sábato. Esta teoría equiparaba el terrorismo de Estado aplicado de forma sistemática por los militares, los sectores oligárquicos y Estados Unidos, con las acciones armadas de las organizaciones revolucionarias. En la década del ochenta, Firmenich fue encarcelado, como también los jefes máximos de la dictadura. La ley no quedaba al margen de la teoría de los demonios.

Por estos días, Perdía asegura que “se han despejado algunas cosas” sobre la historia de Montoneros y un avance que considera importante es que “la teoría de los dos demonios tiene muchos menos adeptos de lo que tenía hace diez años atrás. La situación se modifica para bien y hay una mayor comprensión de lo que significó el fenómeno de la lucha en aquellos años, y dentro de esa lucha los Montoneros”.

Perdía también hace referencia a la simbología montonera que en la actualidad se observa en muchas agrupaciones peronistas, de la que advierte que “hay una lectura que se puede denominar medianamente oportunista, sin degradarla, pero en el sentido de aprovechar en el imaginario lo que existe de aquella experiencia para utilizarla y ponerla al servicios de la cooptación”. En la nueva coyuntura argentina, además existe “otra idea más profunda y más próxima a la realidad, que tiene que ver con una energía que está en la sociedad, generada por aquella generación, energía que sigue estando”, dice Perdía. Con este último caso, remarca que esas agrupaciones “por ahí no toman caminos que yo espero, pero esta situación da la idea de que aquella fuerza se mantiene latente y de que hay que tomarla para volcarla en esta nueva situación. Creo que los caminos son otros, que esa energía hay que volcarla en una reacción masiva del pueblo, lo que puede ser un camino más de tipo insurreccional, que dé cuenta de la necesidad de cambiar el sistema o de repensar el sistema institucional, o de una refundación de nuestro país. Respeto la decisión de estos compañeros. Creo que ellos reflejan lo que está pendiente, dan cuenta de aquella generación, no tanto en los programas, sino lo que puso con su cuerpo para defender esas ideas. Quienes participaron en esa generación dieron todo, la vida, sus libertades por unas ideas que siguen siendo válidas y tuvieron una voluntad de cambiar la realidad que sigue siendo más que necesaria e imprescindible”.

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