Por Álvaro Sierra Restrepo, editor jefe de SEMANA

El Gobierno y la izquierda se unen para marchar hoy; el uribismo y el Polo coinciden en no hacerlo.

339295_85046_1Autor: Andrés Gómez Giraldo / Archivo SEMANA

La manifestación es convocada por el presidente Santos y varios de los partidos de la Unidad Nacional, el alcalde Gustavo Petro, el movimiento Marcha Patriótica, el Partido Comunista, Piedad Córdoba, Antonio Navarro, con apoyo de muchas ONG y organizaciones sociales. Y la respaldan las Farc, desde La Habana.

La paz parece haber surtido el insólito efecto de hace coincidir a polos opuestos del espectro político. La marcha de hoy, 9 de abril, en el día nacional de las víctimas, cuyo objetivo central es la defensa del proceso de negociación entre el gobierno y las FARC, hadividido las revueltas aguas políticas del país de manera inusitada.

La manifestación es convocada por el presidente Santos y varios de los partidos de la Unidad Nacional, el alcalde Gustavo Petro, el movimiento Marcha Patriótica, el Partido Comunista, Piedad Córdoba, Antonio Navarro, con apoyo de muchas ONG y organizaciones sociales. Y la respaldan las FARC, desde La Habana.

En la otra orilla, la critican y han declarado que no participan el expresidente Uribe y sus seguidores, los precandidatos uribistas del Centro Democrático y el Polo Democrático, entre otros.

“Mañana marcharemos todos, yo también voy a hacerme presente, para acompañar a las víctimas, rechazar la violencia y apoyar el proceso de paz”, dijo ayer lunes el presidente en su cuenta de Twitter. Jaime Caycedo, secretario general del Partido Comunista, declaró que “la unidad en las calles y las plazas públicas marca el rumbo del gran movimiento democrático por la paz que se contrapone a las bravuconadas y amenazas de los guerreristas”. La Marcha Patriótica ha llevado miles de personas en buses a la capital y otras ciudades, para marchar.

“Marcha con terroristas”, la llamó el expresidente Álvaro Uribe. «La marcha del 9 de abril no es en solidaridad con las víctimas, sino a favor de los victimarios”, declararon desde Valledupar los precandidatos uribistas Francisco Santos, Carlos Holmes Trujillo, Oscar Iván Zuluaga y Juan Carlos Vélez. El Polo Democrático, por su parte, emitió hace unos días un comunicado en el que decía: “consideramos inconveniente para la oposición democrática, aparecer junto al presidente Santos en su despropósito de aprovechar los anhelos de paz de los colombianos para apuntalar su reelección”.

Probablemente, nunca antes en Colombia se había dado una alianza que reuniera a sectores tan disímiles en torno al objetivo común de la paz y la defensa del proceso de conversaciones entre el gobierno y las FARC en Cuba para poner fin al conflicto armado. El presidente de la República junto a la Marcha Patriótica, los comunistas y el alcalde de izquierda de la capital, entre muchos otros personajes conforman una ‘foto’ que si se llega a tomar hoy, hará historia.

Hasta las FARC terciaron. Desde La Habana, Pablo Catatumbo hizo su primera aparición pública, leyendo un comunicado de la delegación de esa guerrilla en el que saludó “con afecto” a todos los participantes en lo que llamó “un gran clamor por la paz”. “Nos sumamos a este gran torrente nacional”, dijo.

Y, aunque ya representantes del Polo Democrático y del uribismo habían coincidido, como lo hicieron durante el paro cafetero los senadores Jorge Robledo y Juan Carlos Vélez, verlos en la misma orilla de nuevo, esta vez unidos por su rechazo a la manifestación de hoy, no deja de ser igualmente inusitado, aunque lo hagan por motivos distintos (ver artículo).

Evidentemente, la polarización no es por la marcha misma. Es por la paz. O, más precisamente, por las conversaciones entre el gobierno y las FARC para poner fin al conflicto armado. El proceso en La Habana se convertió en el catalizador de la furibunda oposición que el uribismo hace al presidente y en el detonante temprano de una campaña electoral caracterizada por su pugnacidad.

Lo que divide aguas es si hay que negociar con la guerrilla o proseguir la guerra (los enemigos del proceso de La Habana dicen que también quieren la paz, pero las condiciones que plantean lucen más como ultimátums que como una invitación a negociar).

El gran pulso

La marcha de hoy se ha convertido en un gran pulso. Y, en medio del crecimiento del pesimismo en torno a los resultados del proceso que muestran las encuestas y del hermetismo con el que se ha diseñado, le presenta al gobierno el reto de garantizar una movilización que, si bien no logre acallar a los críticos, al menos presente un respaldo masivo a su política de negociación.

Cuánta gente salga a la calle hoy será un indicador. El Gobierno parece haberlo entendido. Después de que a la declaratoria del presidente de que iba a marchar le siguieran unas semanas de pasividad, todo indica que en los últimos días ha volcado sus esfuerzos a garantizar una manifestación masiva, capaz de competir en convocatoria con las que se hicieron contra el secuestro, el 4 de febrero de 2008, o a favor de la paz, durante la campaña electoral en la que salió electo Andrés Pastrana (ver artículo). La Alcaldía de Bogotá ha invertido todas sus energías en garantizar una asistencia masiva.

La marcha se ha vuelto, también, un indicador del grado de polarización al que ha llegado la política en Colombia. Si el tono de la polémica en torno a su convocatoria es el que va a marcar la campaña electoral, al país le aguardan algunos de los meses más turbulentos que en política se han visto. Y, probablemente, algunas alianzas, o al menos coincidencias, como hace mucho no se veían. La paz está surtiendo el efecto de unir a los polos opuestos.