
Washington, 26 jun (PL) El Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) efectuó hoy una sesión extraordinaria sobre la destitución del presidente de Paraguay, Fernando Lugo, sin adoptar medidas concretas para enfrentar la crisis política.
El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, calificó de crisis institucional la situación en el país suramericano, aunque aseguró que «en caso de ser necesario se tomarán las decisiones para intervenir».
El embajador de Paraguay, Bernardino Hugo, quien hasta la semana pasada representaba en la OEA al gobierno de Lugo, exigió a los países que se abstengan de cualquier tipo de injerencia o de tendencia atentatoria, sea de índole político o económico.
Por su parte, la embajadora de Estados Unidos ante el organismo hemisférico, Carmen Lomellin, se limitó a expresar su «preocupación» por la situación que vive en la nación sudamericana.
En contraposición, el embajador de Venezuela, Roy Chaderton, expresó que el organismo ha tenido una «respuesta tímida ante el circo» que se efectuó en el parlamento paraguayo.
Chaderton calificó al grupo de parlamentarios paraguayos de rebaño de dinosaurios que sin pruebas y en unas pocas horas destituyeron a Lugo, legítimamente electo por su pueblo.
Al mismo tiempo consideró que esta sesión resulta prematura porque estaba pactada para el próximo viernes y se forzó para hacerla este martes.
Normalmente se espera a que los organismos regionales se pronuncien, para que después lo haga la OEA, indicó.
El Mercado Común del Sur (Mercosur) y la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) se reunirán el viernes para debatir sobre este problema, recalcó.
Como resultado de la reunión, la OEA podría convocar una Asamblea General extraordinaria, para analizar el entorno de Paraguay y de llegar a un consenso, aprobar su expulsión del organismo, como ocurrió con Honduras, menos de una semana después del golpe de Estado contra Manuel Zelaya, el 30 de junio de 2009.
En la sesión de hoy los pronunciados y posturas más firmes han provenido del entorno latinoamericano, después de que Brasil, Argentina, Uruguay, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Cuba, entre otros, criticaron en los más duros términos lo que califican como un golpe de Estado parlamentario en Asunción.
Al mismo tiempo reiteraron que ante la ruptura del orden democrático en la nación no reconocerán ningún gobierno que no emane de la voluntad del pueblo paraguayo.
El nuevo canciller paraguayo, José Fernández, reconoció que solo España, el Estado Vaticano y Alemania reconocen a Federico Franco, el presidente electo por el Senado.
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